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Ponen en mapas la cantidad de agua que puede retener el suelo

01/12/2022 16:38 hs

La disponibilidad de agua es el principal factor limitante de la producción de cultivos a escala global. De hecho, la cuantificación de la capacidad de los suelos para almacenar agua útil y monitorear su recarga es fundamental para lograr un mejor aprovechamiento de los recursos hídricos.

En la región Chaco-Pampeana de la Argentina, las diferencias en el almacenaje de agua en los suelos impactan significativamente en la variabilidad de la producción de cultivos agrícolas y forrajeros. Por esto, especialistas del Instituto de Clima y Agua desarrollaron mapas de capacidad de retención de agua útil, hasta uno y dos metros, o menos, donde existen limitaciones a la profundidad de las raíces. Ambos están disponibles en la plataforma GeoINTA (http://www.geointa.inta.gob.ar/).

“Conocer la capacidad de retención de los suelos permite integrar la variabilidad de las lluvias y la evapotranspiración de distintos usos de la tierra para mostrar la recarga que tiene el suelo en cada momento, un elemento esencial para la planificación de cultivos y para estimar la exposición a eventuales sequías”, expresó Jorge Mercau, investigador del INTA y miembro del equipo del programa nacional de Ecofisiología y Agroecosistemas.

“Los suelos con baja capacidad de retención de agua requieren un manejo agronómico que priorice ubicar etapas críticas de los cultivos en momentos donde las lluvias, muy frecuentemente, exceden la demanda de las plantas”, indicó Mercau.

En cambio, “en los ambientes con alta capacidad de retención, es posible diseñar estrategias que permitan llegar a esas etapas críticas con un almacén de agua importante, que permita atravesarlas sin limitaciones, aun cuando falle algún evento esperado de lluvia y aprovechar momentos del año con mayor oferta de radiación para subir el techo de rendimientos”, afirmó el especialista.

El conocimiento de la capacidad de retener agua útil de los suelos es uno de los pilares de la planificación agrícola. “Para ello, se realizó una simplificación de la capacidad de retención de agua útil de los suelos de la región a partir de su composición textural e impedancias para el crecimiento radical”, indicó Lucas Gusmerotti, investigador del Instituto de Clima y Agua.

La región de estudio comprendió las provincias de Buenos Aires, Córdoba, Entre Ríos, La Pampa, Santa Fe, Santiago del Estero y San Luis, las cuales se encuentran en diferentes regiones naturales y concentran la mayor proporción del área sembrada con cultivos agrícolas y forrajeros de la Argentina.

De acuerdo con Gusmerotti, “los mayores valores se observaron en el centro y este de Córdoba, sur de Santa Fe y norte de Buenos Aires con 300 milímetros en hasta dos metros de profundidad”.

Por otro lado, “los menores valores, 90 milímetros en hasta dos metros, son frecuentes en el sur de San Luis, centro-oeste de La Pampa, noroeste de Córdoba y suroeste de Buenos Aires, dado por la presencia de texturas muy arenosas, con baja retención hídrica y presencia de horizontes líticos o petrocálcicos que reducen la profundidad que pueden explorar los cultivos”, detalló el especialista quien añadió que “la mayor parte de la región presentó valores que se ubicaron entre los 240-260 milímetros en hasta dos metros”.

Las cartas de suelos

Para realizar los mapas se utilizaron las cartas de suelo elaboradas por el INTA a diferentes escalas espaciales. En Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe se usaron escalas de semidetalle (1:50.000), mientras que en el resto de las provincias las escalas fueron de reconocimiento (1:100.000 en Entre Ríos, La Pampa y San Luis, y 1:500.000 en Santiago del Estero). En los Bajos Submeriodionales santafesinos se emplearon las cartas a 1:500.000, ya que dicha zona no cuenta con información disponible a escala de semidetalle.

“De cada una de las cartas se extrajeron los valores de composición textural de los taxones presentes en las unidades cartográficas hasta uno y dos metros de profundidad”, explicó Mercau quien puntualizó: “Dada la variación de la textura conforme a los cambios en los horizontes del suelo, la suma de la capacidad de retención de agua útil de cada uno de ellos resultó en la capacidad total de cada unidad taxonómica”.

Los cursos y cuerpos de agua y las áreas misceláneas (afloramientos rocosos, salinas, ciudades, sierras y montañas) fueron enmascaradas en base a la información provista por las cartas de suelos. “El producto final se obtuvo en formato de archivo vectorial con los valores de la capacidad de retención de cada unidad cartográfica correspondiente, con su posterior rasterización para lograr una mejor representación de la variación espacial”, explicó Gusmerotti.

Los especialistas concluyeron que “los mapas obtenidos permitieron captar y visualizar la variabilidad espacial de la capacidad de retención de agua útil de los suelos en la región Chaco-Pampeana, los cuales resultan de utilidad para diversas aplicaciones agronómicas y ambientales”.

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