Recomiendan cómo producir ante un escenario de bajantes

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En más de 100 años de historia hidrométrica, no se registra una situación de sequía hidrológica a este nivel. De acuerdo con información del Instituto Nacional del Agua (INA), el almacenamiento del Alto Paraná persiste por debajo del valor operativo normal y en disminución gradual, con valores cercanos a los observados durante 2022.

“Toda la gran cuenca Paraná-Paraguay está mostrando los efectos de una escasez persistente de lluvias en todo lo que va del año”, indicó Juan Borús, ingeniero del INA. Y agregó que “muy atrás quedó la fugaz crecida de primavera 2023”.

Para Pablo Mercuri, director del Centro de Investigación de Recursos Naturales del INTA, lo que ocurre en esta gran cuenca “es un indicador de un ciclo de escasez de agua con el que convivimos los últimos años varios países de Sudamérica, y que se manifiesta no sólo en el curso del río sino también en todos los territorios productivos y biomas de la cuenca”. Incluso, afirmó Mercuri que “el evento El Niño que acompañó gran parte de la campaña 2023-24 con un mejor régimen de lluvias no logró recuperar las reservas naturales de agua y embalses”.

“Agrava esta situación que nuevamente se ha iniciado la primavera con déficit y atraso en las precipitaciones en toda la cuenca, lo que ha sido también una constante de las últimas 5 campañas agrícolas”, explicó.

En esa línea, Borús llamó a “distinguir las regiones de respuesta rápida ante eventos de las regiones de respuesta reducida” y agregó: “En este comienzo de primavera todo el sistema se encuentra en lo que ya se puede considerar como su piso de caudales en este año”. Sin embargo, aclaró que “hay visos de mayor actividad en esas regiones de respuesta rápida, por lo que un escenario probable es el de una lenta recuperación, quebrando la bajante predominante, sin salir de aguas bajas”.

De acuerdo con Borús, este año se encuadra en un ciclo comenzado en la segunda parte de 2019, cuando comenzó a manifestarse un déficit hídrico predominante en todo el continente sudamericano. “Las similitudes son claras, tanto en lo climático como en lo hidrológico”, aseguró.

En esta línea, explicó que se trata de un ciclo al que aún no se le avizora el fin: “En la historia hidrométrica registrada, de más de 100 años, no se encuentra un ciclo semejante”. Y subrayó: “El actual ciclo es, sin dudas, extraordinario”.

En Itaipú, tanto la afluencia como la descarga se mantienen en niveles de aguas bajas. Los niveles en la cuenca alta del río Paraguay se observan en gradual descenso estacional, significativamente por debajo de lo normal. Sobre el tramo medio se lo observa notoriamente en aguas bajas, en niveles críticos, ya en valores semejantes a los mínimos de 2021 y todavía se prevé persista en leve descenso, de acuerdo con el INA.

El río Paraná se observa en aguas bajas en todo el territorio argentino, debido al déficit sostenido del Alto Paraná y de la cuenca del río Paraguay, aproximándose al mínimo estacional. Por su parte, el río Uruguay se observa en aguas medias, con capacidad de regulación disminuida en relación con el período precedente, estabilizándose y situándose en rango normal.

Los niveles de altura del río Paraguay están en sus mínimos históricos y actualmente los modelos de precipitación para esa cuenca presentan gran incertidumbre, por lo que se esperan niveles bajos de todo el río en los próximos meses.

De acuerdo con Borús, “las causas son climáticas: la evolución de las lluvias a lo largo de los últimos 30 años muestra claramente la total dependencia”. No obstante, “la modificación de los usos del suelo en vastas regiones determina que los extremos climáticos se potencien en extremos hidrológicos severos”, indicó el ingeniero.

Por otro lado, el efecto de regulación de los sistemas de presas de embalse sólo actúa como reductor del rango de oscilación de caudales respecto de los rangos naturales de cincuenta años atrás. “Está claro que esas obras hidráulicas no producen por sí crecidas o bajadas fluviales”, puntualizó.

Ditmar Kurtz, coordinador de Investigación y Desarrollo Tecnológico del INTA, explicó que “al 23 de septiembre de 2024, el caudal promedio del río Paraná en la zona de la represa de Yacyretá se situó en el rango de los 8.000 a 9.000 m3/s (EBY 2024)”. Históricamente, el caudal medio del río Paraná varía entre 12.000 y 16.000 m3/s, mientras que el del río Uruguay entre 4.500 y 5.500 m3/s. Para ilustrar, Kurtz señaló que, en “un segundo”, el río Paraná transporta la cantidad de agua suficiente como para regar por inundación, una hectárea durante los tres meses que requiere el cultivo. Es decir, “actualmente y en unas 10 horas el río Paraná transporta el agua suficiente para regar 36.000 hectáreas, y en 20 horas, menos de un día, para regar 72.000 hectáreas casi el 80% del total de lo que se planea sembrar esta campaña en nuestra provincia”.

En la región, si la bajante se agudiza, generará impactos según el tipo de producción. De acuerdo con Kurtz, “para el arroz bajo riego y frente al escenario actual, no se deberían esperar pérdidas de producción por reducción de áreas de siembra, ya que, en la bajante anterior, 2021-2022, la mayoría de los productores y empresas que riegan desde la costa del río, en general, ya realizaron las inversiones necesarias para adecuar todo el sistema de acceso al agua y de bombeo”.

En lo que respecta a la ganadería, “uno de los principales impactos productivos se podría dar en la ganadería de islas”, indicaron desde el INTA Corrientes. En ese sentido, Kurtz aseguró que “la reducción de los niveles de agua en los sectores bajos y de áreas de ribereñas inundables, al secarse, puede afectar la disponibilidad y calidad del forraje”. Y agregó: “Las áreas de pastoreo cercanas a las riberas, al secarse, disminuyen la disponibilidad de forraje natural, lo que repercute en la productividad ganadera, pudiendo incluso aumentar el riesgo de incendios en islas y costas”.

El grupo de Recursos Naturales del INTA Corrientes realiza un seguimiento mensual de la dinámica de los cuerpos de agua, prestando actualmente especial atención a la expansión y contracción del valle de inundación del río Paraná, debido a su impacto en la disponibilidad y accesibilidad de los recursos hídricos. Para ello, se emplean tecnologías de teledetección, que permiten generar los datos de superficies y cartografía, los cuales apoyan la formulación o aplicación de políticas públicas.

“La evidencia satelital indica que el área que abarca el valle aluvial de río Paraná ha experimentado un retroceso si comparamos las imágenes de enero y de septiembre de 2024”, explicó Kurtz.

La tendencia actualmente es negativa. “Al comparar el área total cubierta con agua en el valle de inundación del río Paraná, desde el límite entre Misiones y Corrientes hasta Gualeguay, en Entre Ríos, con el sector correspondiente solo a la provincia de Corrientes, se evidencia que la retracción actual del agua en esta última zona (Corrientes) es más pronunciada que durante la bajante anterior, ocurrida en 2020-2021”, puntualizó Kurtz.

Además, la consulta con informantes calificados que trabajan en el mantenimiento de balsas y estaciones de bombeo para el riego de cultivos, corroboran las evidencias detectadas con imágenes. El río Paraná y sus afluentes se retrajeron considerablemente, complicando actualmente el acceso al agua.

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