Una estimación del economista Juan Manuel Garzón muestra que, aún si el escenario productivo y de precios desmejora, la cosecha 2020/21 dejará más divisas que la campaña anterior.
El economista del Ieral-Fundación Mediterránea no dudó al ponerle título a su último informe: “La campaña agrícola avanza con muy buenas noticias para la economía argentina”.
Estas “muy buenas noticias” están apuntaladas por dos vientos de cola: los altos caudales de lluvias que cayeron en las últimas semanas y los precios internacionales de los granos que han escalado sin freno desde fines del año pasado.
Según Garzón, las últimas proyecciones del Banco Central señalan que la Argentina tendría una recuperación económica del 5,5 por ciento, y que el sector agrícola volverá a tener un gran protagonismo en ese repunte.
Esto “debido a las noticias vinculadas a dos factores que le son exógenos, en el sentido que están fuera del control de las empresas agropecuarias, pero que son determinantes de sus logros productivos y económicos: el clima y los precios internacionales”.
En cuanto al clima, la campaña había comenzado con el temor de que el fenómeno La Niña impactara de manera significativa en los rendimientos. Ese temor tuvo asidero en los primeros meses de la siembra gruesa, ya que hasta fines de diciembre prácticamente no cayeron acumulados de consideración.
Sin embargo, desde mediados de enero hasta la actualidad, las precipitaciones estuvieron incluso por encima de su promedio histórico en algunas regiones, y eso hizo que las proyecciones de producción sean más optimistas: rondan entre 46 y 48 millones de toneladas tanto para soja como para maíz. Significan una caída, pero leve, en relación al volumen obtenido en el ciclo 2019/20.
En este marco, la clave del 2021 es un arranque histórico de las cotizaciones internacionales: los valores actuales son los más altos en siete años.
La soja promedió entre 557 dólares y 543 dólares por tonelada en enero y en la primera quincena de febrero: son casi 200 dólares más que hace un año y hay que retroceder hasta 2013 y 2014 para encontrar valores tan altos. Para la cosecha, entre marzo y junio, se proyecta un valor de entre 500 y 520 dólares, un muy buen precio en caso de confirmarse.
En la misma sintonía, el maíz ha promediado entre 257 y 252 dólares, 75 más que doce meses atrás y con una proyección a cosecha de 230 dólares, también una cifra alta en términos históricos.
“Como puede inferirse, por las mejores perspectivas productivas y el nuevo nivel de precios, el aporte de agro dólares apunta alto este año, la pregunta es qué tan alto”, menciona Garzón en su reporte.
Para responderlo, elaboró 15 escenarios. El de base supone 48 millones de toneladas de soja y 47 millones de maíz, y un precio de 500 dólares por tonelada para la oleaginosa y 230 dólares para el cereal.
Bajo este escenario, la cosecha tendría un valor bruto de 44.000 millones de dólares, un 33 por ciento u 11.000 millones de dólares más que la campaña anterior.
Pero sobre esa base, Garzón supuso otros cuatro escenarios de producción y dos más de precios internacionales (suba del 10 por ciento o baja del diez por ciento).
El mejor de todos, que asoma como poco probable porque una mejora en la cosecha de Argentina seguro impactaría en un menor precio internacional, significaría un valor bruto de la cosecha de 52.000 millones de dólares, 57 por ciento o 19.000 millones más que en el ciclo 2019/20.
El peor, que solo sería posible si vuelven a escasear las lluvias en Argentina, pero se confirman los pronósticos de buena cosecha en Brasil, significaría una cosecha valuada en 37.000 millones de dólares; es decir, 4.000 millones más.
De aquí se desprende una conclusión muy importante y clave tanto para el Gobierno como para los actores económicos: aún en el escenario más pesimista partiendo de la foto de hoy, la campaña 2020/21 movilizará más dinero que la anterior.
Pero estos guarismos son calculados suponiendo que toda la cosecha se vendiera a precios de exportación. En la realidad, hay muchas toneladas –sobre todo de maíz y de trigo– que se comercializan en el mercado interno para su transformación en proteína animal o en alimentos para consumo humano. Asimismo, no todo el volumen se comercializa en la misma época del año.
Por eso, Garzón realizó una estimación adicional: construyó otros 15 escenarios con el posible ingreso de dólares por exportaciones de siete granos: soja, maíz, trigo, cebada, sorgo, girasol y maní, y sus principales derivados industriales (harinas, aceites).
El escenario base supone que se exportan 5,8 millones de toneladas de soja, 25,4 millones de toneladas de harina de soja, 8,1 millones de toneladas de trigo y 32,5 millones de toneladas de maíz.
Con los precios estimados, el comercio exterior agrícola totalizaría 33.900 millones de dólares, un 34 por ciento u 8.600 millones de dólares más que en la temporada pasada.
“Hay escenarios más expansivos, aquellos que suponen ya sea mayores saldos exportables (por mayor producción y/o mayores precios internacionales), donde el aporte de divisas adicional al 2020 supera los 10.000 millones de dólares. Mientras que hay otros donde sucede lo contrario: los volúmenes enviados y/o los precios de exportación son más bajos y el aporte extra de divisas se ubica cerca de los 5.000 millones y menos”, remata Garzón.
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