El Gobierno y los fabricantes comenzaron a discutir medidas que promuevan la recuperación del sector. En Brasil, cumple 20 años el programa que impulsó la nacionalización.
Entre 2015 y 2019, la Mesa de la Maquinaria Agrícola que había establecido el gobierno anterior como ámbito de diálogo con la producción, no generó resultados concretos.
Entre otros temas, nunca se resolvió debidamente la forma de determinar el nivel de componentes nac ionales que tiene una máquina para, en función de ese parámetro, poder asignarle financiación preferencial y así lo describe la nota publicada por MAQUINAC.
La cuestión fue retomada en el marco de la reciente reunión que mantuvieron funcionarios del nuevo Gobierno con representantes de la Cámara Argentina de Fabricantes de Maquinaria Agrícola (CAFMA).
Análisis
“El tema del producto nacional hay que trabajarlo con el Gobierno, para ver a través de qué mecanismo se establece que un produccto tiene mayoría de partes locales”, señala una fuente de la industria.
“Si hay recursos escasos para financiar, que se utilice para lo que es realmente producto nacional”, agrega.
“No pedimos que no dejen entrar máquinas importadas, sino que la poca financiación que hay se use en la maquinaria nacional”, subraya la fuente.
El asunto vuelve a empezar y será debatido en la mesa de productividad que el Gobierno establecerá con los fabricantes.
Pero los funcionarios oficiales plantearon su objetivo a CAFMA: Que se avance resueltamente en la obtención de resultados concretos.
Precisamente, es lo que se necesita para poner en blanco sobre negro si una máquina ha sido fabricada en Argentina o si sólo fue ensamblada con partes importadas.
Espejo
Mientras en el ámbito argentino el juego vuelve a comenzar, Brasil cumple 20 años con el programa que se inició en 2000 para la renovación de la flota agrícola.
Ese año fue creado el Moderfrota, el programa que ofrece una línea de créditos blandos para la compra de maquinaria.
El dinero es aportado por Finame, la línea del BNDES (Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social) que financia bienes de capital.
El plan de nacionalización se combinó con la devaluación del real ocurrida en 1999 y que incrementó los costos de importación de las maquinarias.
Con la aplicación de Moderfrota, sólo las máquinas con más del 60% de las piezas fabricadas en Brasil pasaron a beneficiarse de los recursos del programa.
De lo contrario, el productor debía buscar financiación por su cuenta para la adquisición de un equipo.
El plan oficial arrojó resultados concretos. Por ejemplo, John Deere empezó a producir la cosechadora 9750 STS, en ese momento la más grande del mundo, en su planta de Brasil, en lugar de importarla desde Estados Unidos.
CNH Industrial también encaró la fabricación de cosechadoras en sus plantas brasileñas y hubo una larga lista de empresas decididas a encarar proyectos de producción en el país.
Un factor que contribuyó al proceso fue el hecho de que en la industria de Brasil existiera una amplia oferta de agropartes de nivel internacional.
Condiciones
Para replicar lo sucedido en Brasil, todo indica que se requiere una voluntad firme de establecer reglas de juego.
Si la orientación básica es darle preferencia a la industria nacional para los diferentes sectores, en el caso de la maquinaria agrícola se puede hacer una clara distinción entre lo que se fabrica en el país y lo que llega para ser armado.
Las compañías multinacionales ya tienen establecidas plantas industriales en el país. Las fábricas nacionales cuentan con proveedores de piezas que trabajan mediante altos estándares de calidad.
Las cartas están sobre la mesa y ha llegado el momento de definir cómo se jugará.