Se le llama cultivo de cobertura a la siembra permanente o esporádica de cualquier tipo de vegetal que se utilice para preservar las características del suelo protegiendo su estructura, manteniendo su humedad, aportando nutrientes y materia orgánica para promover la actividad biológica del mismo y que se mantenga fértil durante todo el año.
En general, se los utiliza entre una cosecha y otra para evitar que el suelo quede desnudo y desprotegido frente a agentes físicos como el agua de lluvia y el viento y también para mantener la estructura y actividad del suelo.
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el 95% de los alimentos se producen en el suelo y, al mismo tiempo, este alberga más de un cuarto de la biodiversidad de nuestro planeta. Por eso, los productores se preocupan por cuidarlo, previniendo su erosión y degradación.
Los cultivos de cobertura impiden que las gotas de lluvia impacten directamente sobre el suelo, evitando su erosión hídrica, una de las causas más comunes de la pérdida de fertilidad de los suelos como consecuencia de la pérdida de estructura.
Sin cultivos que lo protejan, las gotas de lluvia removerían la capa superficial del suelo, que contiene materia orgánica y nutrientes, degradándolo y convirtiéndolo en improductivo. Gracias a las raíces de los cultivos de cobertura se genera una estructura porosa que facilita el ingreso y almacenamiento de agua en las capas más profundas de la tierra; al mismo tiempo que se permite la aireación del suelo.
Los cultivos de cobertura también ayudan a combatir las malezas: compiten por los recursos -agua, nutrientes y luz- impidiendo que estas plantas se reproduzcan.
Los cultivos más utilizados son las plantas leguminosas, cuyos frutos generan legumbres como las lentejas o los garbanzos; o las gramíneas como avena, trigo y cebada.
Por ejemplo, luego de la cosecha de maíz se utilizan los cultivos de avena como cubierta vegetal durante dos meses y medio hasta la nueva siembra. Casi el mismo uso se le da en el sur de Brasil: se suelen cultivar avena negra y amarilla durante el invierno previo a la siembra de maíz o soja, dos cultivos que deben desarrollarse en primavera y verano.
La técnica de cobertura se utiliza desde hace miles de años en el mundo. Los productores deben conocer cuáles son los mejores cultivos de cobertura de acuerdo a lo que quieran sembrar posteriormente como cultivo primario, y cuándo es el mejor momento para hacerlo ya que algunos cultivos son más resistentes al frío invernal, mientras que otros crecen mejor en verano y toleran climas más secos y sin lluvias.
Los cultivos de cobertura son esenciales para producir más alimentos protegiendo uno de los recursos más importantes: el suelo.
Los trabajadores del campo se esfuerzan por cultivar respetando el medioambiente y usando sus recursos de una manera eficiente. Junto con otras técnicas como la rotación, los cultivos de cobertura cuidan el suelo, un recurso fundamental para la producción de alimentos y la biodiversidad.
Fuente: agmoderna
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