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Historias de vida

María Sardá, Mercedes Lalor e Inés Amuchástegui, tres mujeres que mandan en su ámbito de trabajo

María Luisa Sarda y su esposo Horacio Estéves, en la visita de Campo en Acción.
María Luisa Sarda y su esposo Horacio Estéves, en la visita de Campo en Acción.
06/04/2021 11:07 hs

Las explotaciones agropecuarias encabezadas por mujeres se duplicaron en 16 años. Según datos del último Censo Nacional Agropecuario (CNA) realizado por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) en 2018 un 20% de los establecimientos tenía una conducción femenina mientras que, en 2002, el porcentaje era sólo del 10%.

El CNA 2018 cubrió un total de 206,7 millones de hectáreas donde se censaron 250.881 Explotaciones Agropecuarias (EAP), considerando aquellas que tienen relación de mercado, y no las de autoconsumo o de uso familiar.

Los datos estadísticos mostraron que en 2002, de un total de 290.370 productores o socios, 29.945 eran mujeres, un número que se incrementó hasta sumar los 43.399 establecimientos actuales.

Según el coordinador general del censo, Agustín Lodola, Argentina tiene uno de los números más altos de mujeres conductoras de campos agropecuarios de América latina.

Las mujeres fueron ganando espacios y ocupan cada vez más lugares clave. Incluso en las casas de estudio ya se puede encontrar una proporción similar entre quienes cursan carreras vinculadas a la producción, cuando en el pasado esto no era así.

De este modo, parecería que el sector agropecuario argentino, otrora considerado un tanto cerrado, tradicionalista y machista, está virando a ser un espacio dinámico y moderno, donde participar ya no es una cuestión de género.

Mercedes Lalor es la primera mujer que entró a la comisión directiva de la Sociedad Rural Argentina (SRA) hace más de una década. Su vocación gremialista nació muchos años antes, cuando se acercó a la Sociedad Rural de General Villegas para colaborar como revisora de cuentas.

“Me pareció que el gremialismo rural era una forma de involucrarse con las cosas que le pasan al sector donde uno trabaja y con el que uno tiene una relación. Así, fui haciendo varias tareas en la Rural de Villegas hasta que llegué a la presidencia”, recuerda.

Quiso el destino que su mandato coincidiera con uno de los hitos más fuertes del ruralismo argentino, que fue cuando se plantó contra la resolución 125 que proponía las retenciones móviles. “Cuando asumí me tocó bailar con la más fea, pero creo que fue un honor y un momento histórico. Por supuesto que participé de la movilización al Monumento a la Bandera, a Palermo y a todos los lugares donde nos manifestamos. Tuvimos un rol muy importante porque nuestro sector solía quedarse callado y tranqueras adentro. Esto nos dio la dimensión de lo que podemos generar y de lo importante que somos en el país”, subraya.

Productora agropecuaria y criadora de caballos criollos, Lalor participa activamente en la Asociación de Criadores de Caballos Criollos (ACCC). Según su experiencia, el hecho de ser mujer no hizo diferencia en ninguno de los ámbitos en los que se desenvuelve.

“Cuando decidí venirme al campo, hace unos 50 años, al principio estaba mi padre y me guiaba. En ese momento, me hice cargo e hice de todo. De repente, a la gente le costaba un poco que les diera las indicaciones una mujer. Pero cuando vos trabajás a la par y das el ejemplo, enseguida te respetan. Si hay que ir al fondo del campo lloviendo, voy con vos. Nunca tuve problemas, todo lo contrario, aprendí mucho del personal”, relata y considera que “no hay que competir, hay que trabajar a la par”.

Para Lalor “no hay que pedir prioridades ni tratos preferenciales” por el hecho de ser mujer. “No soy de las que esperan a que le den la silla. Llegá y sentáte donde encuentres lugar”, se ríe.

Sin embargo, admite que la mirada de una mujer es diferente y complementaria a la de un hombre. “Muchas veces me digo ‘acá voy a sumar un pensamiento femenino’. El hombre es más lineal: para él es blanco o negro. Nosotras tenemos cierta intuición, o desconfianza, y eso suma. Incluso podemos tener una mirada más global”, agrega.

Lalor divide sus días entre tareas de oficina y recorridas en el campo. “Durante las mañanas leo los diarios y las noticias gremiales. También hago presupuestos, me encargo de las compras de insumos, de coordinar las entregas con los proveedores, hablar con el carpintero que tiene que venir a arreglar la manga, pagos en el banco, documentación de los caballos, etc. A la tarde salgo a recorrer el campo, hacer los apartes de los caballos, la numeración de potrillos, ver trabajos con el alambrador, entre otras cosas”, señala la mujer quien lleva adelante el establecimiento junto a su marido. “En el campo trabajamos todos”, reafirma.

Inés Amuchástegui es una joven ingeniera agrónoma. Con 31 años, trabaja como técnica de producción en una empresa familiar y es responsable de su cabaña Angus en Alta Gracia, Córdoba. “El mundo está hecho de hombres y mujeres y cada uno debe demostrar lo que es capaz de hacer”, dice.

“Opino que hombres y mujeres no somos iguales, cada uno tiene sus debilidades y fortalezas. Cada uno, más allá del género, se especializa, se adapta y elige lo que quiere”, señala Amuchástegui.

Hija de un agrónomo y de una bióloga, afirma que el sector agropecuario está abriendo más puertas para que se incorporen las mujeres. “Por ejemplo, desde lo legal, ya hay empresas que publican cuántas mujeres toman”, señala, aunque discrepa con el concepto de cupo. “Creo que cada uno tiene que hacer su camino, se tiene que hacer respetar, tanto en la oficina como en el campo”, agrega.

“Hoy ser agrónoma o dedicarte al campo no está mal visto y hay mucho trabajo. Creo que la mirada de mujer se complementa con la del hombre y por eso está bueno hacer equipos mixtos”, asegura.

Amuchástegui también es presidenta del Ateneo de Angus Centro, donde el 56% son mujeres. La entidad trabaja para estimular el interés de las nuevas generaciones por la cría de esta raza. “En la cabaña somos 3 hermanas y un varón, y en el campo trabajamos todos. También hago parte del trabajo de oficina porque hay mucho para hacer. Me ocupo de la planificación de siembra, cosecha y pulverizaciones. En la cabaña hago todo, desde la planificación de insumos, la selección toros para inseminación hasta la vacunación”, cuenta. “Las mujeres somos más conciliadoras”, agrega.

No debe haber nadie en Concordia que no conozca a María Luisa Sardá, alias ‘Malicha’. Productora agropecuaria, madre de cuatro hijos y con trayectoria gremial, esta mujer conoce su provincia como la palma de su mano. “Fui la primera presidenta mujer de la Sociedad Rural de Concordia durante el máximo permitido que son 3 períodos, así que estuve 6 años. Fue una gran experiencia, con enorme colaboración por parte de todos. Aprendí un montón de cosas y creo que dejé algo mío también”, recuerda.

Compartí mucho con todas las rurales de Entre Ríos integradas a Farer donde había dos presidentes mujeres también”, destaca.

Cuarta generación a cargo de su establecimiento familiar, Malicha sumó la agricultura a la actividad tradicionalmente ganadera con pastura, arroz y sorgo. Su gran pasión está volcada a la cabaña Hereford, raza que promueve desde la Comisión de Hereford de la Mesopotamia.

“Tenemos el objetivo de llevar la raza adelante y para eso estamos en contacto permanente con los productores. Recorro mucho los establecimientos, acompañamos a los productores y estamos en contacto permanente porque la raza tiene mucha presencia en toda la región”, cuenta.

A Malicha nunca le costó desenvolverse entre grupos de trabajo mayoritariamente masculinos. Por el contrario, considera que puede aportar su mirada como mujer en todas sus actividades: “Nosotras llevamos un rol muy importante: somos conciliadoras, somos las que ponemos los paños fríos en situaciones difíciles. Muchas veces me quedo charlando con el camionero o con el que está cosechando porque queremos saber y conocer más del otro”, concluye.

La Comisión Directiva de la Asociación Argentina de Angus modificó recientemente el reglamento electoral de la institución para permitir el voto por correspondencia.

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Asimismo, estableció un cupo femenino del 10% para promover una mayor participación de las mujeres entre sus representantes. “Fue necesario también avanzar en una mayor participación femenina, estableciendo un cupo que refleje los cambios que se están dando tanto en la institución como en toda la sociedad”, destacó la asociación en un comunicado.

Fuente: Agroclave / Verónica Salamanco

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