Técnicos del INTA Paraná presentaron diversas alternativas a estos ambientes y la regulación densidad de siembra mostró buenos resultados en maíces tardíos.
El maíz es un cultivo que fue ganando áreas en los últimos años con respecto a otros. Los ciclos tardíos se presentaron como una alternativa para mejorar los rendimientos, pero desde INTA Paraná, plantearon la posibilidad de mejorar los rendimientos en ambientes con bajo potencial.
Los trabajos se realizaron en la localidad de Santa Elena, Entre Ríos. “Priorizamos la estabilidad de los rendimientos sobre el mayor potencial productivo, que se da en fechas de siembras tempranas”, señaló Nicolás Maltese, especialista del área de producción de la Experimental Paraná y becario posdoctoral del Conicet tal como lo cuenta AGROFY NEWS.
En este sentido, agregó que estrategias, como la baja densidad de plantas en esquemas de siembra tardía, son promisorias en ambientes de productividad limitada por restricciones de suelos o condiciones climáticas menos favorables, como sucede en el norte de Entre Ríos.
Según datos del INTA, la siembra tardía de maíz alcanzó el 50 % de la superficie total sembrada en la región pampeana, aunque a nivel regional se mantuvo entre un 15 y un 20 %. Por su parte, Maltese sostuvo: “Esta menor adopción en la zona, se podría relacionar con la mayor presión de plagas, malezas y enfermedades fúngicas que afectan la calidad de los granos e incrementan el riesgo del cultivo”.
Frente a este escenario, los investigadores analizaron cómo influye la elección de la densidad de siembra y el genotipo en los rendimientos del cultivo de maíz. De esta manera, se determinó que la adecuación en la densidad de plantas tiene un alto impacto en el costo del cultivo. “A la vez que su ajuste en bajos niveles permite mantener un piso de rendimiento, a partir de otorgar una mayor oferta de recursos por planta, como nutrientes, agua y radiación solar”, expresó Maltese.
Sin embargo, el técnico del INTA advirtió que el maíz tiene una capacidad limitada para compensar la baja densidad de plantas, a diferencia de especies como el girasol (capacidad de expansión foliar), la soja (capacidad de ramificar) o el trigo (capacidad de macollar). “Las bajas densidades afectan significativamente la captura de luz del maíz y, en consecuencia, el crecimiento del cultivo”, indicó.
Experiencia Santa Elena
Datos obtenidos de la evaluación llevada adelante en Santa Elena determinaron que la menor densidad de plantas por unidad de área permite incrementar la oferta de recursos y que las siembras tardías de maíz posibilitan estabilizar el rendimiento interanual.
Maltese aseguró que la elección de híbridos con las capacidades mencionadas anteriormente, otorgan una alta plasticidad vegetativa y reproductiva cuando se siembran en bajas densidades de plantas. “En años donde las condiciones climáticas son favorables para el crecimiento y desarrollo del cultivo, la utilización de híbridos plásticos y bajas densidades de plantas pueden compensar, en parte, el rendimiento de densidades intermedias o altas a través de diferentes mecanismos, como mayor número de espigas por planta, aporte de espigas fértiles en macollos y modificaciones en el largo de la espiga”.
De esta manera, la implementación de estrategias agronómicas defensivas, como las fechas de siembra tardías y bajas densidades de plantas, pueden resultar una herramienta promisoria en ambientes con bajo potencial de rendimiento cuando se utilizan híbridos con alta plasticidad vegetativa y reproductiva, concluyeron desde INTA Paraná.
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