La Nueva Trinidad es un establecimiento rural entrerriano de 1600 hectáreas que exhibe la curiosa condición de ocupar tierras de tres departamentos: Nogoyá, Tala y Gualeguay. En el lugar producen carne y granos bajo normas de calidad que se sostiene en el aprendizaje permanente.
“Los replanteos son una constante, somos curiosos y estamos con la mente abierta para aprender todo lo que se pueda”, contó a Campo en Acción Marino Lind, responsable del área de Producción de la empresa rural. Bajo ese concepto el profesional puso la explotación al servicio de la compañía Gentos para dar vida a una Jornada Técnica de Pasturas que reunió a una multitud de productores de la zona, interesados en saber más sobre sistemas que den sustentabilidad a la actividad.
“Aquí, los cultivos de servicio y forrajeros van en aumento y la agricultura se integra a la ganadería; no podemos quedarnos con técnicas de trabajo ineficientes porque las inversiones son importantes”, sentenció Lind y remató: “Como anfitrión estoy conforme con la convocatoria y la participación para evacuar dudas y responder a inquietudes. El intercambio favorece las mejoras productivas”.
Fabian Morales, gerente de Investigación y Desarrollo de firma complementó al determinar que el objetivo del encuentro fue mostrar la genética disponible, además de las técnicas más apropiadas para su manejo y las claves a considerar cuando se eligen especies para concretar las mezclas. “No hay una receta única, hay que adaptar las especies a los planteos forrajeros para cría y recría”, definió.
Sumó que la interacción distingue a este tipo de encuentros: mostraron diferentes ambientes, de loma, de bajo y medias lomas. Y para cada situación propusieron siembras de alfalfas con festucas, tréboles blancos y agropiros, seleccionados por su calidad de hoja y producción.
En tal sentido especificó que “la selección genética que hacemos es pensada para la región con altos niveles de persistencia; porque los gastos son altos y duele que se diluyan en unos pocos años; tiene que durar seis años o más”.
En ese contexto admitió que entre los productores se impone la idea que domina la labor en La Nueva Trinidad; es decir, trabajar cada vez mejor.
Martín Bigliardi, Desarrollista de Gentos, contó que la producción de forrajes de precisión es clave. Y explicó: “En forrajes si se hace algo mal el error se extiende años. La planificación es clave; la agricultura tradicional dura seis meses, aquí mucho más”.
En ese sentido sentenció que el estand de plantas óptimo varía según los ambientes y siempre deben ser justos y necesarios para que el pasto crezca vital y a la vez combata la aparición de malezas.
José Jauregui, gerente de Desarrollo de la empresa en el país, sumó: “Buscamos que los materiales tengan un proceso de selección con animales en pastoreo, que estén bien adaptados a las condiciones reales de uso”.
En términos de durabilidad subrayó lo dicho por sus colegas y el mismo productor: las pasturas deben durar seis años como mínimo y en ese aspecto el manejo es una premisa básica. Puso en valor que “la pata técnica sirve a la perdurabilidad. Para lograr el objetivo hay diversas estrategias como las charlas técnicas y el trabajo a campo. Genética y manejo van de la mano para lograr un circulo virtuoso”.
El especialista relató que gran parte de los fracasos suceden en la implantación y se ven recién a los tres años y definió ese momento como un período crítico. “Analizar el suelo y evaluar el ambiente son labores previas a la elección de las variedades. Luego, el manejo define la vida productiva de una pastura”.
Daniel Aguilar / Campo en Acción