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Colonia La Florida

A sus 82 años, Aldo Bel sentenció: “Si no trabajo, no puedo dormir”

Bel fue y aún es un referente gremial de la provincia.
Bel fue y aún es un referente gremial de la provincia.
14/12/2020 16:41 hs

El productor que en días arribará a los 82 años señaló que toda su vida ha trabajado y aún sigue haciéndolo. En sus 8 décadas alcanzó a trabajar con caballos, construir un pozo para una pequeña arrocera, llevar adelante un emprendimiento de piscicultura, perder toda una cosecha del cereal por una feroz devaluación a mediados de los 70.Fue testigos de otros tiempos en su Colonia La Florida donde la misma estaba llena de productores, cuyos hijos concurrían a un establecimiento que desde hace un tiempo cerró por la falta de alumnos.

Fue y es un referente del gremialismo rural. En los reclamos del 2008, por la 125, se lo vio en su tractor, un viejo Zetor, en Capital Federal y en otros lugares del país. La vieja maquinaria todavía marcha y hace sonar su bocina como en aquellos tiempos.

Viernes por la mañana. Jornada calurosa en Colonia La Florida, cuando llegamos al campo de Aldo. El veterano productor discutía amablemente con su hijo Dardo y su nieto Simón en como arrancar el Zetor que se había empacado. Finalmente lo lograron y Aldo se hizo un lugar en su jornada de trabajo para charlar un rato, pese a que es de esas personas a las que no le gustan demasiado, diría que poco y nada, las luces de las cámaras y los micrófonos.

Recordó que fue “hasta segundo grado a la escuela de la Colonia que lamentablemente, hace un tiempo, cerró por la falta de gurises”. Acotó que “ La Florida era una colonia muy linda, con tres escuelas, un boliche, una carnicería, teníamos una cancha de fútbol, una cantidad importante de gurises que le daban mucha vida al lugar”. Señaló que, con el correr del tiempo, todo se “fue terminando por la falta de caminos, como en tantos otros lugares, la colonia se fue quedando sin sus pobladores originales, registrándose un éxodo importante por las limitaciones que teníamos. Llovía y quedábamos literalmente aislados de los centros urbanos ante cualquier emergencia o necesidad. En mis tiempos mozos atábamos un caballo y salíamos igual con un sulky o en un carro ruso, pero la llegada del automóvil que fue un progreso para la movilidad, en parte fue un problema porque se encajaban, formaban huellas quedaban varados en el camino. La gente se cansó, los chicos crecieron y buscaron nuevos horizontes, un poco por las limitaciones destacadas, además de que el campo no daba para dos o tres familias”.

Recordó que en la zona vivían sus tíos “Conrado Bel, Juan Carlos Bel, Sturtsz, Praderio, Mogni entre otros”. Indicó que “cuando trabajaba con su padre, este no se “animó a comprar un tractor y se trabajaba con caballos, tiempo que cultivábamos lino, trigo, maíz a pequeña escala, no más de 20 hectáreas, además de criar gallinas ponedoras, trabajar la quinta, casi que no se compraba nada para vivir, dado que se hacía todo en la casa en una familia compuesta por 8 hermanos que trabajamos codo a codo con nuestros viejos “. Pasó el tiempo y Aldo se metió en un crédito en el Banco Entre Ríos, y adquirió, en 1973, un “John Deere para trabajar en la arrocera que teníamos en nuestro propio campo”.

La Arrocera

Contó que en el año 1970 “no me fue del todo bien y solo pude cubrir los gastos porque no se pagaba bien el arroz, en el segundo año me fundí; mientras que en el tercero enganché una buena cosecha”. Previo a esa buena cosecha Aldo se dedicó a la “fabricación de ladrillos”, por la sencilla razón de que “había que pagar las deudas”. Dijo que todavía “conservo el molde con el que hacía los ladrillos,”. La perseverancia tuvo sus frutos, pero vivimos en Argentinas y los vaivenes de la economía la falta de una política de estado, ha provocado que muchos productores se queden con lo puesto. Aldo recordó que “firmé la venta de una buena cosecha, pero no cobre la venta, y esa misma noche se anunció una devaluación tremenda, y el arroz al día siguiente valía más que el doble de lo que había firmado, razón por la que perdí la cosecha en un par de horas. La venta ya había sido firmada y había que respetar la misma”, sostuvo, ratificando aquello de lo que se firma se respeta.

No es fácil levantarse de un golpe tan duro, difícil de comprender, sin embargo, Aldo, con el optimismo que caracteriza al productor dijo que “nos levantamos de una trompada al mentón con mucho esfuerzo, en base a ahorro, gastar lo justo y necesario y apostar duro al trabajo”.

A mano

Para alimentar la arrocera, Aldo, con sus propias manos y la ayuda de un operario rural construyó un pozo, para sacar agua que debe tener unos 9 metros. “ Todo a pala. Arriba pusimos una roldana y abajo un balde al que íbamos llenando de tierra y volcando afuera, haciendo medio metro por día. No más que eso, porque nos encontramos con piedra y la tarea se tornaba difícil. Después lo calzamos con ladrillo para que no se derrumbe. Lo probamos y al cabo de 35 días comenzó a funcionar”.

Comentó que en el primer año de arrocero, sembró “ 5 hectáreas hasta llegar a las 9 que era la capacidad que tenía el pozo para hacer el riego”. Como anécdota queda una “campaña en donde nadie quería el arroz por lo que tuve que venderlo como alimento para las gallinas y los chanchos en la colonia”.

Bel dijo que a lo largo de su vida probó con distintos emprendimientos, hasta, inclusive, hizo piscicultura en su campo de La Florida. “Alfredito Bel me dijo que podía probar con piscicultura, algo que de lo que no tenía conocimiento, pero como ya tenía el pozo de agua, con la ayuda de mi hijo (Dardo), me puse a hacer unos lagos y trajimos unos alevinos de Clorinda (Formosa). Volvimos con los “Pacucitos” y empezamos a criarlos. Inclusive alcancé a vender en Gualeguaychu. Todo marchaba bien-continúa- hasta que un día, en una jornada de invierno muy fría, se congeló tanto el agua que se murieron todos en una noche y ahí me di cuenta que la actividad no iba andar, razón por las que abandoné luego de 4 años largos años de trabajo.

Hoy tiene unas vacas en un campo al que la sequía le pega fuerte- “ El clima nos está castigando, pero hay que ponerle el hombro. En mi caso sino trabajo y llego cansado a mi casa no puedo dormir, además tengo que seguir laburando porque la jubilación es ínfima, 18.000 pesos”. Cerró diciendo que la “última apuesta fue la de una fábrica de alimentos balanceados que manejan mis hijos que marcha en forma más que aceptable”.

Por una agricultura con Agricultores

El cartel que se encuentra al frente del Tractor acompaño al mismo en las distintas manifestaciones que se originaron en Marzo del 2008 con la “famosa 125 y el voto no positivo del entonces Vicepresidente Julio Cobos”.

Fabián Miró / Especial para Campo en Acción

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