Por la caída del consumo, las industrias están agotando el stock y frenando los niveles de producción. Esto genera, entre otras cosas, que miles de trabajadores vean afectada su continuidad y estabilidad laboral. Según los números del Indec, la industria mantiene más del 43 por ciento de su capacidad en modo ocioso. El dato es el más bajo de la serie de diez años. Incluso está por debajo del 61,6 por ciento de enero del 2018. Según los datos de la CAME, en febrero las ventas minoristas cayeron un 11,9 por ciento interanual. Además de la caída del consumo, las tasas elevadas presentan un obstáculo a la producción industrial porque resulta más rentable la inversión financiera que la productiva.
La utilización de la capacidad instalada en la industria manufacturera se ubicó en enero en apenas un 56,2 por ciento, informó ayer el Indec. Esto implica que la producción industrial podría atenderse prácticamente con la mitad de las plantas, máquinas y personal actuales. El dato está por debajo del 61,6 por ciento de enero de 2018 y además es el más bajo de la serie de diez años que publica el Indec en su página web. En enero pasado, los peores niveles de utilización se registraron en el sector automotor, textil, metalmecánica y caucho y plástico. Como las empresas no venden por el desplome del poder adquisitivo, no tienen incentivos para fabricar y en cambio se concentran en liquidar los stocks acumulados. Ese reordenamiento y achicamiento del esquema de trabajo en las plantas, que afecta a microemprendimientos y a pequeñas, medianas y grandes empresas, redunda en la política de despidos y suspensiones masivas de personal que se anuncian a diario y, en el peor de los casos, quiebra y cierre de empresas.
El modelo económico de Cambiemos ataca a la industria nacional desde varios flancos. En primer lugar, la contención salarial frente a la inflación deprime el poder adquisitivo de los salarios y de los ingresos en general, con el consiguiente impacto negativo en el consumo. Según los últimos datos de la CAME, en febrero las ventas minoristas medidas en cantidades tuvieron una caída del 11,9 por ciento frente al mismo mes del año pasado, y cerraron 2018 con una merma acumulada del 6,9 por ciento.
Junto a la baja del consumo, las altas tasas de interés vuelven atractiva cualquier tipo de opción financiera en contra de la actividad productiva, al tiempo que encarecieron los préstamos para capital de trabajo y para cambiar cheques. En tercer lugar, el Gobierno liberó restricciones para importar, lo cual redujo aún más el mercado interno disponible para la industria local, y la política tarifaria elevó costos fijos, publicó Página 12.
El sector automotor registró un grado de utilización de la capacidad instalada del 15,7 por ciento, diez puntos por debajo del valor del mismo mes de 2018. El bajísimo nivel de utilización le pone un número a la política de suspensiones generalizadas que están llevando a la práctica casi todas las terminales instaladas en el país. Sólo en los últimos días se conoció la suspensión de 1000 operarios de Peugeot durante marzo y 900 de Honda. Renault frenó operaciones la semana pasada, al igual que Fiat, mientras que Iveco suspendió durante buena parte de marzo a 900 trabajadores. El corte en la actividad productiva afecta a empresas más chicas del sector autopartista y a otros proveedores.
El sector textil tuvo en enero una utilización de la capacidad instalada del 31,4 por ciento, muy por debajo del 57,2 por ciento de enero de 2018. Los empresarios textiles advierten que el dato actual es preocupante pero que, además, no llega a reflejar la profundidad de la crisis, porque en los últimos años se produjo el cierre de muchas empresas, que entonces dejaron de contar como capacidad ociosa y entonces mejoraron el indicador de utilización. El sector textil acumula entre enero de 2016 y enero de 2019 una reducción del nivel de actividad del 55 por ciento.
En la metalmecánica, la utilización se ubicó en el 38,4 por ciento, lo cual implica una baja de diez puntos porcentuales en la comparación interanual, a raíz de la caída en la producción de envases metálicos, productos de metal para uso estructural y por la fuerte caída de la industria de maquinaria agrícola. Otro sector que quedó por debajo del promedio general fue productos de caucho y plástico, por la baja de producción de las manufacturas del plástico.
La caída de la demanda afecta también a sectores de consumo que suelen considerarse relativamente inelásticos a los cambios en el nivel de ingreso. El bloque de alimentos y bebidas registró un nivel de utilización de la capacidad instalada del 57,5 por ciento, cinco puntos inferior al 62,7 del mismo mes del año pasado, a partir de “la baja registrada en la elaboración de bebidas gaseosas, aguas y sodas, productos lácteos y en la molienda de oleaginosas”, detalló el Indec. También cayó la utilización de la capacidad instalada en la fabricación de insumos para la construcción, de 67,6 a 57,1 por ciento en el último año.