
Granja Avícola Don Juan nació hace 28 años con la crianza de 3.500 pollos en las inmediaciones de la ciudad de Seguí. Como otros tantos miles de productores de riqueza fueron desarrollándose desde el compromiso familiar. Esa es, en tres líneas, la historia resumida de Orlando Hollmann, el hombre que pasó de las vacas lecheras que ordeñaba con su padre, a la avicultura que explota junto a sus hijos y la, como él mismo dijo a Campo en Acción, “la asistencia esencial” de su esposa.

Hoy tienen seis galpones en producción y una relación estrecha con la firma avícola Don Eduardo que le recibe las aves y proporciona tanto el asesoramiento como los insumos para evolucionar.
“Tratamos de ser lo más eficientes posible, trabajamos en familia, y vemos el futuro con optimismo. Al principio era todo manual, se trabajaba de sol a sol sin energía eléctrica ni caminos, con todo lo que eso implica”, recordó el granjero durante la visita a su establecimiento.

De lo que viene pronosticó: “El sector no tiene techo, todos los años se nota la evolución del conocimiento y la tecnología. Cuando me inicié criar un pollo demandaba 73 días y actualmente lo hacemos en 43 con el mismo peso y toda la calidad sanitaria y nutricional”.
En cuanto al producto terminado y listo para el consumo fue tajante al decir: “Es un mito que la carne de pollo no es sana, lo mismo que el agua. El pollo es producto de un sistema saludable y sostenible, hecho con materias de alta calidad”.

Por el andarivel de los reclamos, Hollmann es cauteloso, respetuoso. No elige levantar la voz, ni señalar con nombres propios. Simplemente precisa que la demanda de mejores caminos siempre está, pero por su parte el aporte pasó por construir 1.500 metros de manera privada para mantener operativa la granja. A las necesidades suma la regularidad en la activación de créditos para invertir y ve en el acceso a la conectividad un insumo básico desde ahora y los años por venir.

En relación a la tarea cotidiana contó que está con un promedio de 20.000 pollos por galpón, un ámbito que, especificó, se expande por 150 metros de largo y 13 de ancho. Dice que lo logra a partir de la evolución “formidable de las herramientas”. Sentenció que “en materia de calefacción, aireación, tolvas, alimentación, genética y sanidad la mejora es permanente”.

Orgulloso, hizo un anuncio: “Estamos iniciando la construcción de nuestro séptimo galpón, moderno, con sensores. Hoy en día es lo último disponible en materia de tecnología. La idea es ir luego adaptando los otros seis. Los paneles solares son una meta a alcanzar”.
En ese marco advirtió que “al tratarse de inversiones dolarizadas frente a un producto que se cobra en pesos, la amortización es un tema sensible. La actividad es rentable cuando se trabaja con eficiencia y nosotros lo logramos en familia. Esto es una empresa y los hijos hacen aportes superadores”.

Justamente Matías acompañó a Campo en Acción por la recorrida a través de la granja y no dudó al indicar que “realmente aprendo mucho al lado de mi padre y también de mis abuelos. El sector es dinámico, evoluciona rápido y fuerte. En general los granjeros están involucrados en planes de inversión y capacitación permanente. No podemos quedarnos quietos, por eso con papá hablamos permanentemente de lo que se viene”.
La recorrida sucedió justo cuando comenzaba la última crianza del año, quizá la más dura de las cinco anuales, porque se hace con el verano encima. En ese escenario el hijo del responsable del lugar describió que “acá el tiempo para el ocio es escaso; entre una crianza y otra se trabaja en el mantenimiento de los galpones, limpieza y desinfección. Además hay que comprender que el manejo sanitario, desde que recibimos al pollo BB, se hace es con mucha atención y cuidado”.

Quizá por tal razón sus índices de mortandad oscilan entre el 4% y 5%, marcas que dan cuenta de una labor eficiente. En eso Orlando aportó que “las enfermedades respiratorias producto de los cambios climáticos representan un punto de atención especial”.
Y de la alimentación determinó que representa otro aspecto esencial, tanto en la elección como en la provisión. “Que el pollo coma cómodo es importante, la regla ideal de conversión indica que por cada seis kilos de alimento se logran 3,100 kilos de carne; cuando el alimento no es todo lo bueno que hace falta o la genética falla esas variables se modifican”. Sin embargo aclaró que “la genética mejoró mucho, lo mismo que el alimento. La avicultura sorprende con innovaciones todos los años”.
Daniel Aguilar / Campo en Acción
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