La chacra Don Jaime queda en la zona de La Criolla, muy cerca de Concordia. Ahí viven y trabajan Marina Tejedor y Diego Barrovecchio, una pareja de profesionales de la agronomía que literalmente ocupa cada centímetro de su campo de 100 hectáreas para obtener riqueza de la tierra.
Marina es la voz cantante y cuenta que agregando valor a los frutos de zarzamora y arándanos llegaron tan lejos que se sorprenden. Venden mermeladas convencionales y aptas para personas diabéticas y celíacas, elaboradas por ellos mismos; en rincones que no imaginaban hace un lustro. Sus alimentos están en Jujuy, Bariloche, Bahía Blanca, Misiones, Pergamino, ciudad de Buenos Aires, Santa Fe, Puerto Madryn e incluso de manera extraordinaria en la costa de Brasil. Claro que no lo hicieron solos, se integraron a proyectos asociativos de comercialización como Manos Entrerrianas y Alma Rural que se diseñaron para favorecer la evolución de la venta directa.
“Es un trabajo que me encanta, me permite estar cerca de casa junto a mis hijos. El plan es avanzar” contó la mujer que encaró con muy buen suceso un plan de capacitación on line y ahora habla con entusiasmo de la ampliación de sabores locales como naranja, higo y durazno.
Diego aportó que están radicados en el establecimiento desde 2001, cuando Don Jaime era sólo una quinta citrícola. “Con el tiempo fue pasando a producción de arándanos, forestación, ganadería, pecanes y frutales”, describió al relatar el punto de la expansión. “Aprovechamos al máximo el potencial del campo”, sentenció. Cuentan con 30 hectáreas forestadas con eucaliptus y algo de pino y en ganadería, actividad que describe como la más rentable del momento, trabajan con 60 madres en el engorde de terneros con un objetivo de llegar a 100.
El pecán surgió de un proyecto conjunto, de cuando cultivaban arándanos y sumaron las nueces como un complemento de estación. En 2007 plantaron 20 variedades en 10 hectáreas, sin conocer mucho del sector, pero con la asistencia de un viverista. “En parte ya estamos cosechando, el pecán es el último eslabón de una cadena de diversificación y estamos satisfechos” definió en un momento de la visita de Campo en Acción.
Por impulso y ayuda de expertos de INTA integraron la zarzamora, fruto al que de arranque no le encontraban destino comercial. “La fruta es de buen tamaño y muy dulce, al principio la regalábamos y cuando dimos de baja el arándano le sumamos valor” anticipó Marina y siguió: “En la provincia hay tres productores solamente. Nosotros nos capacitamos y hacemos mermeladas aptas para diabéticos y celíacos”. Lo cierto es que con Alma Rural y Manos Entrerrianas encontraron el agujero del mate, como vulgarmente se suele decir al hallar una solución a medida. Venden sus dulces La Clarita en diversos mercados, enlazados a un proyecto solidario que respaldan instituciones públicas. Y que ahora suma una plataforma digital para sortear barreras en tiempo de pandemia.
“No nos podemos quejar” cerró Marina, la mujer que logró vivir de lo que le gusta, en un entorno tan rural como familiar.
Envía tu comentario