Pablo Arigos está al mando del establecimiento Tatutí desde donde salen muchos de los ejemplares Hereford que distinguen a la raza por la calidad de su carne. En la visita de Campo en Acción a la explotación de Federación, que sucedió en el contexto de la Gira Mesopotámica de Hereford, el productor contó que “Tatuti arrancó en 1982 con mi padre, yo me sumo en 1996 luego de recibido de veterinario. Para mí fue todo nuevo, aprendí de mucha gente porque no veníamos de una tradición agropecuaria”.
Complementó que en ese aprendizaje también tuvieron que ver sus colegas productores que integran el grupo CREA Mandisoví-Concordia: “Del intercambio de experiencias se saca provecho cuando uno ingresa abierto a oír experiencias”.
En el lugar, el planteo ganadero domina la escena, sin embargo suman un poco de arroz con la misión, dijo, de “dinamizar el campo, para luego obtener buenas pasturas y aumentar la producción”. Especificó que los novillos son la variable de ajuste del lugar: “Engordamos bien a nuestras vacas y estamos recriando, al novillo lo usamos como fusible porque la cría es la que manda”.
Contó que la elección de Hereford no tiene nada de especial ni particular. Simplemente es la raza que estaba cuando se sumó al trabajo y se cautivó con su belleza, u mansedumbre y desarrollo. En ese escenario incorporó una mirada particular: “También la elijo un poco por rebeldía, veo que algunos creen que simplemente cambiando de raza lograrán mejores índices y no es así. Hereford es competitiva y está a la altura o por encima que cualquier otra en la región”.
En Tatutí todo empieza con la cría, pasan por la cabaña y terminan en invernada: “No hacemos ciclo completo, pero distribuimos el trabajo en el año, contamos con corrales de recría para vender escalonadamente”, determinó el ganadero.
El norte reproductivo es con servicio natural “con nuestros propios toros desde 2002”, dejó saber y siguió con que tienen un plantel de 200 vacas que inseminan de manera artificial a tiempo fijo, buscando una animal precoz, más bien chico, con facilidad de parto y el engrasado justo. “Siempre pensamos en la vaca de cría”, especificó.
Arigos eligió ponderar de manera particular el monte que domina su establecimiento y sus planes inmediatos. “Tenemos un 12% de campo limpio, el resto es campo natural, hay unas 2.000 hectáreas bravas, de bajos, pajonales y bañados. Veo un desafío de aquí en adelante en manejar esos montes para mejorar. Sucede que al invadir la maleza uno baja la carga para que la vaca se preñe y es un círculo vicioso, porque a menor carga, más enmalezado. Estamos trabajando para ajustar con pastoreo rotativo para ir mejorándolos”.
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