
En Entre Ríos, el cultivo de maíz cumple un rol estratégico dentro de la economía regional. Actualmente, la producción alcanza unos 2,1 millones de toneladas, frente a una demanda estimada en 3,1 millones de toneladas. En este contexto, reducir la brecha de rendimiento se presenta como una alternativa para aumentar la producción local y mejorar la competitividad.
En el marco de un proyecto federal de innovación, un equipo del INTA Paraná, junto con actores del sector agropecuario y agroindustrial, llevó adelante talleres participativos en distintas zonas de la provincia —Gualeguay, La Paz y General Ramírez—, con el objetivo de estimar la brecha de rendimiento e identificar los principales factores limitantes.
Según explicó Paola Eclesia, investigadora del INTA Paraná y responsable del proyecto, se trató de una metodología que combinó el enfoque técnico con una mirada integral del territorio: “Queríamos entender no solo los problemas técnicos, sino también las condiciones económicas y logísticas que están influyendo en la brecha productiva”.
De acuerdo con los resultados del relevamiento, el rendimiento promedio actual ronda las 6 toneladas por hectárea, mientras que el rendimiento potencial se estima en hasta 12 toneladas. Entre los factores que explican esta diferencia, los participantes señalaron la baja fertilidad de los suelos, los altos costos de producción y las deficiencias en la infraestructura rural.
Para Eclesia, las problemáticas varían según la región. En el norte de Entre Ríos, el tipo de suelo es uno de los principales condicionantes. En el centro-sur, la atención se centra en mejorar la estructura y fertilidad del suelo. En tanto, en el centro-oeste, predominan los factores económicos, como el acceso al financiamiento y el costo de los insumos.
“Cada zona tiene sus particularidades, pero hay puntos en común que nos permiten pensar en soluciones de escala provincial”, indicó la investigadora. En este sentido, se destacó la necesidad de renovar maquinarias, optimizar la logística y fomentar un uso más eficiente de los recursos disponibles.
La participación del sector industrial aportó una visión complementaria sobre la calidad del grano, la escasa oferta local de maíz y las limitaciones en la comercialización. También se mencionaron problemas asociados a la falta de capacidad de almacenamiento, lo que en algunos casos favorece el envío de la producción a puerto antes que su aprovechamiento a nivel regional.
“Detectamos una desconexión entre lo que puede producirse y lo que la industria necesita”, señaló Eclesia. “Integrar a todos los actores de la cadena resultó clave para visualizar otros tipos de problemas, no solo los productivos”.
Los resultados del estudio servirán como base para definir estrategias de intervención a nivel regional y provincial. “Estos talleres nos dieron una hoja de ruta construida desde el territorio. Es un primer paso para avanzar hacia una producción de maíz más eficiente y articulada con la industria”, indicó la especialista.
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