Con un año caracterizado por la falta severa de lluvias en la zona central (y van 3 años seguidos) a principios de noviembre vemos cómo la persistente sequía y heladas tardías impactaron negativamente sobre el potencial de producción de trigo y los cultivos de invierno en la zona central y a la vez se redujo la posibilidad de siembra de Maíz y Soja de primera en sus fechas tempranas para una amplia zona y existen algunos pronósticos aún de heladas tardías.
Si bien es temprano aún, todo esto implicará seguramente que estemos frente a una campaña mediocre en resultados productivos para el productor y de un impacto importante en la reducción de saldos exportables para el país, en un momento donde la necesidad de ingreso de dólares de exportación es extrema.
Un dato preocupante adicional y que atrasa las fechas de siembra por falta de humedad, es el incremento en la realización de labranzas en lugar de siembra directa que se viene registrando en la realización de cultivos, producto del aumento de costos de agroquímicos y fertilizantes y de la presencia de malezas resistentes en algunos casos.
La siembra directa ha sido quizás la técnica más importante en el sistema de producción en Argentina que permitió un aumento del área sembrada de una manera sustentable elogiada por los técnicos del mundo con mejoras en la eficiencia del uso del agua de lluvia, crecimiento de los rendimientos de todos los cultivos y control de erosión del suelo en las zonas sensibles, menor uso de combustibles fósiles por la reducción del número de pasadas de tractor y mejoras en el resultado económico final de los cultivos agrícolas.
En el medio de estas dificultades nuevamente decisiones de política económica de las autoridades interviene en el normal funcionamiento de los mercados (en este caso en el cumplimiento del compromiso de ventas de exportación de Trigo) y sienta precedentes para otras actividades a futuro que puedan sufrir idénticas intervenciones por la incertidumbre en las reglas de juego que genera.
Como ya se ha visto innumerables veces en el pasado la intromisión atenta contra el crecimiento de la actividad agrícola, la continua intervención del Estado sobre temas comerciales (derechos de exportación, cupos, fideicomisos etc. etc.) ya que le ponen otro nivel adicional de riesgo, por la indefinición de la fijación de los precios de venta por parte de los productores con los mercados intervenidos directa o indirectamente.
El pronóstico de lluvias del 12 al 15 de noviembre puede resultar un alivio para distintas zonas en función de lo que llueva, pero es importante ver que ya existe seguramente una merma del potencial de rendimiento de los cultivos de cosecha gruesa para la campaña 22/23 y con ello es esperable que caigan en volumen los saldos exportables y el ingreso de divisas en 2023.
Un 2022 para el olvido… Al clima, que es una variable no controlable para el sector, hay que sumarle nuevamente la falta de capacidad para generar un marco de crecimiento con reglas claras y estables en un mundo con oportunidades. Colaboración de Fundación Producir Conservando
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