Saltar menúes de navegación e información institucional Teclas de acceso rápido Actualidad
Ignacio Martínez Álvarez

"La garrapata mata, se nos queda con miles de cabezas y deja a muchos productores en el camino"

29/02/2024 17:28 hs

En Corrientes reina el descontrol en la lucha contra la garrapata; una enfermedad que azota la productividad, la fertilidad y, en consecuencia, los índices de preñez del ganado vacuno. La muerte es un desenlace habitual también por quedar la hacienda susceptible a contraer tristeza, flagelo que promueve fiebre, inapetencia y depresión.

El panorama es negro para los vecinos y gris oscuro para los entrerrianos; primero los del norte y después el resto. Aquí rige la tolerancia cero a la garrapata; es decir, se la combate desde la fuerza que imprimen los productores y sus organizaciones ruralistas, federadas y cooperativistas; y la intervención de las autoridades sanitarias de la Provincia con la Policía incluida. El Senasa local, organismo rector, por su parte, participa en esto de hacer cumplir con las normas. Pero la cosa está complicada. Por más vueltas que se le dé al asunto, con Corrientes sucia, la lucha en Entre Ríos es tan esencial como determinante.

Bajo estos razonamientos, Campo en Acción fue hasta tierras correntinas, a Curuzú Cuatiá precisamente, para hablar con el productor Ignacio Martínez Álvarez, hombre que conoce bien porqué pasa lo que pasa, valga el juego de palabras.

El ganadero de pura cepa, orgulloso criador de Brangus, y ex presidente de la Fundación Correntina para la Sanidad Animal (Fucosa), dimensionó con precisión el problema en su tierra y abrió un escenario probable para Entre Ríos si a sus ganaderos y autoridades se les ocurre bajar los brazos.

—¿Cuál es la situación del sur correntino en relación a la presencia de garrapata?

—De puro descontrol. En la zona de Curuzú, Mercedes y en todo el sur, -hasta hace un par de años- teníamos un plan de combate vigente; pero la situación se complicó y mucho cuando la Provincia salió de esa lucha. Ahora, toda Corrientes está sucia. Y nuestra hacienda no tiene la inmunización suficiente para soportar tanta carga de garrapatas.

—¿Es literal que en la mayoría de los campos hay garrapatas?

—Si. Acá hay que festejar cuando se ve un campo con poca garrapata. Limpio no quedo nada en el sur, salvo algún establecimiento en particular, pero muy puntual por alguna cuestión geográfica especial.

—¿Qué implica padecer garrapatas?

—Padecer mortandad de animales, muchas veces por la garrapata virulenta que transmite la enfermedad y desata brotes de tristeza que desencadenan la muerte. Acá los campos están minados con esa especie. Una vez que ensuciamos toda la provincia se dejaron de hacer controles de movimientos de hacienda del norte al sur, ni siquiera hay baños de precaución para al menos amortiguar el golpe. Hoy, te diría que la gran mayoría de los campos sufren mortandad. Se suma la baja de productividad porque los animales son susceptibles a anemias y baja de preñez. Y los gastos económicos inmensos por la resistencia a los productos, te diría que en algunos campos ya nada funciona.

—¿Porque se retiró la provincia de la lucha?

—Es un combo, ensuciar el sur desde el norte empezó cuando algunos productores vieron que ya no podían limpiar sus campos y para mover de norte a sur tenían que limpiar sus tropas; y ni hablar si el destino era Entre Ríos donde se exige garrapata cero. Entonces empezaron a proponer ensuciar departamentos y lo hicieron en las comisiones provinciales de sanidad animal, en las rurales y en la Fucosa. Eso se hizo y arrancó en Goya. Los movimientos se hicieron descontrolados, primero porque Fucosa no tiene poder de policía, y también por la rebeldía de algunos productores, porque así fue, nos empezaron a meter a los del sur cada vez más la garrapata y así toda la provincia se ensució.

—Desde un razonamiento lógico se concluye con que el camino es limpiar, no ensuciar…

—Me tocó dar la pelea contra esto desde la Fucosa pero nos quedamos sin recursos económicos, y sin apoyo. Además, el Senasa no sancionaba a los productores en falta como es debido, cumpliendo las normas. Así empezamos a ir para atrás y se ensució sin tener inmunidad en la hacienda. Hoy vemos los lamentables resultados. Seguramente, dentro de muchos años y después de pérdidas millonarias llegaremos a la inmunidad natural, pero ahora mismo estamos muy lejos y se nos están quedando miles de cabezas y productores en el camino.

—¿Hay una propuesta para revertir esta situación?

— Primero, los productores debemos hacer un mea culpa y el lugar es desde las entidades hacia adentro. Luego ver cómo seguimos, porque sin el convencimiento del productor es imposible avanzar. ¡Retrocedimos tanto que pensar en una limpieza de los campos parece muy difícil! No podemos darnos el lujo de seguir perdiendo cabezas y productores. Al que se le mueren seis vacas son tres o cuatro millones de pesos que perdió. Regalar esa plata no tiene sentido. En cuanto a la lucha, en el sur antes tecleábamos, pero no teníamos este descontrol actual. Había un plan en marcha y se corregía cuando un productor sacaba los pies de la normativa del Senasa. Luego, al desaparecer las sanciones, el productor veía que nadie controlaba y se terminó en una desprolijidad y un descontrol literal. Ojalá podamos volver a un plan al menos sanitariamente prolijo.

—Por ahí se oyó que el control estratégico es viable, ¿usted qué dice al respecto?

—Pensando en Corrientes y hablando para los entrerrianos a los que se les está complicando, veo muy difícil el control estratégico. Eso funciona solamente cuando todos los productos dan resultados y hoy muchos no andan, y en muchos campos ninguno porque la garrapata se hizo resistente. Entonces, el control estratégico se rompe. Además, si un productor, por ejemplo, hace cuatro tratamientos al año y tiene éxito, todo lo pierde si sus vecinos no hacen lo mismo.

Ignacio Martínez Álvarez

Envía tu comentario

Teclas de acceso