El presidente de la Asociación Maíz y Sorgo Argentino, Federico Zerboni, salió a pedir a los productores que encaren la nueva campaña con absoluta confianza, ya que dos de los tres factores que impulsaban el desequilibrio del grano han sido solucionados.
“La chicharrita no está más, el riesgo es cero y las lluvias en este último período han recuperado la humedad o situación óptima del suelo; solo queda un factor que es la baja rentabilidad o los márgenes reducidos que marcan un nivel de incidencia en la definición de la siembra”, resumió Zerboni anticipando una baja en la intención hacia la implantación de este grano grueso.
La mayoría de las estimaciones ya indican una caída del 10% al 23% en la siembra de maíz para esta nueva campaña (2024/25) y se nota la duda de muchos productores agropecuarios por volver a caer en las trampas de la chicharrita o cualquier otra plaga que pudiera presentarse.
Esta semana, las instituciones que forman parte del monitoreo salieron a mostrar los números del sexto informe de seguimiento de la Daibulus Maidis (Chicharrita), que resume una secuencia de capturas nulas, en más de 400 trampas dispersas por los campos de todo el país.
El informe remarca que en las dos regiones donde ya hay maíz implantado, no hay presencia de este insecto y solo se detiene en explicar que la región NOA tuvo algunos crecimientos de las poblaciones, aunque en un proporción 90 % inferior a la del ciclo pasado.
Lo cierto es que en las trampas donde caían 300 chicharritas, ya no hay ninguna y en el Noroeste Argentino el último monitoreo relevó entre 5 y 20 ejemplares atrapados.
Por ahora, Maizar y el grupo de instituciones colegas que integran la red, anticiparon que el monitoreo continuará por tres años o podría ser de por vida. A priori, no han podido dar probabilidades o certezas de como se viene trabajando en nuevas variedades con resistencia al ataque de este insecto y mucho menos si los caldos que se preparan para atenuarlo son efectivos y poco costosos.
Mientras tanto, las perspectivas se han corrido para las siembras tardías de diciembre ya que la sucesión de ausencia de insectos es real y está monitoreada. Se dice que los productores ya no están con la guardia baja porque cuentan con más información y capacitación.“Saben que tienen que manejar las fechas de siembra ya que la chicharrita (si apareciera) haría daño hasta la etapa V10 del maíz; es decir hasta los 45 días de su nacimiento”, aseguró Zerboni.
Por estos días, los productores hacen monitoreo pero de sus cuentas y los márgenes negativos que podría estar dejando el manejo del grano. El impasse de la lluvia, los llenó de cálculos por hectárea sembrada.
Hablan de una inversión de u$s 214 dólares en labores, u$s 485 en insumos, cerca de u$s 549 destinados al costo de la tierra y otros u$s 264 en los costos de comercialización. La suma da u$s 1.512 por hectáreas de maíz como costo total y un ingreso bruto de u$s 1.496.
La diferencia del ingreso neto es negativa en u$s 16 dólares promedio. El tercer factor, por encima del clima y del insecto, es el que genera dudas y dispersa las intenciones de siembra hacia la soja u otros cultivos, de cara a esta nueva campaña agrícola.
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