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Diversificar fecha de siembra es buen plan para zafar de la seca

Desde el seminario Acosja abren opciones ante otra campaña con La Niña.
Desde el seminario Acosja abren opciones ante otra campaña con La Niña.
22/09/2024 18:22 hs

Diversificar la fecha de siembra y las combinaciones con los grupos de madurez permitiría atenuar posibles impactos desfavorables en el ciclo de producción de la oleaginosa. Así lo manifestó Santiago Lorenzatti en el marco del seminario AcSoja. Además, alertó que hay brechas de casi 35% en promedio en los potenciales productivos.

En el panel que se celebró en Rosario se abordó el tema de la productividad y sostenibilidad en diferentes regiones. En este contexto, se señaló que en Argentina la producción promedio de la oleaginosa que se podría alcanzar es un 34% superior a la que se obtiene a campo.

“La potencialidad promedio ponderado de Argentina sería de casi 5 toneladas por hectárea y estamos logrando alrededor de 3,2, o sea un 66%, por lo tanto, la brecha está en el 34 %”, detalló el Ing. Agr. Santiago Lorenzatti, miembro de Aapresid y socio de la consultora Okandu, en la presentación de su trabajo.

En la región núcleo, para soja de primera esta proporción se mantiene, pero el rendimiento potencial sube casi a 6 toneladas. En tano, para soja de segunda, la brecha crece al 38%.

csoja 2024

En los campos que asesora Lorenzatti, en una red de ensayos de seis años, tuvieron rendimientos de 27 quintales en los peores ambientes, de 37 en los medios y de 44 en los superiores en torno a 44 quintales. “En promedio, tenemos un rango por ambiente de casi 17 quintales”, indicó el ingeniero.

En cuanto a disponibilidad de agua, lograron rindes promedios de 32 quintales en años Niña, de 38 en neutros y de 42 en años Niño. La napa también fue decisiva: cosecharon 35 quintales promedios sin napa y 41 con napa, 6 quintales de diferencia. En años Niña sin napa, obtuvieron 30 quintales por hectárea; con Niña y napa, 35; en año Niño sin napa 40 quintales y con napa 43. “Exploramos un rango de casi 13 quintales”, detalló Lorenzatti.

Por otra parte, las variedades con cinco o seis años de diferencia respecto de las más nuevas, comparadas con las más nuevas, rindieron un 4% menos en cuatro de los seis años evaluados. Y, en determinados ambientes, fertilizando con fósforo y azufre llegaron a obtener respuestas promedio de un 14%, generalmente con un antecesor gramínea.

Respecto del uso de fungicidas, la respuesta dependió de la presencia o no de factores ambientales para que la enfermedad se desarrolle. “Tenemos que aplicarla, pero previamente tenemos que conocer la fisiología y el cultivo, cómo es en este caso el hongo, cómo se comporta y las condiciones ambientales que median esa relación e intervenir cuando creemos que temporalmente eso va a coincidir y es la pirámide de enfermedad y ahí vamos a tener la respuesta”, explicó Lorenzatti.

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