
Desde Aapresid se indica que cayó al 82% la adopción de la siembra directa en la última campaña. Por medio de un informe ponderan que “el retroceso del 95% histórico al 82% actual de superficie bajo siembra directa debe leerse como una señal de alerta. El desafío es evitar decisiones reactivas que resuelvan una campaña, pero comprometan la sustentabilidad futura”.
Esta frase forma parte de un comunicado que emitió este lunes la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid) y que da cuenta de la preocupación que existe en la entidad por el retorno que han emprendido muchos productores y asesores hacia los métodos más tradicionales y antiguos de labranza convencional.
La discusión se alimentó en la última semana luego de que el agrónomo “récordman” de maíz, Ernesto Cruz, señalara que la siembra directa no alcanza para lograr altos rindes, porque produce entre otras cosas compactación de suelos; y también a raíz de quienes consideran que para combatir malezas, con el crecimiento de biotipos resistentes, es inevitable volver a remover los suelos.
En este marco, Infocampo dialogó la semana pasada con el presidente de Aapresid, Marcelo Torres, quien reconoció que con la siembra directa no alcanza, pero recordó que desde la entidad vienen formulando la necesidad de aplicar una “evolución” en el sistema, incorporando cultivos de servicio y una mayor rotación.
“La siembra directa es sin dudas uno de los mayores hitos de la agricultura argentina: redujo la erosión y las emisiones GEI, mejoró la infiltración de agua y la productividad por hectárea y posicionó al país como referente global en conservación del suelo”, advirtió Aapresid.
Sin embargo, expresó que una estimación reciente de la Red de Manejo de Plagas de Aapresid (REM) enciende luces de alerta: la superficie bajo siembra directa retrocede, y una de las principales causas, es la necesidad de controlar malezas.
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