Alfalfa: Ejemplos para imitar

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La evolución de un cultivo que se moderniza

Gracias a la adopción de nuevas herramientas y un manejo intensivo, la alfalfa se consolida como opción estratégica tanto para abastecer al mercado interno como para llegar a destinos de exportación.

Una interesante experiencia con productores del centro-norte de Córdoba, que están redescubriendo el potencial de la alfalfa, que difundió en su portal la Sociedad Rural de Jesús María nos pareció interesante compartir con los lectores de Campo en Acción. La posibilidad que ofrece producir como una alternativa rentable, versátil y altamente tecnificada.

La evolución de un cultivo que se moderniza

El avance tecnológico ha cambiado por completo la forma de producir alfalfa. Desde la siembra hasta la cosecha, cada etapa del proceso se ha optimizado con el objetivo de mejorar el rendimiento y la calidad.

“El cultivo de alfalfa ya no es lo que era hace 20 años. Hoy hay que pensar en producir con tecnología, con calidad, con visión comercial. Quien lo hace bien, gana en rentabilidad y en oportunidades”, asegura Julio Daniotti, productor referente de la zona y especialista en cultivos forrajeros.

Entre los principales cambios se destacan:

• Mayor estabilidad productiva: la alfalfa produce durante todo el año, con múltiples cortes por campaña que permiten recuperar rendimientos incluso si alguno no es óptimo.

• Alta adaptabilidad: responde bien en distintos ambientes y sistemas productivos.

• Tecnificación en cada etapa: el uso de maquinaria como megaenfardadoras, rastrillos giroscópicos, segadoras acondicionadoras y vaporizadores de andana ha revolucionado la cosecha.

• Calidad medida al detalle: tecnologías como la espectroscopía NIR permiten conocer con precisión los parámetros nutricionales del forraje.

• Manejo nutricional preciso: el cultivo exige reposición constante de nutrientes, especialmente fósforo y microelementos, para sostener altos niveles de productividad.

Segmentación y rentabilidad: un cultivo para distintos mercados

Una de las mayores ventajas de la alfalfa es su capacidad de generar distintas calidades que pueden ser comercializadas en diversos mercados: desde tambos de alta exigencia, hasta feedlots, criadores de caballos, ovinos y exportadores.

“La clave está en segmentar y manejar bien la confección. Hay cortes que van derecho al mercado externo, y otros que se destinan a tambos o feedlots. Todo se vende si se trabaja con seriedad y conocimiento”, remarca Daniotti.

Con un manejo adecuado y tecnologías de confección, hasta un 25% de la producción puede alcanzar los estándares internacionales más exigentes. Esta segmentación, sumada al creciente interés global por la alfalfa de calidad, convierte al cultivo en una herramienta clave para diversificar y aumentar la rentabilidad.

¿Por qué apostar a la alfalfa?

• Demanda sostenida: el mercado interno y externo reclama cada vez más volumen y calidad.

• Ventaja competitiva argentina: frente a países con restricciones hídricas, Argentina tiene condiciones agroclimáticas favorables y posibilidades de escalar producción.

• Potencial exportador: con inversión en tecnología y mejora del manejo, nuestro país puede posicionarse como uno de los principales proveedores de alfalfa a nivel mundial.

“El mundo pide calidad, y nosotros podemos ofrecerla si invertimos en capacitación, tecnología y manejo. No hay techo para la alfalfa bien hecha”, subraya el productor.

Claves para quienes se inician

Para los nuevos productores, la recomendación es clara: comenzar con un enfoque técnico desde el inicio, apoyarse en el asesoramiento agronómico y aprovechar todas las herramientas disponibles para garantizar calidad y eficiencia.

“Lo importante es aprender. Los primeros años se aprende mucho: cuándo cortar, cómo confeccionar, cómo manejar la humedad. El cultivo te va enseñando, pero hay que estar dispuesto a escuchar”, concluye Daniotti.

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