
En julio del 2025 el agro logró un nuevo hito: superar los 20 millones de kilos de envases vacíos de fitosanitarios recuperados del campo argentino. Este número es consecuencia de la labor que lleva adelante el sistema integral de gestión desde sus inicios, articulado por la asociación Campo Limpio que nuclea a más de 110 empresas fabricantes de productos fitosanitarios.

Se trata de un esquema pionero y único en nuestro país, ya que, a partir de la responsabilidad extendida y compartida que establece la Ley Nacional de Presupuestos Mínimos Ambientales para los Productos Fitosanitarios (N.º 27.279), abarca a todos aquellos que participan de la cadena: productores, aplicadores, empresas, ingenieros agrónomos, distribuidores y autoridades competentes (a nivel nacional y local).
Desde su lanzamiento, la iniciativa fue ganando escala en todo el territorio nacional, con un crecimiento constante y progresando en el marco de un contexto desafiante, conviviendo con malas prácticas (entierro y quema de envases, entre otras) y el comercio informal del plástico. En 2019, el sistema contaba con apenas siete Centros de Almacenamiento Transitorio (CAT), todos ubicados en la provincia de Buenos Aires. Un año después, ya eran 27 distribuidos en seis provincias. Hoy, la red alcanza los 92 CAT operativos y una presencia activa en 22 provincias argentinas.
Este despliegue fue posible gracias al trabajo conjunto con las provincias que fueron avanzando progresivamente en la implementación de la ley. El crecimiento del sistema también se refleja en los resultados: en los últimos tres años, el recupero de envases aumentó a un ritmo promedio del 30% interanual, consolidando una infraestructura nacional que no sólo cumple con las exigencias legales, sino que también impulsa la economía circular en el sector agroindustrial.

Cada vez que los productores entregan los envases al sistema, actúan de acuerdo con lo requerido legalmente, al mismo tiempo que impiden que se conviertan en un riesgo para el ambiente y/o que su plástico termine en objetos peligrosos para la salud de todos (bolsas para acarreo de alimentos, cubiertos, juguetes, entre otros). Asimismo, la conducta responsable de los productores es respaldada por un certificado ambiental que se emite contra entrega, acreditando su accionar alineado con la sustentabilidad y la ley.
La circularidad del modelo de gestión permite reciclar el plástico recuperado en usos seguros. A la fecha, los envases ya se revalorizan en 19 destinos permitidos; la mayoría en caños tri tubo para contener fibra óptica, envases para productos químicos, materiales de la construcción, etc. Esta puesta en valor es posible gracias a la sinergia del sistema con operadores habilitados provincialmente que reciben los envases y los reciclan, transformándolos en materia prima que sirve de insumo a la industria plástica.

María Pisanu, directora ejecutiva de Campo Limpio, resalta la capilaridad del sistema y sus aportes: “No estamos hablando sólo de números: cada envase recuperado lleva detrás un esfuerzo colectivo, logístico y ambiental que merece ser reconocido y valorizado, y está contribuyendo a la transformación de un hábito que será sostenido en el tiempo. Es fundamental que la industria y los consumidores lo vean como un producto con impacto positivo, capaz de sostener y fortalecer el cuidado del ambiente y la economía circular que estamos construyendo en un contexto muy complejo. Recuperar envases es un paso fundamental, y los logros alcanzados nos muestran que vamos por el camino correcto, pero también sabemos que aún queda mucho por hacer y que sólo podremos hacerlo trabajando juntos”.
Envía tu comentario