El productor y consignatario Sergio Esponda, que trabaja con un campo en cercanías de la ciudad de Gualeguaychú y otro en la zona de Perdices, indicó que pese a tomar todas las precauciones “siempre nos pegan un golpe”.
“Pese al esfuerzo de la Policía, es algo de nunca acabar, además es imposible controlar los más de 2000 kilómetros que tiene el departamento Gualeguaychú y la infinidad de entradas y salidas a la ciudad”, expresó.
“En el campo cercano a la ciudad hacía un buen tiempo que no nos robaban o carneaban. Instrumentamos una serie de medidas como la de encerrar la hacienda todas las tardecitas, sumar perros para que nos alerten ante la presencia de extraños, más alambradas y reflectores”, contó.
“Los corrales se encuentran pegados a la casa del encargado que prácticamente duerme al lado de las vacas. Abre las ventanas y tiene a las vacas, las vaquillas, los novillos y los terneros a pocos pasos. No queda otra que acostarte cuidando de que esté todo el rodeo y levantarte con la ilusión de que no te falte ninguna”, indicó Esponda.
El productor consideró “una locura vivir así los 365 días del año, pero otra no me queda”. Indicó que su campo, como tantos otros, no puede quedar solo. Siempre una persona tiene que estar en el establecimiento. “Sabido es que si dejas el rancho solo por un rato, a la vuelta seguro que algo te falta”, sostuvo Esponda, quien se encontraba, en el momento de la entrevista, junto a un productor al que hace un tiempo le vaciaron el galpón en un establecimiento rural aprovechando la ausencia de gente.
Respecto a las carneadas, la geografía del lugar, ubicado en la calle de Tropas al Oeste, facilita el accionar de quienes delinquen. “Generalmente toman para el lado del Paso del Tala”, explicó el productor.
Generalmente, a la carne que se obtiene producto de la faena clandestina de animales robados se le da valor agregado con la elaboración de hamburguesas y milanesas.
Fuente: EL DIA GUALEGUAYCHÚ
Envía tu comentario