La ingeniera Norma Formento, eminente fitopatóloga e histórica investigadora del INTA Paraná, decidió ponerle fin a su extensa y rica carrera en dicho instituto. Campo en Acción entabló una charla con la especialista para conocer más sobre su trayectoria.
Consultada por sus inicios como estudiante de ingeniería, Formento indicó que “si bien yo en un principio quería ser abogada, mi padre trabajó en la agencia del INTA Paraná, cuando estaba en calle 9 de julio; y siempre hubo gente de Agronomía en casa. Mi padre no quería que vaya a vivir sola a Santa Fe, estoy hablando de hace muchísimos años, y entonces elegí agronomía”.
“Me recibí en 1978, y al año siguiente consulté en mi facultad si hacía falta alguien en alguna cátedra, a lo que me respondieron que había una vacante en Fitopatología para colaborar ad honorem. Recién en 1982 otra colega me avisa que había un llamado de INTA para becarios: rendí en Rosario junto a 200 personas, ya que era un concurso para todo el país. De allí, entré en el Centro Nacional de Investigaciones Agropecuarias de Castelar en 1983, por eso podemos afirmar que este año cumplí 41 años en INTA”; añadió.
Asimismo, la especialista resaltó la importancia de que el investigador se ensucie las manos: “Siempre digo que un fitopatólogo nunca va a descubrir nada sentado en una oficina: lo importante es tener la sabiduría de hacer un equilibrio entre campo y laboratorio, cámara húmeda, aislamiento, los postulados de Koch, etcétera.
Factores que afectan a la agricultura
“A grosso modo, puedo resaltar dos fenómenos propios de la agricultura que me han hecho ir viendo cambios en las enfermedades de los cultivos extensivos: las innovaciones productivas del tipo del maíz tardío; y el cambio climático, el cual ya ha modificado todo el escenario productivo. Algo muy importante también es el aumento de la temperatura, amén de que no soy experta en clima, que observo en Entre Ríos; estos serían los problemas emergentes por los cuales ya me han consultado”, informó Formento al ser interrogada sobre factores que afectan actualmente a la producción agrícola.
En cuanto a repensar las formas de producir, la fitopatóloga manifestó: “Las formas ya están estipuladas hace 20 o 30 años, tanto por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura como por otras instituciones que estudian el crecimiento de la población mundial; la necesidad de alimento; las producciones de los cultivos sin incorporar nuevas tierras, sin deforestar ni eliminar bosques. Yo creo que hoy no es pensar en nuevas formas, sino actuar”.
La relevancia de INTA para el sector agropecuario
Ante la situación de recorte de personal y posible venta de terrenos productivos del INTA, Campo en Acción requirió la opinión de la investigadora: “El INTA es una institución que debe permanecer, es fundamental para la producción argentina. Me parece que necesita algunas correcciones y nuevas ideas; así también me preocupa el no ver una defensa tan férrea del instituto como la que vivimos en la década del '90, donde había diálogo con las instituciones gubernamentales, con las organizaciones de productores, todos nos recibían”.
“INTA debe seguir vivo, tener investigadores jóvenes y presupuesto, y seguir adelante con algunas moderaciones en los lineamientos y una claridad en los objetivos. Así como tenemos al INTA Concordia con sus objetivos claros, también el de Concepción del Uruguay; el INTA Paraná se debe dedicar a la agricultura, donde hay muchísimo por hacer”, remarcó.
La investigadora demostró también su sentido de pertenencia para con el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria: “Yo amo al INTA, estuve 41 años allí porque me gustaba la forma en que podía trabajar, atender al sector productivo en el territorio, estar siempre dispuesta para resolver problemas o disminuir el impacto que pueden provocar las enfermedades. Me formé en un Centro Nacional de INTA con gente maravillosa, que me iniciaron en la patología de semillas y las enfermedades foliares. Otros becarios se dedicaron a enfermedades de raíces y tallos, otros a virus, a ácaros: éramos muchos profesionales de todo el país.
Este fue el pilar de mi formación, luego en 1985 el objetivo del Centro Nacional de Investigaciones pasó a ser formar jóvenes que vayan a reforzar las provincias”.
“Afortunadamente, pude elegir Paraná como destino, volví a mi ciudad y ahí empecé a trabajar en el cultivo de lino, pasé a trigo y terminé siendo generalista: hoy puedo atender casi todos los cultivos sin estar especializada en uno solo. Esta condición lamentablemente se está perdiendo en Argentina, y es muy buena porque somos muy pocos los patólogos en nuestro país, entonces es bueno tener una visión generalista”, agregó la entrevistada como reflexión.
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