La producción agropecuaria extensiva en Argentina se desarrolla fundamentalmente en secano, o sea, sólo con el aporte del agua de las lluvias. La superficie irrigada es mínima, según el censo agropecuario realizado en 2018 son 1,38 millones de hectáreas, un 4,2% de las 33,18 millones de hectáreas implantadas en primera ocupación, informaron a AIM desde Confederación Intercooperativa Agropecuaria Limitada (Coninagro).
En tanto, debemos considerar otras 124 millones de hectáreas de pastizales y bosques naturales, destinados en su mayoría a la ganadería, que también dependen de las precipitaciones.
El estudio, asimismo, advierte que la falta de precipitaciones afecta directamente a los cultivos implantados, siendo en esta época del año los cultivos invernales destinados para la cosecha como trigo y cebada, y los verdeos de invierno y praderas implantadas destinadas al pastoreo ganadero para la producción de carne y leche, y también incide en la poca o nula acumulación de agua en el suelo para la implantación en primavera de los cultivos estivales como maíz, soja, girasol, sorgo, etc.
El déficit hídrico actual se ha extendido a gran parte del centro norte de la región agrícola del país. El 57% del área nacional se encuentra con una condición hídrica regular o de sequía, según informo la Bolsa de Cereales de Buenos Aires.
La provincia de Córdoba es una de las más afectadas, las estimaciones de la Bolsa de Cereales de Córdoba indican que la superficie implantada de trigo se contrajo un 23% con respecto a la campaña anterior, el cultivo se encuentra actualmente en macollaje presentando una condición crítica debido a la ausencia de precipitaciones y daño por frío. En tanto, para el Ministerio de Agrícultura, Ganadería y Pesca de la Nación la condición de humedad es de principio de sequía o sequía en toda la provincia.
Por su parte, en el norte del país la situación tampoco es buena. Por caso, en el NOA la condición del cultivo de trigo es 67% regular a mala y en el NEA el 58% presenta igual situación, según el informe de estado y condición de cultivos de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires. Similares cifras indican el informe de Estimaciones Agrícolas del MAGyP mostrando una condición de principio de sequía o sequía para la provincia de Chaco, Santiago del Estero y Catamarca, y una condición de humedad regular para las provincias de Tucumán, Salta y Jujuy.
En ese sentido, el presidente de Coninagro, Carlos Iannizzotto mantuvo una reunión con productores de la Unión de Cooperativas Agrícolas Algodoneras de Chaco, la Federación de Cooperativas Arroceras y la Federación de Cooperativas Agrícolas de Misiones, quienes manifestaron “preocupación” por la sequía en esa provincia: “Esto se extiende y vamos a tratar de dialogar con el gobierno nacional para llevar está dificil situación y buscar soluciones para el productor cooperativo”, dijo Iannizzotto.
“Estamos cerca de las federaciones y cooperativas, como fue el caso del encuentro con productores de Misiones y Chaco para interiorizarnos y profundizar sobre la realidad de cada una de las producciones”, agregó el dirigente rural.
La falta de humedad también comienza a sentirse en el centro sur de Santa Fe, el norte y oeste de Buenos Aires y el noreste de La Pampa, dónde los cultivos han logrado una buena emergencia y están retrasando su desarrollo ante la condición de déficit hídrico, deben ocurrir precipitaciones en los próximos días para permitir afrontar la demanda del cultivo y continuar con las labores de fertilización.
Para lo que queda de agosto y principios de septiembre, la mayoría de los modelos, predicen la continuación de una fase neutral del ENSO (El Niño – Oscilación del Sur), para la primavera y comienzos del verano la probabilidad de una Niña ya es más contundente.
De confirmarse una fase Niña las precipitaciones en la mayoría de las regiones productivas del país serán inferiores a la media, generando graves consecuencias productivas en los cultivos agrícolas y en la producción de forraje para ganadería de carne y leche. Así, la anticipación del sector productivo será clave, planificando rotaciones y planteos técnicos más adaptados a situaciones de stress hídrico, de agravarse la condición de déficit finalmente se traducirá en consecuencias financieras y económicas en una campaña dónde de arranque los resultados esperados ya son bajos o nulos.
Fuente: CONINAGRO