Producción total en Las Chilcas, un campo maicero y ganadero sin desperdicios

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“Nuestro principal capital es la gente” dijo Mario Aguilar Benítez a Campo en Acción durante la entrevista en la que se habló largo y tendido sobre su empresa agropecuaria de proporciones extraordinarias para lo que es el concierto de los agronegocios sustentables y rentables.

Que el hombre que aparece como cabeza del directorio del establecimiento Las Chilcas ponga en valor el desempeño de sus empleados expresa un modelo de trabajo ubicado en las antípodas del propietario de tierras que desde hace generaciones vive en la ciudad a expensas de los dividendos que le ofrece el arriendo de sus campos.

Para que se sepa, por si aquí está leyendo algún desprevenido: Las Chilcas es noticia nacional porque producen maíz, carne vacuna, porcina, alcohol para corte de naftas y biogás que alimenta la industria instalada dentro del mismo establecimiento. Lo que queda es un fertilizante orgánico que vuelve al suelo.

En un rincón de la Argentina dan el ejemplo sobre cómo se hacen las cosas para concretar la transformación total del maíz y dentro del mismo predio rural.

Todo es más de lo que se ve a simple vista, las materias primas se transforman vertiginosamente en ese pedacito de la República donde el valor agregado es la consigna para cada cosa que encaran.

Las Chilcas está ubicada en el norte de Córdoba, sobre la ruta 9, muy cerca del límite con Santiago del Estero. “Es un campo de pie de sierra, con volatilidad en el régimen de lluvias. Si llueve bien hay altos rindes y si llueve poco baja mucho. Es una zona marginal comparada con la zona pampeana” describió el productor, industrial y empresario.

La ambiciosa vocación inicial fue similar a la de muchos otros, donde en Entre Ríos, por ejemplo, abundan: dejar de vender grano de maíz como simplemente eso, así que comenzaron a convertirlos en carne. Aquí, en suelo entrerriano, a esa meta la logran a diario los avicultores que demandan todo el cereal posible para alimentar a sus aves de granja.

Mario Aguilar Benítez y sus cuatro hermanos, -representan a la segunda generación a cargo de la explotación-, fueron por la mayor eficiencia en sintonía con el ambiente. Desde el impulso de una firma familiar cumplieron los mandamientos de la economía circular, que no tiene inicio ni final, y llegaron a la productividad total con sustentabilidad.

“No nacimos pensando en la sustentabilidad, arrancamos con integrar varias actividades” dijo Aguilar y recordó: “Mi papá empezó en 1980 y esto era un campo duro de cría extensiva, de poca productividad y sin caminos. La diversificación fue lo primero, luego trabajamos en dar valor agregado al maíz que estábamos cultivando y queríamos dejar de fletarlo a puerto como materia prima”.

Lo dicho, cualquiera sabe que la ganadería ofrece estabilidad, flujo de caja y ayuda a nivelar vaivenes financieros. Pero la agricultura demanda procesos diferentes, más vertiginosos y arriesgados. Entonces iniciaron la combinación que terminó en una industria química y una planta de biogás adentro del campo.

Las Chilcas fueron la vedette de la 7° Convención de Maíz que se realizó en la ciudad de Jesús María días pasados. Semejante empuje dieron a la explotación los organizadores, la Rural local, que los ministros del campo en la Región Centro la recorrieron con un guía de lujo, el propio Aguilar Benítez.

Juan José Bahillo de Entre Ríos, Sergio Busso de la provincia anfitriona, y el santafesino Daniel Costamagna anduvieron entre corrales, plantas elaboradoras de alimentos para animales, pasillos de la industria alcoholera y hasta hicieron una parada a metros de los reactores que procesan los desperdicios finales para crear fertilizante natural.

En ese marco el productor contó del feedlot: “Trabajamos primero con animales propios, luego mejoramos mucho y sumamos volumen con hotelería; en la escala amortizamos inversiones”.

Tras el hit del engorde a corral, precisó que fueron por otra fase de diversificación y la cría de porcinos se transformó de un plan a una concreción. “El 70% del costo de producir un cerdo es el maíz que se come y nosotros lo cultivamos, así que no hubo muchas dudas en arrancar”, deslizó.

De todos modos, reveló, con los vacunos y los porcinos no llegaban a consumir todo el maíz cultivado así que cuando vieron la posibilidad de producir etanol en una planta propia dentro del campo se pusieron a estudiar. El proyecto fue aprobado y los hechos marcan que en Las Chilcas logran 17.500 litros diarios de alcohol con un 99,9% de pureza que se va en camiones cisternas para corte de naftas comerciales. ¡Casi nada!

En serio, ver de cerca los lotes maiceros y a un lado la planta química que consume esa materia prima parece una escena sacada de una versión agronómica del futbol total que pregonó Johan Cruyff. Y que a metros de ahí esté el biodigestor, más allá los corrales y las granjas porcinas ya es como presenciar el vivo y en directo el gol de El 10 a los ingleses en México 86.

Carlos Damonte / Campo en Acción

Datos relevantes

*En Las Chilcas cultivan maíz desde hace 20 años. Lo hacen sobre 5.500 hectáreas; 2.000 sirven al feedlot, otras tantas a la planta de alcohol y 500 van a la explotación porcina.

*Hay 88 personas trabajando al servicio de cada eslabón de la cadena de producción.

*La capacidad de engorde a corral es de 16.500 cabezas, durante la Convención había 13.500.

*Engordan para consumo interno animales que entran con 170 kilos y salen con 370 a un ritmo de conversión de 6,5 kilos máximo. El engorde para exportación ingresa con 280 kilos de piso, se va con 500 y una conversión que fluctúa entre 8 y 8,5 kilos.

*El alimento se elabora en un patio de comidas donde hay para elegir, maíz picado, grano, burlanda, heno de alfalfa, pre mezcla mineral, y en ocasiones cáscara de maní (abundante en la provincia mediterránea) o poroto de soja.

*En la granja porcina se ven cuatro galpones donde se realiza el proceso productivo con 500 madres. El capón engorda durante 165 días y se va del lugar para consumo interno con entre 125 y 127 kilos. Detalle: el 15% de la producción es exportada a China.

*En la planta química producen seis millones de litros anuales de bioetanol con 99,9% de pureza y generan 9.700 toneladas de burlanda, subproducto obtenido de la fermentación del maíz para la producción de alcohol y se destina totalmente al consumo de los animales. Otro subproducto líquido de la destilación del mosto en la fermentación del etanol es la vinasa liviana que va para generar biogás.

*Con sus reactores y bacterias controladas, el biodigestor consume toda la materia orgánica de los desperdicios y devuelve energía para la planta de alcohol y un fertilizante líquido y orgánico rico en fosforo y nitrógeno que va a parar donde todo empezó: la tierra donde se cultiva el maíz.

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