El girasol es una opción en el mapa agrícola entrerriano y ocupa una superficie cercana a las 20.000 hectáreas. Lejos en el tiempo quedaron aquellos informes donde se daba cuenta de un área de 100.000 hectáreas. El acecho de las palomas y los vaivenes de la economía hicieron que los agricultores vayan dejándolo atrás en sus opciones, pero este año ultra seco las tortas dan la nota con rindes que ponen a los números en verde.
“En esta campaña dominada por la falta de agua el cultivo se comportó bastante bien, fue una buena alternativa” contó Viviana Grinóvero a Campo en Acción sobre el lote de 200 hectáreas de Colonia Crespo, que cosechaban a un promedio de 19 quintales.
Implantado entre los días 8 y 9 de septiembre, previa labranza mínima, el girasol en cuestión acabó por alcanzar las expectativas en medio de un escenario general de amargura, por el déficit hídrico y la ola de calor, que arrasaron con el trabajo de aquellos que eligieron producir maíz de primera.
La profesional aportó que los girasoles de la empresa familiar que integra se implantaron a 35 centímetros entre surcos, distinto a otros años que lo hacían a 52. Tal cambio, definió, hizo posible una mejor distribución. Fertilizaron con fosforo y nitrógeno y tras la aplicación de los pre emergentes prácticamente no volvieron a ingresar.
Sin contratiempos de fuste con las malezas, destacó que apenas trabajaron de manera preventiva contra hormigas en las cabeceras. “El objetivo es lograr una muy buena implantación para llegar a cosecha en buenos términos” especificó la mujer que sabe y mucho de girasol porque la firma lo tiene en la agenda desde hace 40 años.
En cuanto al enemigo íntimo de la oleaginosa, las palomas, determinó: “Hay que tomarlo como es, no tiene solución y hay convivir”. Sin embargo, apreció que, a título de paliativo, durante la trilla pasan un rolo por donde va la cosechadora con el fin de bajar las plantas.
La experta ponderó que en la familia son, como la mayoría de los productores, de estudiar los pronósticos meteorológicos y; en consecuencia, “contemplamos que sembrando girasol en la misma época del maíz podíamos encontrar algo de equilibrio sabiendo que se comporta mejor”.
Así las cosas, llevan cuatro años seguidos insistiendo en la misma opción y, como ella misma describió, buscando que los lotes queden juntos, por una cuestión logística y el ataque de las palomas.
En el mismo lugar de la trilla Nicolás Cabello, técnico de la firma Insumos Entre Ríos, dio a Campo en Acción un panorama general al indicar que la campaña tuvo de todo un poco; desde lotes que sufrieron heladas tempranas y ahora rinden más o menos seis quintales y otros de 20 como los testimoniados en Colonia Crespo. “Al comparar con el maíz vemos que las cosas salieron bien para el girasol”, aseguró sin medianías.
Cesar Berardo, por su parte, fundamentó los materiales implantados influyeron decididamente en el rendimiento. El profesional de la empresa NK Semillas dijo que la elección de los Grinóvero fue por el SYN 4066 de la empresa semillera; -“que ya tiene sus años en el mercado y está muy adaptado a la provincia y todas las zonas girasoleras”-. Sostuvo que el programa de mejoramiento de la compañía genera “muy buenos resultados” y que “lo ideal es cosechar en enero, pero ahora estamos viendo una cosecha en febrero que se da en un año complicado y deja algo en el bolsillo del productor”.