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El horizonte es más optimista para las mujeres rurales

Las entidades más conservadoras son las que no tienen mujeres en su conducción.
Las entidades más conservadoras son las que no tienen mujeres en su conducción.
28/12/2020 09:30 hs

Hablar de mujeres de campo es hablar de un colectivo numeroso y diverso en situaciones sociales, económicas, culturales, geográficas, laborales, productivas, estructurales, pero que a su vez comparte una realidad de desigualdad e invisibilidad en todo el mundo. De acuerdo a la Organización de las Naciones Unidas (ONU), las mujeres rurales representan un cuarto de la población mundial y producen casi la mitad de los alimentos que se consumen en el planeta, no obstante, menos del 20% de los propietarios de tierras a nivel global son mujeres y en las zonas rurales, la brecha salarial de género llega al 40%.

Las mujeres cumplen un rol fundamental en la producción agropecuaria y el suministro de alimentos sin embargo, su participación en la conducción de empresas y entidades del sector es mínima cuando no nula. Según el Censo de INDEC (Instituto Nacional de Estadística y Censos) de 2018, en Argentina apenas un 20% de los establecimientos son conducidos por mujeres. Y de acuerdo a un relevamiento de CEDEF (Centro de Estudios para el Desarrollo Federal), las organizaciones del sector rural están dirigidas en una abrumadora mayoría o totalmente, por hombres.

“El camino a recorrer es enorme en términos de representatividad. El Estado Argentino ha demostrado un distintivo enfoque y por primera vez en su historia, un organismo de ciencia y técnica como el INTA es presidido por una mujer, la ingeniera agrónoma Susana Mirrassou; mientras que el CONICET está dirigido por la doctora Ana María Franchi. En las entidades representativas del sector productivo agropecuario, a excepción de la Federación de Organizaciones Nucleadas de la Agricultura Familiar, los órganos de conducción reflejan una disparidad enorme”, advierten desde la entidad.

Si bien en los últimos años, las mujeres han ganado espacio en el mundo rural, todavía falta un largo camino por recorrer para alcanzar la igualdad de género, el quinto de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) establecidos en 2015 por los líderes de los países de la ONU.

“Somos un tercio de la población global y un 43% de la mano de obra agrícola en el mundo, son cifras abrumadoras para pensar que no tenemos la visibilidad suficiente”, indica la Ing. Agr. María Beatriz “Pilu” Giraudo, productora agropecuaria, presidenta honoraria de Aapresid e integrante de la Red Mujeres Rurales. Este grupo ha contribuido a poner en agenda la problemática de la mujer en el campo.

“Es un primer gran paso pero nosotras no queremos quedarnos solo en la visibilidad, estamos convencidas de que tenemos que mostrarnos pero tenemos que unirnos para la acción colectiva, potenciar lo que cada una viene haciendo y ser transformadoras de las situaciones de mayor vulnerabilidad de muchas mujeres rurales”, explica.

“Somos mujeres trabajando para el bien común. Uno de nuestros valores es la mixidad que se refiere no solo a la complementariedad de los géneros sino a la complementariedad de las personas porque cada una de nosotras es diferente”, dice Giraudo.

“En el último tiempo las mujeres han ganado participación. Antes el hombre manejaba todo pero ahora, cada vez más, en agricultura, ganadería, lechería, se ven mujeres que están al mando, que trabajan en el campo a la par de cualquier hombre”, cuenta Noeli de Marco, ingeniera agrónoma, docente, consultora en paisajismo y administradora del campo de su familia.

Ella integra el Grupo de Ayuda a Mujeres Agropecuarias de la Sociedad Rural de Rafaela, institución que por primera vez, después de 113 años, tiene una mujer como presidenta.

“Cuesta mucho lograr los espacios, en las instituciones gremiales también. Pero cada vez más, las mujeres están tomando relevancia. Y no es una cuestión de poner una mujer por quedar bien, el lugar hay que ganárselo, hay que trabajar, capacitarse y ser competente. La mujer puede estar a la par de cualquier hombre, no es una competencia de géneros”, opina de Marco. Para eso, considera que “hay que estar informadas, atentas a lo que pasa en el país y hay que involucrarse en las instituciones, en donde cada una se sienta cómoda pero hay que participar para cambiar la realidad”.

Karina Uboe ejerce como médica veterinaria y además es criadora de caballos Polo Argentino en el sur de Santa Fe. “La mentalidad machista está muy arraigada en nuestra sociedad. Muchas veces no contratan a mujeres jóvenes frente a la posibilidad de la maternidad, pensando que las tareas de madre podrían complicar el trabajo”, señala.

“Ahora quizás esté más allanado el camino gracias al esfuerzo de muchas mujeres que nos antecedieron. Pienso que nos tenemos que ir ganando los distintos puestos con esfuerzo y trabajo, al igual que los hombres. Creo que si te gusta lo que hacés y lo hacés bien, es muy probable que llegues lejos, disfrutar de tu trabajo es clave”, afirma Uboe.

En el caso de las mujeres rurales más vulnerables, las campesinas, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) señala que “sufren de manera desproporcionada los múltiples aspectos de la pobreza y pese a ser tan productivas y buenas gestoras como sus homólogos masculinos, no disponen del mismo acceso a la tierra, créditos, materiales agrícolas, mercados o cadenas de productos cultivados de alto valor”.

Tampoco logran un acceso equitativo a los servicios públicos, como la educación y la asistencia sanitaria, ni a servicios de infraestructura, como el agua y el saneamiento.

En muchos casos, las mujeres rurales trabajan de manera informal, sin remuneración ni obra social, y se encuentran sobrecargadas de trabajo al superponerse las tareas productivas con las familiares y domésticas Esta situación se volvió crítica en 2020, en el contexto de la pandemia de Covid-19. A todas las actividades mencionadas se sumó el cuidado de hijos que ya no asistían a clases y de enfermos, así como la asistencia escolar. Asimismo, la violencia de género se incrementó en muchos hogares, tanto en el ámbito rural como urbano, en todo el mundo.

Son muchas las barreras sociales y estructurales que perpetúan la discriminación de las mujeres y la inequidad en el ámbito rural. Frente a esto, Giraudo asegura: “La unión y la acción colectiva son la mejor medicina para vencer los obstáculos”.

Fundamentalmente, para transformar la realidad con el foco puesto en el desarrollo sostenible, es necesario que quienes lideran los procesos de decisión en los sectores público y privado generen las condiciones y los espacios que permitan dar a luz a la igualdad de género tantas veces declamadas y tan largamente pendiente.

Fuente: Kitty Vaquero - Clarín Rural

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