Se trata de un patógeno que puede ocasionar pérdidas de rendimiento de hasta el 90% en lotes afectados, y que cuando se instala es prácticamente imposible erradicarlo.
El entorchamiento es una enfermedad del cultivo del arroz, causada por el virus del estriado necrótico (en inglés, Rice Stripe Necrosis Virus –RSNV–), que es transmitido por el vector Polymyxa graminis, organismo protista y habitante natural del suelo. En la Argentina, esta enfermedad –que puede ocasionar pérdidas de rendimiento de hasta el 90 % en lotes afectados– fue detectada durante la campaña 2016/17 por primera vez en localidades de las provincias de Corrientes y Santa Fe y, actualmente, se encuentra en plena dispersión.
En este contexto, especialistas del INTA analizan la aparición y distribución de síntomas de la enfermedad y las posibles estrategias, preventivas y de manejo, que el productor puede implementar para conservar proteger sus lotes. Se trata de un momento clave del año para la planificación sanitaria de la campaña de arroz, debido a que se aproxima la siembra en poco más de un mes según la zona conforme lo describe la nota de CLARIN RURAL.
Según María Virginia Pedraza, investigadora del Laboratorio de Fitopatología del INTA Concepción del Uruguay –Entre Ríos–, “las variedades con mayor nivel de adopción en el país han presentado síntomas en lotes comerciales o experimentales y eso demuestra su susceptibilidad, aunque todavía no se conoce su comportamiento relativo”. “Si bien se conoce que existe variabilidad en el comportamiento de los genotipos, variedades utilizadas en la Argentina aún no están evaluadas”, agregó.
En este sentido, Pedraza afirmó que se deben tomar medidas preventivas para evitar que los lotes se infecten. “Cuando el patógeno se instala en el lote, es prácticamente imposible erradicarlo”, aseguró la especialista, al tiempo que aclaró que, cuando se habla de “patógeno”, se hace referencia al vector (Polymyxa graminis) infectado con el virus (RSNV).
De acuerdo con Miriam Asselborn, investigadora de la misma unidad del INTA, la distribución de los síntomas puede mostrarse en plantas aisladas, en manchones o en gran parte del lote, según el nivel de infección del lote. En general, es posible observarlos a partir de 30 días después de la siembra, en los rebrotes y en las malezas gramíneas y ciperáceas.
En los casos más severos, el patógeno puede conducir a la muerte de la planta, mientras que, en estadios previos, provoca deformaciones, enanismo o menor desarrollo de los ejemplares. Otros síntomas que marcan su presencia son: estrías cloróticas, amarillas o blancas, paralelas a las nervaduras; láminas foliares enruladas o “entorchadas”; crecimiento en zig-zag en cualquier parte de la hoja; arrugamiento de la lámina foliar; clorosis y necrosis de tejidos; panojas con deformaciones.
Además, Asselborn explicó que el patógeno se propaga a través de la tierra proveniente de lotes infectados, que queda adherida a la semilla o a la maquinaria agrícola. El agua de riego y sus fuentes (lagunas, ríos, etc.) también pueden ser un medio de difusión.
Prevenir antes que curar
En primer lugar, las investigadoras les recomiendan a los productores que tomen medidas de prevención. La más básica es evitar que el patógeno infecte el lote.
Para lograr la efectiva exclusión, es importante realizar el cultivo con semillas de arroz certificadas –que garanticen la sanidad– y asegurarse de utilizar simientes procedentes de lotes sin antecedentes de la enfermedad, debido al riesgo de infestación en su cubierta con partículas de tierra que contengan el patógeno.
De igual modo, se sugiere profundizar la limpieza de maquinaria y elementos de trabajo agrícola, como botas o ruedas de vehículos, después de su paso por lotes afectados.
En un segundo lugar, se encuentra el tratamiento de parcelas con antecedentes de la enfermedad, donde pueden implementarse otras medidas como el manejo del agua de riego o de los canales de drenaje con el objetivo de minimizar la propagación del patógeno hacia lotes vecinos sanos.
Con el mismo objetivo, las investigadoras aconsejan evitar el movimiento de personal y de implementos agrícolas contaminados entre lotes afectados y otros libres de la enfermedad; promover la rotación de cultivos con especies no gramíneas, y no sembrar luego de un período seco prolongado y un riego o lluvia.
“Antes de sembrar, es preferible dejar un tiempo breve después de que el terreno se remoje, debido a que esta situación promueve la explosión de producción de esporas de Polymyxa que infectarían severamente al cultivo”, puntualizó Pedraza.
En tanto, Asselborn indicó las ventajas de realizar un buen control de malezas gramíneas y ciperáceas previo a la siembra e intensificar el monitoreo a partir de los 30 días desde la siembra y durante el cultivo, así como consultar a un técnico. “En condiciones experimentales, el arroz bajo riego permanente ha presentado una menor incidencia de entorchamiento”, destacó Asselborn.
Para mayor asesoramiento, también es posible comunicarse con los grupos de investigación que trabajan en la identificación de la enfermedad en distintos puntos de la región NEA: – Laboratorio de Fitopatología (EEA Concepción del Uruguay). Ruta 39 km 143.5, Entre Ríos. Contacto de referencia: asselborn.miriam@inta.gob.ar y pedraza.maria@inta.gob.ar – Grupo de Manejo de Arroz (EEA El Sombrerito). Ruta Nacional 12 km 1008, Corrientes. Contacto de referencia: kruger.raul@inta.gob.ar – Instituto de Patología Vegetal del INTA (IPAVE). Km 5 1/2, Camino 60 cuadras, Córdoba. Contacto de referencia: celli.marcos@inta.gob.ar y gimenez.maria@inta.gob.ar – Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional del Nordeste (UNNE). Juan Bautista Cabral 2131, Corrientes. Contacto de referencia: suarroz@yahoo.com.ar (Dra. Susana Gutierrez).
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