La actividad porcina nacional y la entrerriana en particular vivió un 2018 muy duro a raíz de una serie de factores que se combinaron y generaron “la tormenta perfecta”, al punto que la recuperación de precios de los últimos dos meses no pudo siquiera morigerar los efectos negativos de prácticamente todo el año.
Juan Pablo Cerini, el presidente de la Cámara de Productores Porcinos de Entre Ríos (Capper), en diálogo con Danilo Lima en DOS FLORINES, definió a 2018 como “un año muy complicado, el peor que nos ha tocado vivir desde que estamos en la actividad”. Esta mirada es compartida por los socios de la cámara, cuyos integrantes en su mayoría son productores relativamente nuevos.
En este 2018, desde febrero en adelante, se produjo la tormenta perfecta con factores tales como la reforma tributaria, que bajó la alícuota del IVA del 21% al 10,5%; las devaluaciones que se sucedieron a lo largo del año; y la sequía. Estos dos factores hicieron que se dispararan los precios de los granos, en especial del maíz, que explican el 60% del costo de una granja.
“Todos estos factores, sumados a un contexto recesivo en el mercado interno, donde se destina el 95% de la producción nacional, hicieron de este 2018 un año muy complicado, si bien en los últimos dos meses el precio se ha acomodado un poco. Hemos dejado de vender el animal por debajo del costo pero igualmente esto no alcanza a paliar lo malo que fue todo el año”, remarcó Cerini.
El 2019.
¿Qué necesita el sector de cara a 2019? ¿Pueden tomarse medidas de fondo en un año que será electoral de principio a fin?
Desde el punto de vista impositivo, el hecho de haber movido la alícuota del IVA al 10,5% congela las inversiones. Esto genera saldos de IVA a favor de los productores, tanto por producir como por invertir y crecer.
Esto frena las inversiones, y, por eso, nosotros estamos pidiendo soluciones y hemos hecho propuestas de soluciones para los problemas que ha provocado la reforma fiscal y así poder generar las condiciones para volver a invertir y crecer.
Desde el punto de vista del negocio económico, necesitamos, como todos los argentinos, que la cosecha sea buena. Si logramos una buena cosecha de maíz y de soja, sería un buen indicio y los precios de los granos, se supone, deberían estar más tranquilos.
Y en tercer lugar necesitamos un tipo de cambio que no se mueva bruscamente, lo que no significa atraso cambiario. Nosotros creemos que hay un proceso de mediano y largo plazo, vinculado con las exportaciones de cerdos, que requiere un tipo de cambio competitivo, que flote de manera armónica, sin pegar saltos ni para arriba y para abajo.
En suma: necesitamos una macroeconomía relativamente acomodada y precios de los granos normales.
El consumo.
¿La pérdida del poder adquisitivo de los salarios afectó el consumo de carne de cerdo?
No es tan simple medir el consumo en forma frecuente porque el dato del consumo se determina en función de la producción. Es decir, cuánto produce el país, que se establece sobre la base de la faena. A eso se le suman los kilos que se importan y se le restan los kilos que se exportan, y todo eso se divide por la cantidad de habitantes. De allí sale que en la Argentina se consumen entre 15 y 16 kilos de carne de cerdo por habitante y por año.
Pero lo podemos percibir analizando lo que pasa en la góndola y de cómo su mueven los precios de la distintas carnes y de determinados cortes que son referencia en el mercado. Es decir, el asado vacuno contra el asado de cerdo y las pulpas. Cuando la carne de vaca está un 30% más cara que la de cerdo, el consumo de cerdo tiende a crecer, y cuando los precios se acercan, como sucede en este momento, el consumo de cerdo tiende a caer.
Envía tu comentario