Especialistas de distintas empresas brindaron su punto de vista sobre el tema; qué beneficio se puede lograr nutriendo a la soja de forma balanceada
En el Simposio Acsoja 2021, dentro del eje temático “Tecnología en soja”, tuvo lugar el panel “Fertilizar la soja, un compromiso frente a la sustentabilidad”, partiendo de la premisa de que Argentina está con niveles muy bajos en el uso de esta práctica en este cultivo.
La moderadora del panel fue María Fernanda González Sanjuan, la gerente ejecutiva de Fertilizar Asociación Civil, quien estuvo acompañada por representantes de empresas, que presentaron su visión y mostraron resultados de sus ensayos y sus principales productos para la nutrición del cultivo.
González Sanjuan plantó el contexto: en los últimos años en los cuales hubo un crecimiento constante en el uso de fertilizantes, la soja fue el cultivo que menos se fertilizó. Más específicamente, el 30% de las hectáreas sembradas con la oleaginosa “no recibió ni siquiera un kilo de fertilizante”. Sin embargo, remarcó que la tendencia cambió en los últimos 2 años y eso es muy positivo.
La directiva de Fertilizar AC hizo hincapié en la situación de los suelos de la Pampa Húmeda, graficando que “en 2001 había 23,3 partes por millón de fósforo (P) y en 2018 pasamos a 16 ppm”.
En cuanto a los rendimientos, citando resultados de la extensa red de ensayos de Fertilizar, González Sanjuan señaló: “Con la tecnología que hoy usa el productor captura solo el 5% del rendimiento, cuando podría capturar un 20% más”.
Además, añadió: “Claramente la fertilización puede inducir a un lado virtuoso o a uno deficiente para la sustentabilidad del recurso natural y en la producción”.
La visión de la industria
Pablo Poklepovic, inició su exposición haciendo referencia “los mitos que viene arrastrando la soja” por la creencia de que “se adapta y rinde aun en suelos pobres” y, “como si fuera un cultivo rústico, se le da un manejo mezquino o poco eficiente”.
En este sentido, llamó especialmente la atención a aquellos que no inoculan las semillas y expresó: “Con el tratamiento de semillas se le puede brindar todo el nitrógeno que necesita en el momento crítico en que se concentra gran parte del rinde”.
A su vez, aseguró que “las sojas de hoy tienen mucha tecnología y requieren de un manejo mucho más profesional”, como por ejemplo el de “hacer una caracterización ambiental intensiva”.
Por su parte, Roberto Rotondaro, de la Asociación de Cooperativas Argentinas, sostuvo que “actualmente la soja se fertiliza en promedio en 50-60% de la superficie, pero con dosis homeopáticas para quedar tranquilos en la conciencia”. En el caso del fósforo (P), Rotondaro indicó que el nivel crítico del mineral para la soja está entre las 10 y las 14 ppm.
Con ensayos en 6 sitios durante 7 campañas, ACA corroboró que mientras el productor aplicaba de 8 a 15 kilos de P y lograba 3 quintales por hectárea más, el lote con una reposición recomendada de 25 kilos de P (tras un análisis de suelo) saltó a 5 qq/ha. “Las respuestas en el cultivo de soja están y es a través de la dosis de fósforo”, apuntó.
Por otro lado, el referente de Rizobacter, Valentín Bastini, comentó que además de fósforo y zinc, hay una serie de nutrientes “que ya son deficitarios y que tienen una importancia muy marcada en la soja”. En tanto, mencionó al calcio (Ca) “que tiene un papel importante en leguminosas que posee implicancia directa en la formación de paredes celulares del grano”; al boro, que interviene en la formación de paredes celulares, en el transporte de azúcares, en la formación de semillas y fruto y en el balance hormonal del cultivo; el molibdeno, que interviene en el ciclo del nitrógeno; y el cobalto, que también interviene en el ciclo del N y forma parte de algunas enzimas y vitaminas B12.
Luego Cecilia Martin de Yara definió los momentos de la aplicación de los fertilizantes, empezando siempre por hacer análisis de suelo para definir la necesidad por nutriente y las dosis.
Para la fertilización a la siembra dijo que hay que elegir un momento de “muy buena humedad en el suelo”. Respecto del cómo, explicó que “el fertilizante debe caer al costado o por debajo de la línea de siembra (y no debe hacer contacto en la semilla)”.
Para la fertilización foliar, recomendó aplicar el nutriente con el caldo de herbicidas, fungicidas e insecticidas. Describió que en caso de la aplicación en una mezcla con glifosato más un componente de fertilizante con 3% de N, 30% de P, 6% azufre y 22% de Ca lograron hasta 300 kilos más de rendimiento, con dosis de entre 60 a 80 kg/ha.
En cuanto a la importancia de la reposición de fósforo (según diagnóstico) más azufre (entre 10 y 15 kilos por año), Matías Saks de Bunge mencionó que en ensayos realizados en 6 campañas entre Bunge y la empresa Nutrien en campos de productores de Crea del Norte de Buenos Aires “hubo respuestas de 400 a 600 kilos con una aplicación de 25 a 28 kg/P más Z”. En paralelo, acotó que “el impacto fue muy marcado: se lograron más de 13 tn de grano acumuladas, es decir, que en 6 años es más de una cosecha”.
Más adelante, sugirió un manejo integrado de la fertilización, con N, P, Z y Zn (zinc), y profundizó: “Implica atender las variables como el espesor o el contenido de arcilla más limo del suelo. Los ambientes más condicionados no van a permitir capturar mayores rindes; son los suelos con menos restricciones por profundidad o menor contenido de arena los que permiten capturar mayores rindes”.
Fuente: AgroFy
Envía tu comentario