Un 2022 e inicio del 2023 con una condición climática extrema, impacta fuertemente en los niveles de producción del complejo granario y a la vez se refleja en una menor producción de carnes, lácteos y algunas economías regionales.

Un año tan extremo muestra resultados muy variables del uso de muchas tecnologías que venían marcando el camino a seguir desde la mirada de la sustentabilidad de los sistemas de producción.

Frente a la falta de agua tan marcada entre abril y diciembre de 2022 los planteos intensivos de doble cultivo agrícolas o ganaderos (Trigo-Cebada/Soja, Cultivo de cobertura/Soja o Maíz, Verdeo Invierno/Soja etc) fueron los que presentaron los peores resultados desde lo productivo ya que la poca agua disponible fue utilizada por el cultivo de invierno, que en muchas zonas productivas sufrió además el impacto negativo de 2/3 heladas tardías y que dieron como resultado final en muchos casos la pérdida total del cultivo de invierno.

Considerando aún que las lluvias ocurridas en algunas áreas de la zona Núcleo Agrícola no se habían registrado en 100 años, nos obliga a repensar las decisiones de Intensidad y Diversidad de cultivos en la rotación en los buenos suelos agrícolas y los momentos adecuados de siembra y finalización de los cultivos de cobertura invernales, destinados a cultivos de primavera verano. Más que nunca el seguimiento detallado de la ocurrencia de lluvias y sus acumulados, sumado al seguimiento de napas permitirá mejorar a futuro el resultado de estas prácticas.

La vuelta en muchos casos a la labranza convencional producida en las últimas 2/3 campañas mostró claramente que no era el camino a seguir, en cuanto a la mejora en la eficiencia del uso del agua de lluvia. Sin dudas los cultivos en Siembra Directa se defendieron mejor de la falta de lluvias, aunque en algunos casos no alcanzó seguramente para la obtención de buenos rendimientos.

Las decisiones de aplicación de fertilizantes luego de un año de pobres resultados, debemos reforzarla en cuanto a la decisión de las fuentes a utilizar, dosis, momento y formas de aplicación. De igual forma deberemos trabajar sobre los esquemas de control de malezas de los sistemas de producción ya que las extremas condiciones climáticas registradas en las aplicaciones de herbicidas han limitado seriamente, en muchos casos el control de malezas y por lo tanto los resultados productivos.

La campaña 2023/2024 será todo un desafío a encarar no solo desde lo económico (por los magros resultados de la 22/23) sino desde la necesidad de capitalizar las experiencias de lo ocurrido en cuanto a las tecnologías utilizadas.

Desde los inicios de la Fundación Producir Conservando hemos planteado la necesidad de la mirada de largo plazo del sistema de producción y en la obtención de resultados sustentables desde lo económico, social y ambiental.

Debemos decir también que para poder plantear estos sistemas sustentables a largo plazo es condición necesaria lograr consenso en la dirigencia empresaria y política en la necesidad de tener un marco macro estable, desde lo institucional, político y económico que no hemos tenido en los últimos 20/30 años y que nos permita recuperar confianza y apostar a crecer los próximos años. Fuente: Producir Conservando