"Las naciones con escasa virtud en materia de organización cobran impuestos a las exportaciones"

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El jefe de Coninagro cargó sin eufemismos contra la presión fiscal.

De acuerdo con un estudio de Index Mundi, al que accedió Coninagro, los pocos países que tienen impuestos con importancia significativa a las exportaciones son, según la recaudación por esos tributos medida en dólares, Indonesia, Rusia, Kazajistán, Uzbekistán, Costa de Marfil, Tanzania, Guinea, Argentina, Camboya, Irán, Camerún, Uganda y Hungría.

A eso se suma la estadística que lleva adelante el Banco Mundial. Según su base de datos, Argentina y Kazajistán son los países con mayor presión impositiva sobre sus exportaciones (equivalen al 21,9 por cientos de sus recaudaciones totales de impuestos).

“Para cuidar la mesa de los argentinos también es importante que cuidemos a los que producen”, opinó el titular de Coninagro, Carlos Iannizzotto.

“Los impuestos a las exportaciones, como carga de cierta relevancia sobre la producción y para los ingresos fiscales, son tributos aplicados por muy pocos países y a la vez por naciones de escaso desarrollo económico o de escasa virtud en materia de organización productiva”, indica un trabajo realizo por la entidad.

“Cuando nos referimos a computar la presión tributaria directa real sobre las exportaciones, además de las retenciones, existen en Argentina otros impuestos que pagan los exportadores como los impuestos a las Ganancias, a algunos activos, a actividades financieras o a servicios de soporte de la producción, a las importaciones, al valor agregado en la cadena productiva, sumado a las tasas provinciales y municipales”, agregó Iannizzotto.

El análisis de Coninagro concluye que altas retenciones generan efectos distorsivos, entre los que menciona mayores costos en la cadena productiva, industrial y comercializadora; desincentivos para invertir y salir a competir en el mundo; y exclusión de pymes que, con menos escala, no pueden acceder a niveles de eficiencia para competir con altas tasas impositivas en el proceso.

También problemas por los cambios constantes en los niveles y alícuotas de retenciones que impiden la planificación, previsibilidad para cada ciclo agrícola y el desarrollo de nuevos negocios; baja reputación para la Argentina; e inconvenientes productivos generales porque al gravar la producción exportable, se reduce la inversión y la producción en calidad y cantidad, y eso afecta el ingreso de divisas.

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