La colza sigue en busca de su espacio vital entre los cultivos invernales entrerrianos. En campos de Victoria la sequía hizo mella; algunos lotes se discontinuaron y pasaron a trigo; pero los colzeros insisten con esperanza, insertándolo en sus esquemas de rotación.

Campo en Acción dio cuenta del desempeño de la colza junto a Gustavo Bearzi, técnico de Cooperativa Agropecuaria de Aranguren: “Este lote es de 60 hectáreas, hecho sobre rastrojo de maíz, y su estado general bastante bueno, las plantas podrían estar mejor pero la seca impactó; no obstante es un cultivo que se desempeña bien con estrés hídrico”.

Precisó que es de las primeras fechas de siembra, de mediados de abril; y aportó que los plantados en mayo ya están más complicados. Lo producido se exportará a Estados Unidos para consumo humano, “por eso tiene restricciones de comercialización en materia de residuos, el manejo es muy estricto”, definió el especialista.

En el contexto de la planificación, sentenció que no abundan las variedades de semillas y que la entidad tiene un convenio con INTA en tal sentido. Los semilleros, en tanto, cuentan con alguna paleta de híbridos, pero a juzgar por la experiencia del profesional “ a cosecha, unos y otros rinden más o menos lo mismo. El capital invertido es mayor al utilizar híbridos, que ofrecen más estabilidad a cosecha, pero en materia de rendimientos no hay casi diferencias con quienes producen en base a variedades”.

En la entidad producen con la variedad primaveral Macacha, de buen comportamiento sanitario, resistente al ataque de hongos de suelo y porte adecuando. “Sembrada a término llega a finales de octubre a cosecha con secado natural” contó Bearzi.

Por el andarivel de las plagas, dijo que la polilla acecha a la colza. Sin embargo especificó que “no es de aparecer seguido, pero de atacar se controla con productos de banda verde”. El manejo nutricional es simple: fósforo, azufre y nitrógeno.