
En plena era de la agricultura de precisión, drones, imágenes satelitales y maquinaria sofisticada, la poscosecha no es un paso menor, sino el nuevo frente donde se define la eficiencia del sistema productivo. Por ello, un equipo de especialistas del INTA brinda recomendaciones que promueven una mejor gestión.
Ricardo Bartosik indicó que “la postcosecha es muy importante, ya que un problema en esta etapa puede echar por tierra el trabajo de toda una campaña. En un silobolsa, silo o celda de almacenamiento se concentra la producción de muchas hectáreas junto con el esfuerzo de trabajo y económico de muchísimos productores”. Y ejemplificó: “Una secadora mal regulada, un insecticida mal aplicado, una rotura en una bolsa mal sellada, una filtración en un silo pueden afectar la calidad y la inocuidad del grano producido por muchos productores. Las pérdidas en la poscosecha pegan directo en los márgenes de toda la cadena. Es ahí donde se puede ganar mucho o perder todo”.
Durante años, la mejora de la eficiencia agrícola se centró en la producción: genética, fertilización, control de malezas y enfermedades, maquinaria cada vez más precisa, tecnologías de riego, siembra y cosecha. Y eso funcionó. Gracias a esto, Argentina es reconocida entre los países más eficientes en producir granos. Sin embargo, hay una arista poco explorada: la poscosecha.
En este sentido, Diego De la Torre explicó: “Hay mucho por ganar con buenas prácticas, tecnologías simples y decisiones de gestión. Desde cuidar una bolsa bien sellada en el campo hasta automatizar la aireación en un silo o controlar una secadora con sensores. Todo suma”.
Las innovaciones en la etapa de la poscosecha son muchas y se pueden aplicar tanto en el campo como en las plantas de acopio. Con los silobolsas, por ejemplo, un buen manejo puede reducir las pérdidas a casi cero. Pero si no se hacen de manera correcta, las pérdidas pueden ser del 3 al 5 %, o incluso más.
“Por eso, es clave preparar bien el terreno, usar maquinaria en buen estado, sellar con termoselladora, revisar periódicamente, controlar roedores y mantener fauna fuera con boyero eléctrico. Y lo más importante: monitorear. Medir dióxido de carbono es una herramienta sencilla que permite anticiparse a problemas antes de que se manifiesten como pérdidas”, aclaró Leandro Cardoso.

“El silobolsa es una gran herramienta, pero como toda herramienta tiene sus limitaciones. No sirve para guardar grano húmedo por mucho tiempo. Si el grano entra seco y se mantiene la bolsa intacta, el sistema funciona perfecto. Pero si hay humedad o se rompe la bolsa, los problemas no tardan en aparecer”, destacó Cardoso.
Por ejemplo, un silobolsa con 200 toneladas de maíz representa la cosecha de unas 29 hectáreas. Si hablamos de soja, serían unas 67 hectáreas. En caso de silos de 500 o 5.000, incluso instalaciones de150.000 toneladas –como las grandes celdas industriales– se concentra el esfuerzo productivo de miles de hectáreas en un solo lugar.
Cardoso señaló: “Esto quiere decir que un solo error en el almacenamiento puede comprometer todo lo producido en muchos lotes y establecimientos. Una secadora con sensores de temperatura mal calibrados puede arruinar completamente la calidad de un trigo panadero. Una aplicación mal hecha de insecticida puede afectar la inocuidad (y comercialización) de cientos o miles de toneladas de girasol”.
Y agregó: “La eficiencia y el cuidado en esta etapa son claves para todo el sistema agroindustrial. Conservar mejor el grano es una necesidad. La innovación en poscosecha ya no es un lujo, es una estrategia”.
Existen también más opciones, como tener una planta de silos. Si bien esta opción requiere inversión, permite secar, limpiar, mezclar y conservar mejor el grano. Además, da más poder de negociación al vender.
“Los silos secadores, muy usados en los Estados Unidos, son equipos automatizados que permiten secar grano incluso con 21 % de humedad, con excelente calidad y bajo riesgo. Su uso en la Argentina todavía es limitado, pero pueden marcar una diferencia grande. El INTA ha desarrollado estos sistemas y realmente pueden hacer una diferencia”, puntualizó el especialista.

Bartosik indicó que “en los acopios comerciales o cooperativos, las pérdidas también son grandes si no se gestiona bien. A veces, por no tener termometría o aireación automática, se sobreseca el grano, se pierde calidad o incluso se generan focos de calentamiento que, si no se detectan a tiempo, pueden terminar en pérdidas catastróficas”.
Hay tecnologías disponibles –como termometría, monitoreo de CO2 (CO2NTROL, desarrollado por INTA e IEA), y controladores de aireación– que evitan estos problemas. También hay sistemas para controlar la secadora y evitar pérdidas por sobresecado, como así también tecnologías —como el precalentado del grano— que permiten aumentar sensiblemente la eficiencia. Todo esto reduce pérdidas y mejora la eficiencia.
“Además de la tecnología, hace falta implementar buenas prácticas con registros, procedimientos y auditorías. Y, sobre todo, hace falta capacitar a la gente y cambiar la forma de gestionar esta etapa”, concluyó el especialista.

Uno de los mayores obstáculos para que la poscosecha sea vista como una oportunidad estratégica —y no solo como un trámite posterior a la cosecha— no es tecnológico ni económico: es cultural.
“En general, el agro argentino invierte en producción, como semillas, fertilizantes, pulverizadoras, sembradoras y cosechadoras de última generación. Hablamos de agricultura de precisión, imágenes satelitales, drones, software de gestión, pero cuando el grano ya está en el silo o en el silobolsa, muchas veces bajamos la guardia. El resultado son toneladas de esfuerzo que pueden perderse en días por una mala práctica de almacenamiento”, advirtió Bartosik.
“Para transformar la poscosecha en una verdadera ventaja competitiva necesitamos un doble cambio: por un lado, una gestión empresarial que asuma esta etapa como parte del negocio principal. Y por otro, una mentalidad que entienda que conservar bien el grano es tan importante como sembrarlo bien”, destacó el investigador.
“La Argentina tiene conocimiento, experiencia, desarrollos tecnológicos propios como el sistema CO2NTROL del INTA, secadoras que se exportan a todo el mundo y controladores de aireación entre otros y, sobre todo, capacidad técnica. Lo que falta es cambiar la mirada para que la poscosecha deje de ser el final de la campaña y pase a ser el principio de una estrategia más rentable, sostenible y profesional de nuestro modelo agroindustrial”, subrayó el especialista del INTA.
Envía tu comentario