Se retiró Matilde Adelina Aranda. Durante 32 años recorrió el camino desde su casa al trabajo, en su caballo. Preparó diariamente el desayuno y el almuerzo de varias generaciones de alumnos en la escuela que trabajaba. Su compromiso dejó una huella imborrable en la comunidad educativa del establecimiento ubicado en el centro de la provincia de Entre Ríos.
La crónica que publica el portal, AP Noticias, de Villaguay, destaca que el viernes 14 de noviembre Matilde Adelina Aranda cerró una etapa que marcó la historia de la Escuela Nº109 “Granaderos de San Martín”, ubicada en el distrito Lucas Norte, a 50 kilómetros de la ciudad de Villaguay.
Ese viernes, fue su último día como cocinera del establecimiento, donde trabajó buena parte de su vida. Su entrega y constancia hicieron de su despedida un momento cargado de emoción para toda la comunidad educativa.
A caballo todos los días
El director del establecimiento, Ramón Fernández, recordó que “fueron más de tres décadas cumpliendo su trabajo de cocinera en este establecimiento educativo, y su historia se volvió ejemplar no solo por la continuidad del servicio, sino por la manera en que lo sostenía", remarcó.
“Su único medio de transporte siempre fue el caballo”, explicó el directivo. "Como en tantas zonas rurales, los caminos no siempre fueron sencillos, pero Matilde hizo del trayecto una parte más de su rutina diaria, lloviera, tronara o el sol golpeara fuerte", destacó el director de la escuela.
Así llegó, durante más de tres décadas, para preparar el desayuno y el almuerzo que generaciones de gurises disfrutaron.
Cada plato que elaboraba, llevaba el esfuerzo silencioso de ese recorrido, la dedicación de quien sabe que en las escuelas rurales, el comedor es también un espacio de contención y de oportunidades.
Una compañera para alumnos y docentes
Su presencia marcó una parte importante de la historia del establecimiento educativo de Lucas Norte. “Fue compañera de los alumnos y docentes, faltaba solo por fuerza mayor”, recordó el director. La escuela la veía llegar con la primera luz del día, la vio acompañar recreos, cuidar con discreción y ofrecer un gesto amable a quien lo necesitara.
El compromiso de Matilde se reflejó incluso en los momentos difíciles. “Hace dos años tuvo un accidente y aun toda lastimada quería cumplir con su trabajo”, relató el directivo. Esa actitud resume su identidad: una mujer que entendió su tarea como un servicio esencial y que lo sostuvo con fortaleza, aun cuando su salud ya le pedía descanso.
Su despedida no pasó inadvertida. La comunidad educativa la despidió con afecto y reconocimiento. A sus años, y luego de tantas jornadas de trabajo físico y dedicación cotidiana, Matilde inicia una nueva etapa, mientras la escuela queda atravesada por su ejemplo.
El viernes 14 de noviembre fue su último día en la escuela como cocinera, ella es Matilde Adelina Aranda. Una historia breve, que rescata el compromiso laboral y fundamentalmente social. En un lugar alejado de los centros urbanos. En plena selva montielera (o lo que queda de ella). Pequeños ejemplos que construyen comunidad y seguramente sirvieron como aporte a la formación de varias generaciones de gurises entrerrianos, que fueron educados en esta escuela rural.