Siembras de alta densidad: una nueva mirada a las pecanas en Argentina

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Arboles de Pawnee sembrados en ultra alta densidad de 8 por 6 metros en Tucumán.

La nota de divulgación técnica que sigue fue publicada en Pecan South y distribuida por el Cluster del Pecán

Cuando la industria de la nuez pecana comenzó a desarrollarse en Argentina , los marcos de plantación más comunes eran de 12 por 12 metros (39 por 39 pies) y 10 por 10 metros (32 por 32 pies), resultando en huertas con 64 a 100 árboles por hectárea. Este espaciamiento se debió en parte a que las propuestas de gestión tradicionales se importaron de otros países en lugar de desarrollarse localmente.

Sin embargo, el Noroeste Argentino ( NOA ) tiene una cultura productiva diferente, donde el modelo de alta densidad es muy utilizado en los frutales en general. Por ejemplo, las fincas de limón y aguacate comenzaron con sistemas de siembra de baja densidad y comenzaron a intensificarse y migrar hacia proyectos productivos de mayor densidad. En nogal pecanero, esta intensificación se viene implementando desde hace más de una década, con marcos de plantación de 7 por 10 metros (23 por 32 pies), 6 por 9 metros (20 por 30 pies) y hasta 6 por 8 metros (20 por 26 pies). pies), correspondientes a densidades de 142, 185 y 208 árboles por hectárea. Entonces, hablar de media y alta densidad significa plantar entre 140 y 250 árboles por hectárea, en comparación con el espaciamiento tradicional de 100 árboles por hectárea.

Los agrónomos Enrique Orell y Mariano Marcó y los productores Paola Graña, Sebastián Valdéz, Ernesto Ríos y Josefina Manfrin comparten su experiencia con este sistema, así como algunos resultados sorprendentes.

“Es un tema cultural y empresarial. Estamos buscando que el proyecto entre en producción lo antes posible y que la inversión se pague lo más rápido posible”, comienza Orell. Cuestiona la longevidad del árbol de pecanas, una de las características que más atrae a los productores para plantar pecanas. Orell y los productores del Noroeste Argentino se preguntan ¿100 años para qué?

“Los mercados cambian y los cultivares cambian. Se debe considerar el reemplazo de un árbol frutal de 20 a 30 años, ya que siempre necesitamos lograr una mayor productividad y producción con cualquier enfoque que busquemos, tanto en el manejo convencional como orgánico”, explica Orell.

La producción en sistemas de media y alta densidad tiene características como mayor precocidad en la entrada en producción, mayor eficiencia en el uso del suelo y del agua al ser los árboles más pequeños, mayor producción por unidad de superficie y menor necesidad de poda al inicio de la plantación. Pero también supone una mayor inversión inicial y la necesidad de una correcta gestión técnica del cultivo, siguiendo las instrucciones al pie de la letra desde el principio. “Así como aumenta el número de plantas, se debe aumentar el conocimiento y el seguimiento para lograr los objetivos deseados. No hay peor negocio que sembrar un huerto de alta densidad y manejarlo como si fuera de baja densidad”, dice el ingeniero agrónomo Mariano Marcó.

Los fundamentos técnicos de este sistema se pueden resumir en los siguientes puntos.

Producción temprana: un huerto de alta densidad tiene como objetivo tener árboles más compactos con suficiente follaje para convertirse en flores a partir de la segunda temporada para comenzar a producir en la tercera temporada. Y una estructura siempre en un eje central modificado.

Productividad: Dado el punto anterior, los árboles producen más rendimiento por árbol antes, lo que se traduce en más kilos por hectárea en los años 4 y 5 que no son comunes en un sistema tradicional de baja densidad. La huerta en estos años cubre sus gastos con el rendimiento cosechado a partir del sexto año en adelante; el agricultor comienza a recuperar su inversión.

La intensificación, el seguimiento y el manejo se refieren a la necesidad de un equipo técnico capacitado e innovador con visitas periódicas a las huertas.

Uso del espacio: Alta densidad implica más plantas y menos espacio improductivo en el huerto por menos años.

El costo de las tareas operativas es al principio entre un 30 y un 40 % mayor que en los sistemas convencionales cuando los árboles son juveniles, pero luego iguala los costos convencionales al mismo nivel de producción, lo que resulta en un menor costo por planta y, lo que es más importante, un menor costo por kilogramo ( o libra) de nuez producida.

Finalmente, el sistema de alta densidad implica una mayor inversión inicial porque requiere más inversión en plantas, un poco más en infraestructura de riego y más en manejo y monitoreo. Pero, como se mencionó antes, esa mayor inversión inicial se amortiza a corto plazo debido a la mayor productividad de los primeros años.

En Argentina, la mayoría de los huertos de alta densidad se encuentran en Salta, Tucumán y Chaco. Estas áreas tienen diferencias agroecológicas específicas con las que se encuentran en la Región Nordeste, donde se encuentran las provincias de Entre Ríos, Santa Fe y Buenos Aires. En este último, las condiciones son más similares a las de Georgia o el sureste de los Estados Unidos; la región tiene la mayor superficie sembrada. “Creo que mayores densidades serían un éxito total en la Región Nordeste. Tiene más que ver con el conocimiento y manejo del sistema por parte del asesor que con las posibilidades del área. Es un cambio de paradigma de la jubilación o el cultivo de los nietos a una alta rentabilidad a corto plazo”, dice Orell.

Josefina Manfrin es una productora de pecanas con 35 hectáreas sembradas en la ciudad de Metán en la provincia de Salta. Su empresa, El Mangrullo SA, tiene uno de los huertos más antiguos del Noroeste Argentino. Aunque ella comenzó el proyecto hace 16 años, el huerto ya tiene una hilera de nogales de 40 años que había plantado un propietario anterior. Cuando Manfrin se mudó con su familia a vivir en la propiedad, se preguntó qué hacer con esos árboles existentes y decidió producir nueces. Con poco conocimiento del cultivo y pocos consejos, sembró 1 hectárea de variedades mixtas en 2006 y otra hectárea en 2007. Ambas con un marco de siembra de 10 por 10 metros (unos 32 por 32 pies), que era lo más común en ese entonces. .

Hasta el 2011, Manfrín no sabía cómo manejar la huerta , y fue gracias a la visita de un grupo de productores locales y al Agrónomo Conrado Rodríguez Lara de México que entendió cómo manejar las pecanas. Ese año se conformó el grupo “NOA Pecan” con 10 productores decididos a apostar por las pecanas en las provincias de Salta y Tucumán, acompañados de un asesor, que en ese momento tampoco conocía el cultivo. Esto permitió el intercambio de ideas, investigaciones y extrapolaciones de casos de otras áreas e incluso de cultivos similares, y principalmente compartir y aprender de los aciertos y errores para que la nuez pecana creciera, se desarrollara y progresara en la región. El grupo continúa hasta el día de hoy, 12 años después.

Gracias a la formación de este grupo y la red de apoyo para salir adelante, Josefina decidió sembrar otras 5 hectáreas en 2011. Con más asesoría y conocimiento, optó por un esquema de siembra más intensivo de 7 por 10 metros (23 por 33 pies). En ese momento, el vivero donde compró las plantas recomendó las variedades 'Choctaw', 'Shoshoni' y 'Pawnee'.

Sembró más árboles en 2013, 2015 y 2016, completando 35 hectáreas, manteniendo el mismo espaciamiento y apostando por variedades como 'Kiowa', 'Pawnee', 'Desirable', 'Sumner' y 'Oconee'.

“En ese momento, leí muchas hojas de datos técnicos de la Universidad de Georgia para cada variedad, y era la única forma de decidir qué variedad plantar”, dice. "Ni siquiera sabíamos cómo era la fruta de cada variedad que estábamos evaluando, solo por imágenes".

Cuando comenzó Manfrin, tenía 23 variedades en su huerto. A medida que cosechaba y veía lo complicado que era tener variedades mixtas, empezó a reponer las menos productivas. “Hicimos muchas pruebas diferentes [con topworking], y hoy tenemos un sistema que nos facilita las cosas, pero se complica con plantas muy grandes”, explica Manfrin. “Así fue como redujimos a 16 variedades. Un gran aprendizaje fue entender que es importante poder hacer bloques de pocas variedades porque sino la cosecha se vuelve muy complicada. En los lotes donde todavía tenemos plantas de diferentes variedades, cosechamos con mucho cuidado y el proceso es muy lento”.

Los resultados obtenidos hasta el momento son sorprendentes. La variedad 'Mahan' ha logrado 3 toneladas por hectárea durante tres años en sus años 13, 14 y 15. Por otro lado, la variedad 'Shoshoni' lleva cuatro años con rendimientos altos: 3 toneladas (año 8), 4,5 toneladas (años 9 y 10) y el año pasado, 5 toneladas (año 11) por hectárea. “Hablo de estas variedades porque son de las primeras que sembramos, y tenemos más años de experiencia manejándolas y conociendo su capacidad productiva, pero hay muchas otras variedades por las que estamos apostando hoy, pero necesitamos varios años para comenzar a comprender y reconocer cómo se desempeñan y qué características tienen”, dice Manfrin.

La clave es el trabajo constante y darle a la planta todo lo que necesita desde el día cero mientras crea y ajusta un plan de manejo semana a semana a través de la observación. Esto permite a los productores comenzar a cosechar algunas nueces en el tercer o cuarto año.

“No estoy seguro si volvería a sembrar 'Mahan', pero 'Shoshoni', si evalúo su precocidad y productividad, es una planta que tiene un alto potencial productivo en sus primeros años. Aunque [la investigación sugiere]que a partir del año 30 en adelante, comienza a tener mucha alternancia y pérdida de calidad, hecho que no puedo afirmar ahora”, dice Manfrin. “Todavía queda un largo camino por recorrer para comprender completamente el potencial de cada variedad. Hoy se están proponiendo variedades como 'Kiowa', 'Pawnee', 'Oconee' y 'Sumner', entre otras, y también 'Western' y 'Wichita', estas dos últimas para zonas más secas del país como la mía. Creo que poco a poco iremos ganando nuestra propia experiencia, ya que aún nos quedan muchos años para entender cómo se comporta cada variedad en nuestro país”.

Se espera que los árboles sembrados en alta densidad alcancen su potencial productivo entre los años 10 y 12. En el Noroeste Argentino existen algunas huertas en el año 14 cuyo nivel de productividad no ha disminuido. Será cuestión de tiempo ver cuánto aguanta así.

La pregunta entonces es si esta producción temprana se compensa más tarde. Eso si la planta mantendrá ese nivel de productividad durante el mismo número de años que en un sistema convencional, donde entra en producción más tarde. Según Orell, los dos sistemas aún no son comparables.

“Los sistemas convencionales han demostrado que, por el sistema de manejo adoptado en Argentina hace 20 o 30 años, tienen problemas de sombra, ya que son árboles muy grandes, con estructuras equivalentes, que implican un alto costo de mantenimiento”, explica Orell. “Como estos problemas se han tenido que solucionar con podas recurrentes, creemos que aún no se ha alcanzado el potencial productivo del sistema de baja densidad. Todavía tenemos que esperar un poco más para comparar ambos sistemas; sin embargo, creemos que por la estructura de planta que logramos en sistemas de alta densidad, debe ser más eficiente en el uso de los recursos y traducirse en una mayor productividad por unidad de superficie”.

En Trancas, localidad del norte de Tucumán, la administradora del proyecto Paola Graña y su esposo, el ingeniero agrónomo Sebastián Valdéz, se asociaron en 2016 con Ernesto Ríos para sembrar una huerta de 25 hectáreas en un modelo de ultra alta densidad. Denominada Don Fermín, la huerta tiene 208 árboles por hectárea en un espacio de 8 por 6 metros. Ríos es dueño de la propiedad, que anteriormente tenía un huerto de almendros 'Chandler' que no prosperó.

El equipo detrás de Don Fermín eligió variedades en función de la disponibilidad y sembró en cuatro etapas de 2016 a 2019 con 'Wichita', 'Western', 'Stuart', 'Pawnee', 'Nacono', 'Oconee' y 'Shoshoni'. De los 5.200 árboles, 5.000 eran árboles de contenedor y solo 200 tenían la raíz desnuda. Cabe mencionar que los árboles de contenedor son muy utilizados en el Noroeste Argentino, a diferencia del Noreste Argentino, que lo utiliza principalmente a raíz desnuda.

El objetivo del proyecto fue claro desde el inicio: reducir el período improductivo de la finca mediante el uso de técnicas de cultivo de alta densidad para otras frutas que fueron probadas con éxito, como la nuez, el aguacate y el limón, y generar conocimiento y fortalecer relaciones. capitalizar con proyectos similares. Los socios establecieron 30 años como plazo del proyecto. Los objetivos del proyecto eran empezar a cubrir los costos lo antes posible, entre los años 6 y 7, recuperar la inversión entre los años 10 y 12, y dar a los socios un horizonte de utilidades que podrían alcanzar en 25 años.

Cuando se le pregunta qué harán después del año 30, Valdéz dice que no sabe, pero cuando una parcela se vuelve improductiva, se cambia o se renueva. “El proyecto funciona mientras genera lo que nos propusimos generar”, dice. “Cuando ya no genera el rendimiento esperado, hay que cambiarlo”.

En este sentido, tanto Valdéz como Graña destacan que la alta densidad no es solo un espaciamiento diferente sino una mentalidad y dedicación diferente. “No interpretes que pasar de 100 a 200 plantas por hectárea es la fórmula mágica para sacar más kilos en pecanas porque si lo haces con la misma mentalidad que las bajas densidades, pierdes dinero”, destaca Graña.

Un aspecto que destacan del potencial del árbol es la poda, según explica Enrique Orell. “Cuando eliminas la estructura del árbol, estás reduciendo el rendimiento. Cada vez que se quita una rama, se pierde el rendimiento. Entonces lo que estamos haciendo es una poda muy minuciosa, y eso es lo que termina logrando la precocidad”, dice Valdéz.

“Creemos que con el manejo que estamos haciendo en la huerta, el rendimiento aumentará hasta cierto año y luego se estabilizará. Si bien entendemos que será alternante en el caso de las pecanas, esperamos que esta alternancia tenga un impacto menor”, ??explica Graña.

Hasta ahora parece estar funcionando. La cantidad de libras por árbol logradas con ese concepto de poda “justa” (alcanzar la estructura correcta y luego dejar que la planta se equilibre) es impresionante.

“Nuestro desafío ahora, a partir del año 7, será cómo lograr inteligentemente un equilibrio entre la poda y la estructura, y además, combinar la poda con los años de encendido y apagado. No hay una receta mágica, pero tiene que ver con que desde el minuto 0 hasta el quinto año, a la huerta no le falte de nada. Alta densidad es igual a trabajo de alta intensidad y dedicación”, dice Valdéz. Sin duda, esta siembra de alta densidad es un cambio de mentalidad para el negocio de las pecanas en Argentina. Los nuevos proyectos en la zona norte del país son empresariales, de gran escala y construidos como una unidad de negocio dentro de la empresa. Queda por ver si el resto de las regiones productoras decidirán transformarse y unirse a este enfoque para el cultivo de pecanas. Según Valdéz, “Esta [técnica]va a profesionalizar el sector, y creemos que nos hará competitivos como proveedores del mundo. El concepto que queremos transmitir es que nuestra diferencia en el mercado será que seamos eficientes en el costo por kilo. Siempre nos hemos caracterizado en el sector agropecuario argentino por ser productivos y eficientes, y la nuez pecana no será la excepción”. Fuente: publicado en Pecan South y distribuido desde el Cluster del Pecán.

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