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Rafael Sugasti

Es ganadero, rosarino, vive en la isla y traza coincidencias entre las quemas y las crisis políticas

Sugasti ve
Sugasti ve "intencionalidad" en los fuegos que se multiplican en el Delta.
15/09/2022 10:30 hs

Rafael Sugasti niega que los isleños tengan responsabilidad en los fuegos que acechan al Delta. El hombre, que vive y produce en campos de islas cercanas al peaje que se encuentra en el enlace vial que vincula a las ciudades de Victoria y Entre Ríos, indicó que los mayores incendios se dieron en coincidencia con el conflicto que tuvo el campo con el gobierno en 2008, y recrudecieron a partir del 2020 en buena parte del territorio nacional, no solo en los humedales.

Habló ante los ediles del cuerpo deliberante de la ciudad de Rosario, donde sentenció que el país y la región ya cuentan con las leyes y normas que defienden al humedal y –definió- “lo que falta es una fuerza de seguridad que aplique las normas”. Sin vueltas describió: “Nos deslomamos apagando fuegos, los bomberos hacen lo mismo, pero es imposible si cada vez que apagamos los vuelven a prender. Sin seguridad es una tarea titánica que no da resultados”.

Sostuvo que “a nadie con dos dedos de frente se le ocurriría quemar en la entrada del invierno”. Recordó que en la zona se trabaja con ganado vacuno desde el siglo IXX y que desde hace algunos años el 80% de las islas está vacía de bovinos.

El dirigente de la asociación civil que agrupa a productores de la zona contó que desde el 2006 vive en la Isla que está frente a Rosario, cerca del peaje, a unos quince minutos en lancha a la costa de Rosario y que se dedica a la actividad ganadera y turística.

Detalló que “alrededor de 80 familias trabajamos con ganadería en la zona que hace un tiempo nos hicimos presentes en la cabecera del puente Rosario-Victoria, montados a lomo de caballo para hacer oír nuestra voz y que la gente sepa cómo vivimos y que no somos responsables de un solo foco de incendio que se dan frente a la ciudad de Rosario”.

Aportó que muchos de los que concurrieron son puesteros que viven en casas levantadas en la isla y trabajan con los vacunos. Los describió como gente que vive en una superficie de unos 40 kilómetros lineales, norte a sur, enfrente a Rosario y unos 20 kilómetros para el lado de Victoria, zona que es donde están los principales focos que molestan a los rosarinos en los últimos tres años. Sentenció que “justamente fuimos a Rosario para dar la cara y dejar bien establecido que no somos nosotros los responsables de esos fuegos, todo lo contrario, ya que somos las primeras víctimas y los primeros que salimos corriendo a apagar el incendio. Vivimos en las islas”.

Puntualizó que sus casas no son de fin de semana: “La isla es nuestro hogar, nuestro hábitat y a nadie se le ocurriría prender fuego donde vive”. Acotó que “lo que está pasando puede venir de alguna ideología política que esté en contra de la producción y si bien no podemos decir con pormenores de donde vienen los fuegos, sí podemos afirmar que es notable la inacción por parte de los gobiernos que nos lleva a pensar que no lo quieren solucionar al problema”.

Puso como ejemplo “el pedido de hacer cortafuegos y que no nos autoricen, que presentemos planes de prevención del fuego y no los aplican”. Remarcó que “ya no sabemos qué hacer luego de golpear puertas y persianas de las distintas instancias políticas”. Acotó que han “hablado con intendentes, legisladores, y no hemos tenido una sola respuesta favorable”

Sobre el ganado vacuno recordó que “hace más de 150 años que está en la isla y nunca se dio una problemática de la magnitud que estamos teniendo ahora”. Sumó que cuenta con registros de 2008 en la que casi todo el año estuvo prendido fuego la mayor parte del humedal, algo que nunca antes había pasado. “Los incendios comenzaron en los meses de abril/mayo en las puertas del invierno y fue muy fácil demostrar que no venía del lado de la producción porque a quien se le va ocurrir generar fuego, cuando estás quemando tus propios recursos”.

Subrayó que “la actividad ganadera en las islas es para la gente que es apasionada y que tiene mucho amor por la naturaleza. Acá las vacas tienen buenos pastos para comer, cuando no nos pega la sequía como en los últimos años, agua fresca sombra, y en el caso nuestro amamos el lugar en el que estamos. Es un estilo de vida que elegimos, lejos del confort de una gran urbe y la posibilidad de hacer mejores negocios”.

Rafael Sugasti

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