La Cooperativa de Trabajo del Centro es una industria textil entrerriana que produce indumentaria para las fuerzas de seguridad y, en el marco de la pandemia, para todo el sistema sanitario provincial. Constituida hace 16 años y con sede en Paraná, es un ejemplo de modelo asociativo con visión empresarial del que participan casi un centenar de mujeres y hombres con sueños y proyectos.
Fines de los ’90, como tantas otras fábricas, una industria textil de Oro Verde cerraba sus puertas. Las máquinas se silenciaban a la espera de otra oportunidad, al igual que obreras y obreros despedidos con vasta experiencia en la actividad que, con el tiempo, serían el germen de un proyecto cooperativo singular.
“La historia de nuestra cooperativa tiene ya 16 años. Nos dedicamos a la fabricación y venta de productos textiles, de indumentaria para las fuerzas de seguridad (policías y Ejército), para el empleado de oficina y para el trabajador en general” dice, a modo de presentación Diego Gómez, actual presidente de una institución que hoy tiene casi un centenar de asociados.
Desde la sencilla oficina donde recibe a Campo en Acción se ven parte de los talleres y depósitos de materiales de un emprendimiento en el que laboran 93 mujeres y hombres con sus sueños y proyectos de vida detrás de cada máquina de coser, cortar, pegar o diseñar prendas e indumentarias para todos los gustos.
“Al principio fueron dos o tres los que comenzaron a trabajar juntos pero desde sus casas, y poco a poco fue creciendo, a partir de la demanda de prendas” señala. Porque de eso se trata: hacer ropa y calzado en esta enorme fábrica textil de la calle Emilio Caraffa, en el corazón del populoso Barrio Belgrano de la capital entrerriana.
El principio de todo
Hubo un quiebre positivo en la historia “a partir de un pedido de una comisaría, para que les fabriquen 40 camisas, fue el disparador de más pedidos a partir de la calidad y los precios”. Ahí empezaron a producir, necesitaron más gente, y buscaron en el asociativismo la forma de poder organizarse.
“Hoy tenemos casi un centenar de asociados y una organización cooperativa con áreas administrativas, contables, comercial, de producción y logística” subraya Gómez. Vale destacar que desde 2006 la cooperativa comenzó a funcionar en un galpón de 30x20 metros, pero la dinámica y expansión los obligó a sumar dos espacios más, totalizando una superficie de 1.600 metros cuadrados totales, donde se desarrolla la totalidad de la actividad de esta industria textil ejemplar.
Visión empresaria
Una cooperativa en el amplio océano del mundo capitalista. Cómo competir y no morir en el intento, amalgamar los intereses individuales en un proyecto común, las preguntas que surgen ante iniciativas que demuestran las posibilidades del asociativismo.
“Estamos enmarcados en lo que es la economía social. En ese espacio hay emprendedores, asociaciones, cooperativas, y precisamente las cooperativas, a veces, han sido muy vapuleadas, son mal vistas por alguno, es un doble desafío sostener esta filosofía de trabajo” reivindica Diego Gómez.
“Para nosotros ha sido y es un trabajo enorme, constante. Hemos demostrado que tomando los recaudos necesarios, haciendo las cosas bien, competimos con empresas, sociedades anónimas o srl, ganando y perdiendo. Logramos certificaciones de calidad a nivel nacional que validan nuestra forma de ver las cosas” apunta.
La pandemia y el borde el abismo
La irrupción pandémica, que ya pasó el año y continúa, ha dejado el tendal de comercios, empresas y negocios de todo tipo, que no resistieron la brutal caída de la actividad económica.
“Nos pasó que nos quedamos de un día para el otro sin insumos, primero, y después sin poder cobrar lo que habíamos vendido. Fue (y sigue siendo) muy complicado. Estuvimos al borde del abismo” recuerda Gómez.
“Nos reinventamos desde el problema. El gobierno necesitaba material para los hospitales, desde sábanas, barbijos, batas, cofias. Nos pusimos a producir para abastecer esa demanda, y logramos generar los recursos mínimos para subsistir, es así”, apuntó.
“En esos dos o tres meses logramos gestionar compras desde distintos sectores del Estado que nos permitieron sobrevivir, no caernos, pero estuvimos al borde, hasta pensamos en vender máquinas para que los asociados puedan tener sus ingresos”, recuerda el presidente de la institución.
Cooperativa y educación
La Cooperativa de Trabajo del Centro funciona como un “taller escuela”, ya que al no estar dentro de un polo industrial textil no se consigue mano de obra calificada, sino que se va formando y capacitando desde cero, sin necesidad de un conocimiento básico previo.
En ese camino, el actual presidente de la institución no duda en ponderar a la Municipalidad de Paraná, “que a través del área cooperativa asesora a quienes quieren recorrer este camino. La Universidad Autónoma de Entre Ríos también apuntala mediante convenios estas iniciativas. El Estado provincial está presente siempre, con muchas acciones”.
Cómo empezar un emprendimiento
“Para competir en ligas mayores hay que hacer un esfuerzo muy grande. Yo animo a la gente a emprender, pero haciendo las cosas bien, con responsabilidad”, señala el titular de la cooperativa textil entrerriana, que hoy tiene una amplia proyección en distintas provincias, a través de revendedores, además de contar con su propia sucursal en el centro del país, en la ciudad de Córdoba, desde donde se comercializa la muy amplia gama de productos fabricados en los talleres de Paraná: pantalones, camisas, remeras, chombas, camperas, ambos, tejido de punto y calzado.
“La plataforma básica para concretar una cooperativa o asociación pasa por la visión que tiene el emprendedor, aquella mujer u hombre que tiene una necesidad básica de trabajar. Hay que buscar asesoramiento, aprender administración, saber vender y comprar. Hoy el gobierno, el municipio o la universidad brindan herramientas para poder iniciar un proyecto y dar los pasos necesarios desde la capacitación, la educación, que es todo”, concluye.
En su página web, la presentación de la Cooperativa de Trabajo de Centro sintetiza el espíritu que campea en los amplios y bien cuidados talleres donde se confecciona la indumentaria que utiliza, fundamentalmente, el mundo laboral y las fuerzas de seguridad: “Nos une la necesidad de trabajar y ganar nuestro pan siendo dueños de nuestro futuro, que al hacerlo en grupo y de manera solidaria, se transforma en Impulso Cooperativo”. De eso se trata, ni más ni menos.
Guido Emilio Ruberto / Campo en Acción