“Umuntu, nigumuntu, nagamuntu”, es una frase zulú de raíz africana que expresa que una persona es persona a causa de los demás. ¿Estás para hacer algo con el fin de formar parte de tu comunidad para así ir mejorándola?, se preguntó Nelson Mandela.
Un grupo de investigación de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires retomó el significado del término Ubuntu para nombrar a un nuevo tipo de leguminosa forrajera que podrá ser mejorada por productores e instituciones. El proyecto aspira a que el productor y el mejorador establezcan un vínculo directo. La alternativa se llama Bioleft, basada en la idea del copywright y derechos de autor y el software libre que todo el mundo contribuye a su mejoramiento. Así lo publicó Carina Labruna en AGROFY AGENCY.
“La felicidad es un bien comunitario. Escuché la frase ‘la Argentina se desarrollará cuando la agricultura familiar esté desarrollada’. El pequeño productor no puede tener una producción sustentable, termina vendiendo su pequeña parcela si la tiene. Deberían hacerse políticas para que la gente pueda sostener su producción rural.“ expresó Gustavo Schrauf, investigador y coordinador del proyecto de la cátedra de Genética de FAUBA.
La cátedra de genética de FAUBA viene haciendo mejoramiento de forrajeras desde hace 25 años, en general se hacen convenios con empresas para que se comercialice el cultivar. “En este caso, fue un cultivar que directamente se ofrece a través de esta red a los productores. El productor multiplica y le devuelve a la facultad más material, entonces vuelve a llegar a más productores agrandando la escala”, agregó Schrauf.
Sobre el sistema de código abierto el investigador prosiguió: “Hay una participación colectiva entre el productor y los investigadores con un mejoramiento permanente. en cada lugar que se siembra se vuelve a modificar, a adaptar, entonces si la institución puede interactuar con el productor no solamente mejora y le entrega la semilla sino que su futuro mejoramiento será producto de lo que el productor necesita y genere la facultad en este caso. Los productores de agricultura familiar en general no son sujetos de beneficio de parte del mejoramiento, por eso nos conectamos a través de organizaciones de productores”.
Desde su punto de vista, el coordinador del proyecto remarcó que “la tendencia mundial es hacia el patentamiento de todo, entre otras cosas de la materia viva y las plantas. En Argentina eso no existe, esta iniciativa fue una alternativa a esa tendencia mundial que está dada porque hay una concentración muy fuerte de la industria semillera. Hace 10 años había 10 empresas que incidían en el 60 por ciento de las semillas y el 70 por ciento de los agroquímicos”.
En cuanto a iniciativas similares en otros paìses, en Estados Unidos plantean el mejoramiento participativo. En Europa está muy unido a la producción orgánica. “Es un movimiento mundial incipiente que me llamó la atención, hace un año desconocía trabajar de esta forma, y a partir de comenzar a investigar nos dimos cuenta que está surgiendo una forma de trabajo diferente”, indicó Schrauf.
Una semilla rústica
El cultivar Melilotus albus es una leguminosa forrajera, muy rústica de ambientes salinos e inundables, originaria del Meditarráneo que se introdujo en Argentina en la década de 1950 y durante muchos años no fue objeto de un mejoramiento. El coordinador del proyecto fundamentó que fue seleccionada sobre otras especies porque “sentimos esa demanda y la universidad debe tener como objetivo solucionar problemas de la sociedad, entonces hay que organizar actividades con productores para brindarles ese material.”
Es amigable con el medioambiente ya que no necesita agroquímicos. “Se puede inocular porque fija nitrógeno en atmósfera generando proteína. Tolera suelos con deficiencias nutritivas y que no son aptos para agricultura, donde la ganadería tiene ventaja”.
Además, Schrauf contó que este sistema de mejoramiento de producciòn está siendo probado con otros cultivos como maíz, y hay un proyecto de tomates antiguos para que no se pierda el gusto con productores de Gran Buenos Aires.
¿Alternativa a la Ley de Semillas?
Ante este planteo Gustavo Schrauf contestó: “La modificación de la Ley de Semillas no sé hasta donde llegará. Se pretende que el productor no tenga derecho de uso propio, que no pueda retener la semilla, guardarla y volver a sembrar. Que esté obligado a pagar para volver a usarla, perjudicándolo. Si Argentina no desarrolla su propia semilla va a depender de lo que hacen afuera. Argentina debería plantearse programas de mejoramiento propios para los cultivos más importantes y tener independencia”.
De pequeña a gran escala
Si bien la demanda fue de la agricultura familiar, no es que fue pensada solo para ello. “Pretendemos llegar a todos los productores. La agricultura familiar va a multiplicar artesanalmente la semilla, usarla para uso propio, pero también darle a la facultad una producción de semillas de alta calidad que se cosecha manualmente”, aclaró el referente de FAUBA.
El proyecto incluye a pequeños agricultores familiares agrupados en la Organización de las Naciones y Pueblos Indígenas en Argentina (ONPIA) y a la Federación de Organizaciones Nucleadas en la Agricultura Familiar (FONAF). Se genera una plataforma virtual que comunica al productor con el mejorador. No todos los productores tienen acceso a internet en sus campos entonces se comunican con los más pequeños a través de sus organizaciones.
Como visión a futuro, el equipo investigador prevé conseguir fondos para financiar el proyecto. “Hubo reuniones con el Ministerio de Ciencia y Técnica para eso pero como ahora es Secretaría, es compleja la situación para conseguir recursos. Por otro lado, hay mucho interés de la Facultad de Agronomía de Rosario, la Facultad de Ciencias Agrarias de Esperanza, la Universidad de Córdoba, el INTA, e instituciones del Estado que quieren ser útiles y eso no se va a poder detener”, aseguró el profesor titular de la FAUBA.
En su experiencia como académico Gustavo Schrauf dio el puntapié inicial para ser articulador “antes discutíamos esas técnicas, que quedaban en un papel pero si lo que se genera con tecnología llega al productor, uno tiene un rol social con mayor impacto. Seremos 20 que trabajamos en distintas líneas de trabajo pero lo importante es la vinculación con otros grupos de investigación en el extranjero. estamos firmando un convenio con Australia, Nueva Zelanda, y Brasil, Los vínculos interuniversitarios son muy enriquecedores”, concluyó.
Bioleft es una iniciativa de un equipo interdisciplinario de investigación conformado por personas especializadas en economía, agronomía, ambiente, genética, derecho y propiedad intelectual, producción e investigación colaborativa y comunicación. El proyecto fue incubado en la Fundación CENIT junto al STEPS Centre-América Latina, en el marco del proyecto global Transformative pathways to sustainability.