Ricardo Héctor Maich, experto de la Facultad de Ciencias Agropecuarias de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) explica los resultados de un ensayo sobre lino que determina la importancia de un contexto ambiental favorable para poder incrementar su rendimiento.
El título hace referencia al rendimiento promedio de dieciocho campañas agrícolas en el cultivo de lino (2000-2018) (https://www.bolsacer.org.ar/Fuentes/siberd.php?Id=973). No hay subsidio, ni sobreprecio, ni conflicto internacional que motorice la producción de lino oleaginoso con los rendimientos y precios actuales.
Lejos de ser pesimista respecto a la expansión del cultivo de lino, y en base a las dos “patas” de la expresión fenotípica del rendimiento en grano, genética y ambiente, es que se desanda el camino de cómo romper la barrera de la tonelada de grano por hectárea.
Ensayos comparativos
En el Campo Escuela de la Facultad de Ciencias Agropecuarias de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) se conducen regularmente ensayos comparativos de rendimiento en lino.
Con dos fechas de siembra como regla general (principio y fin de mayo), en secano y con una densidad de siembra cercana a las 300 semillas viables m-2, año tras año los rendimientos rara vez superan la tonelada de grano por hectárea.
Si bien en la región objeto de análisis las precipitaciones durante la estación otoño-invernal son casi nulas, la cantidad de agua almacenada en el perfil del suelo al momento de la siembra, en promedio suele ser del 80 % respecto a la capacidad de campo.
Los resultados publicados en la revista Nexo Agropecuario, correspondientes a un quinquenio de evaluación del cultivar de lino “Panambí” en dos fechas de siembra, muestran que, además de la barrera de la tonelada de grano ha-1, se evidencia una tendencia respecto a que las siembras más tempranas brindaron resultados agronómicos más alentadores.
Surgió “al toque” la siguiente reflexión: “Habría que cultivar otras variedades de lino tal de tener la certeza que la limitante no es de índole genético”.
Así se hizo. Gentilmente el INTA Paraná procedió al envío de semillas de los cultivares de lino Aguará y Caburé. Durante la campaña agrícola 2021-2022, se evaluó al cultivar Panambí junto a los cultivares Aguará y Caburé.
A la fuente de variación “cultivar” se sumó la fuente de variación “fechas de siembra”. Las siembras acontecieron el 10/05/21 y el 30/05/21. Para la primera fecha de siembra la cantidad de agua almacenada hasta los 2 m de profundidad fue de 236 mm, mientras que de 208 mm para la segunda fecha de siembra.
Las parcelas estuvieron constituidas por seis surcos distanciados por 0.20 m y una longitud de 5 m. La estructura del ensayo fue en parcelas divididas, correspondiéndole a la parcela principal la fecha de siembra y a la subparcela el cultivar de lino. Todo enmarcado en un diseño experimental en bloques aleatorios con dos repeticiones.
A partir de los dos surcos centrales se tomó una muestra de 1 m-2. Se midieron o estimaron las siguientes variables: rendimiento en grano (kg ha-1), peso de mil granos (g) y número de granos m-2.
Importancia de la fecha de siembra
Las palabras huelgan. En base a los resultados que se presentan en las tablas 1 y 2, el peso de la componente genética (elección varietal) resultó irrelevante a los fines de distinguir al rendimiento obtenido del alcanzable. En cambio, una simple y no onerosa práctica de manejo (elección fecha de siembra), hizo que el rendimiento se viese incrementado en más del 50% al adelantar la misma.
En síntesis, el mejoramiento genético por sí solo no es capaz de perforar el techo de la tonelada de grano de lino por hectárea. Es hora de que el cultivo de lino sea comprendido en un contexto ambiental favorable para que los valores internos (efectos génicos) sean visibles al productor. Fuente: ABC Rural
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