El tema empezó a mencionarse en redes sociales. Entre López y Gessler, en el departamento San Jerónimo, el cultivo está en excelentes condiciones. Pero alrededor de la superficie se sembró con una variedad susceptible y la enfermedad está en la zona. Por ahora la frena el clima.

“Se trata de variedades que el año pasado ya mostraron problemas de roya amarilla, que la tenemos en la zona hace 3 años y se la está tratando; ya se llevaron hasta 15 quintales, es difícil de ver, por eso el monitoreo es fundamental”.

El diagnóstico del ingeniero agrónomo Claudio Bosco, con sede en Gálvez, remarca el riesgo que persiste en la incipiente campaña triguera por la presencia de un patógeno y la cantidad de hectáreas sembradas con materiales susceptibles. Afortunadamente, por el momento el clima frío mantiene a la enfermedad a raya.

Bosco explicó a Campolitoral que la Roya Amarilla tiene un patrón errático de distribución en el lote y hay que caminar mucho para encontrarla. Lo preocupante -afirmó- es que el 50 % del área en la región centro de Santa Fe está sembrada con Algarrobo, una variedad que viene demostrando alta propensión. “Por mirar la pata del rinde perdimos un poco de vista la pata sanitaria”, explicó.

El patógeno ya está en el aire, tal como se vio esta semana con focos en Casalegno sobre trigos sembrados antes del 20 de mayo. Afortunadamente “el viento sur lo frena, por ahora, pero si viene viento norte y sube la humedad, puede ser problemático”.

Desde su punto de vista, ante la presencia de la enfermedad es propicio realizar un tratamiento con fungicidas (triazoles con estrobirulinas y carboxamidas). “Hoy en día contamos con fungicidas completos”, sostuvo.

En cuanto a la marcha de la campaña, Bosco indicó que el trigo viene creciendo fuerte y le hace bien al sistema la rotación. “Eso de hacer soja de primera y luego dejar los campos vacíos tampoco servía. El trigo es como una fábrica que trabaja de doble turno (invierno y verano), y permite que el lote produzca el doble”, sentenció.

“Se metió mucha tecnología que crece cada año, el productor le va agarrando el gustito y los lotes vienen bien fertilizados, cada uno tiene su receta pero es un cultivo que le hace bien al lote, año a año nos vamos superando en rendimientos (ha habido casos de 7 mil kilos, que era algo impensado hace poco tiempo; eso - valoró- lo da la tecnología y el manejo agronómico”.

El profesional es un convencido de los planteos “racionales”. Por ejemplo de que la tierra no quede descubierta. “En lo particular es como un sueño personal decir que todos los lotes estén ocupados en invierno y verano”, indicó, y relató que en los campos que asesora se está trabajando con cebada y arvejas “para poder producir durante todo el año”. Mientras tanto “va cayendo el monocultivo y los cultivos de cobertura, de servicios crecen y esto es muy importante para el suelo”.

Bosco celebra el impulso que tiene el trigo, que “permite volver a revivir los campos durante el invierno”. Al estar esa tierra todo el año con vegetación nunca se degrada, mientras que si se dejan “descansar” esos lotes se están degradando. “Copiemos más a la naturaleza y trasladémoslo a nuestros sistemas productivos”, concluyó.