La migración del campo a la ciudad se mantiene como una constante en la provincia y la región; y para saber más de las razones que motivan tal situación, Campo en Acción consultó a una experta. Se trata de Paola Maier, profesora adjunta de la Cátedra de Sociología y Extensión Rural en la Facultad de Ciencias Agropecuarias de la UNER. La docente habló a través del streaming de Canal Once.
— ¿Cuáles son los principales problemas por los cuales los jóvenes que viven en el campo no quieren quedar?
—Un poco está ligado al sacrificio que implican las actividades en el sector agropecuario: por ejemplo, el sector tambero requiere de labores muy sacrificadas, con horarios extendidos y alto nivel de demanda física. Sumado esto a que muchas veces no hay espacio para el descanso los fines de semana, se da el fenómeno de que muchos jóvenes miren hacia las ciudades en buscas de nuevas oportunidades o profesiones que sean más estables a nivel económico. La mecanización del sector productivo ha reemplazado parte de la mano de obra. Pero al producirse esta salida de jóvenes, ocurre el llamado envejecimiento poblacional, con su consecuente demanda de mano de obra joven capaz de realizar las tareas del campo.
—¿Son las escuelas agrotécnicas el ámbito desde donde revertir este fenómeno?
—Desde la cátedra de Sociología y Extensión Rural, realizamos una actividad desde hace más de 10 años basada en prácticas de nuestros estudiantes universitarios en escuelas agrotécnicas de Entre Ríos. Asimismo, hay actividades de extensión que consisten en difundir las carreras con las que cuentan tanto la Facultad de Ciencias Agropecuarias como el resto de la Universidad Nacional de Entre Ríos (UNER). Gracias a este trabajo, nuestros estudiantes se han sorprendido de la poca cantidad de alumnos de agrotécnicas que optan por carreras asociadas al campo. La mayoría, al ser consultados, afirman que estudiarán para ser policías, médicos, maestros, profesores; pero son muy pocos los que optan por elegir carreras vinculadas al sector agropecuario. Llama también poderosamente la atención, el hecho de que muchos alumnos sean hijos de productores, teniendo a su vez una formación relacionada al sector.
—¿Es un cambio cultural?
—Los jóvenes tienen otras miradas sobre sus formas de vida, buscan otras alternativas que sean más estables y con menos horas de trabajo.
—¿Este fenómeno se da sólo en la Argentina o se repite a nivel internacional?
—No te sabría responder a nivel internacional, pero en Argentina si: estando migrando mucho hacia las zonas urbanas.
—El sector tambero debe ser una de las cadenas productivas que más sufre este fenómeno, generando una concentración en esa economía debido a la falta de mano de obra para realizar la actividad tambera. ¿Estás de acuerdo?
—Por supuesto, sumado a que es una actividad mal remunerada, las ganancias son bajas y los costos de producción, altos. Eso los jóvenes lo ven a través de sus padres, si ven que no les va bien terminan optando por irse; pero creo también que es una combinación que se da entre las expectativas que pueda tener la familia, lo que le ofrece ese territorio y qué es lo que proyecta ese joven a futuro.
—¿Cómo ves el futuro de esta práctica?
—No es malo que los jóvenes migren, pero lo ideal sería que se creen las condiciones a nivel rural para que ellos puedan volver al campo con todos los conocimientos, herramientas e ideas innovadoras para contribuir al desarrollo rural.
—¿Esto depende mucho de políticas agropecuarias de estado para generar esas condiciones?
—Totalmente. Por ejemplo, acceso al crédito para poder comprar tierras; o disponer de una conectividad estable para poder acceder al gran número de carreras que hoy en día se dictan de manera virtual.
Miguel Eugenio Ruberto / Campo en Acción
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