La rentabilidad del girasol es un aliciente destacado del productor que lo elige. En contraposición, el desafío de aplicar técnicas de manejo más complicadas, en comparación al resto de los cultivos tradicionales; y la lucha contra las aves que se quieren quedar siempre con una porción del rinde son los aspectos que definen la reducción del área sembrada; de unas 6000 hectáreas en suelo entrerriano.
Para saber más del cultivo y separar mitos de verdades de la especialidad, Campo en Acción visitó un lote de 20 hectáreas girasoleras de la zona de Valle María, en Diamante. En el lugar de los hechos el asesor técnico, Esteban Merini, contó que la campaña viene bien atento que las plantas se destacan por la mínima demanda de humedad. Es decir, la sequía no perjudicó la producción hecha en dos partes: en fecha de siembra temprana y tardía.
El profesional especificó que el girasol no exige humedad para su floración y que esa condición este año fue muy apreciada. “El cultivo tardío de girasol viene de un trigo, se sembró como experiencia para analizar el comportamiento del material; veremos a cosecha como termina el ciclo” sentenció antes de describir que el material elegido es estriado, de ciclo intermedio.
Detalló que sembraron en la primera quincena de noviembre, hicieron un barbecho corto con secante y pre emergente y fertilización de base, nada más. La densidad fue de 2,5 plantas por metro lineal. Esperan trillar en los últimos días de febrero sin otro pronóstico de rinde que el logrado en la campaña anterior: entre 2.000 y 2.300 kilos por hectárea.
“Para aumentar esas marcas en la provincia hay que mejorar la fertilización del suelo” dejó saber Merini al precisar que en su opinión aún hay margen para aumentar rendimientos.
Incluso puso en su justa medida lo inherente a la históricamente conflictiva relación que mantienen con los pájaros, que pujan por comerse las semillas de las tortas. Contó que su fórmula para ganar la pulseada es el secado anticipado: “Cuando se forma el grano planeamos la cosecha y así no se seca en planta”.
También tiene una estrategia de manejo para las cañas que quedan plantadas en el lote tras la trilla: le pasan un rollo y quedan hechas barbechos a la espera del próximo cultivo ordenado en el esquema de rotación, que esta vez será un trigo, luego soja y de vuelta girasol.
Una cosa es contarlo, otra diferente es hacerlo. Pero Merini sabe de que se trata y no duda en rematar la entrevista con una cita que define toda la situación: “La rentabilidad del girasol es interesante, vale la pena el trabajo que demanda”.
Daniel Aguilar / Campo en Acción
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