Es una necesidad para la agroindustria, y posible vía la siembra directa, las rotaciones, la trazabilidad y las certificaciones.
La conservación del suelo, al no roturarlo, es un punto a favor pero hay que seguir sumando cereales a la rotación y devolver más nutrientes.
Por primera vez, en la historia humana, hemos desarrollado tecnologías de producción de alimentos que permiten producciones crecientes no solo sin deterioro del suelo, sino con mejora del recurso. Así comienza este análisis de Fernando Vilella, profesor titular de Agronegocios y director del Programa de Bioeconomía de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires y publicado por CLARIN RURAL
Todas ellas disponibles en Argentina, donde se han hechos contribuciones importantes en el desarrollo de estas prácticas agrícolas sustentables que aseguran un uso eficiente de los recursos naturales, cuidando y mejorando el medio ambiente, garantizan la calidad de los alimentos mediante la trazabilidad y certificación de los mismos, también garantizan condiciones laborales adecuadas para los operarios y su entorno familiar y estabilizan e incrementan la cantidad y la calidad de los alimentos producidos.
Promover y resaltar estos rasgos, generando identidad a nivel marca país es muy importante en un mundo cada vez más exigente en certificaciones y trazabilidad, así como imprescindible para preservar nuestro capital natural que sostiene la producción.
Estas prácticas agrícolas sustentables, según FAO, consisten en “la aplicación del conocimiento disponible a la utilización sostenible de los recursos naturales básicos para la obtención de productos agrícolas alimentarios y no alimentarios, inocuos y saludables, procurando a la vez la viabilidad económica y la estabilidad social”.
La no roturación del suelo y la mantención de la cobertura constante de rastrojos está directamente asociada a la siembra directa, que en la Argentina representa más del 80% del total de la superficie bajo cultivo con granos. Esta contribuye a una mayor actividad biológica, menor erosión del suelo, menor uso de combustible, menores emisión de carbono, mayor calidad de agua, mayor actividad biológica, mayor fertilidad del suelo, mayor estabilidad de producción y rendimiento y menores costos de producción.
La rotación de cultivos, la intensificación de la rotación y los cultivos de cobertura alternando especies presentan ventajas desde el punto de vista agronómico al tener efecto inhibitorio sobre los patógenos, genera un uso balanceado de nutrientes, mejora las condiciones físicas, químicas y biológicas del suelo y favorece la gestión empresarial, ya que permite la diversificación de los riesgos productivos. Argentina tiene aún un problema importante parcialmente irresuelto, con la baja presencia de las gramíneas en la rotación. Las cuestiones institucionales han sido la causa más importante en este deterioro.
El manejo integrado de malezas y plagas procura optimizar el control de las malezas, enfermedades, insectos y otras plagas, reduciendo los problemas fitosanitarios a través de diversas tácticas, considerando factores económicos, sociales y ambientales. Requiere un profundo conocimiento de la biología de la plaga, así como del ambiente. Ya no se trata de “eliminar” una plaga sino de mantenerla debajo del nivel de daño económico con menor impacto ambiental y mayor eficiencia en la gestión empresarial.
El manejo eficiente y responsable de agroquímicos tiene una elevada eficiencia en la aplicación de los productos fitosanitarios realizados a partir de decisiones agronómicas responsables. Esto involucra la elección de producto de menor toxicidad y mayor selectividad (que controlan sólo las “plagas objetivo” sin afectar al resto). Considerar el tiempo mínimo que debe transcurrir entre la aplicación y la cosecha. Almacenar y transportar de manera segura los productos. Cuidar la salud del trabajador. Manejar correctamente las aguas residuales y los envases. Se pasó en 1985 de no usar ningún producto de clase IV (el menos tóxico) a usar más del 80 % en la actualidad.
La nutrición estratégica con la incorporación de un plan racional de fertilización -que contemple no sólo la cantidad de nutrientes a aplicar, sino su uso eficiente por los cultivos- en cada unidad de producción, es un desafío que deberá ser cumplido para acceder a una producción ambientalmente sustentable. El equilibrio químico del suelo debe ser mantenido o recuperado.
Un buen método para evaluarla es el balance de nutrientes, considerando la estrategia de producción de manera integral. Ello hace que la realización de análisis de suelo sea de suma importancia. Si bien se ha avanzado estamos reponiendo porcentajes muy bajos de los nutrientes exportados por los cultivos. Esto está conectado con la rotación con baja proporción de cereales y a las distorsiones provocadas por las distorsiones de precios.
Disponemos de un conjunto de técnicas que nos generan más y mejores alimentos amigables con el ambiente, así como también de instrumentos de certificación y trazabilidad como Agricultura Certificada de Aapresid. En todos los casos los ingenieros agrónomos matriculados tienen un rol irremplazable en la implementación responsable de las mismas.
Por todas las ventajas descriptas, estamos seguros de la importancia de generar una marca país que asocie a Argentina como productora sustentable de alimentos, certificando y trazando sus productos, es un desafío estratégico de primer orden que invitamos a todos los involucrados a seguir construyendo lo antes posible.
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