La baja oferta y alto consumo son los sostenes de las cotizaciones del mercado de granos

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Los compromisos de exportación de maíz alcanzan 20 millones de toneladas.

Si bien las producciones mundiales, tanto del trigo como de los granos forrajeros y la soja, se ubicaran en el ciclo 2020/21 en niveles record, estos están muy por debajo de las expectativas iniciales.

En todos ellos se observan recortes significativos, en especial en los principales productores-exportadores. A los Estados Unidos, donde el clima adverso en que se desarrolló el maíz y la soja llevo a reducciones importantes en la oferta; se sumó la Unión Europea y los ex soviéticos que vieron limitada su producción triguera.

Solo se registró una mejora sustantiva en Australia, que luego de varios años de sequía, revirtió tal situación mejorando la cosecha de este cereal y su saldo exportable.

No obstante, esta situación aun no es definitiva, ya que resta aguardar el desarrollo final de los cultivos en el Hemisferio Sur, en un ciclo con características climáticas muy variables, donde predomina un evento Niña, que aunque débil, genera mucha incertidumbre en cuanto al resultado final de la cosecha gruesa en Brasil y particularmente de Argentina.

En las últimas semanas se registraron lluvias importantes en gran parte de la región, no obstante resulta imprescindible que estas sean más homogéneas si se pretende alcanzar rendimientos medios relativamente buenos. Las altas temperaturas registradas y la sequia hacia inicio del ciclo en gran parte del área productiva de Argentina, permiten inferir una baja en los volúmenes.

Se proyectan volúmenes productivos menores al ciclo previo, que se alejan del record de 142 mill/ton obtenido en el ciclo 2018/19.

En este marco de una oferta mundial limitada, se observa una demanda muy sostenida de la mayoría de los productos, siendo China una vez más el principal motor de esa mejora.

Recordemos que en el gigante asiático, se registraron condiciones climáticas muy severas, con fuertes tornados e inundaciones que azotaron la zona central del país reduciendo también las expectativas de una cosecha abundante.

Paralelamente, en China se está reconvirtiendo la producción porcina, intentando reemplazar las explotaciones tradicionales, de escasa productividad y muy bajo control sanitario, por grandes establecimientos que permitan una producción a escala más eficiente y mejores condiciones higiénicas, a fin de controlar la peste porcina africana, recomponer los diezmados stocks de porcinos, y reemplazar paulatinamente la alta dependencia de los consumos de carnes de origen extranjero.

Ello queda expuesto en los volúmenes que se esperan comercializar con ese destino a lo largo del ciclo actual. Si bien el propio USDA ubica las compras chinas en grandes cantidades, los operados privados descuentan volúmenes aún mucho mayores, que pueden duplicarse en el caso del maíz.

A ello se suma un sinnúmero de países que gradualmente están saliendo de la pandemia del COVID 19 y que necesariamente deben seguir abasteciendo a sus pueblos ávidos de alimentos.

Un capítulo aparte lo constituye la relación entre los Estados Unidos y China, que lejos del conflicto comercial aun no resuelto entre ambos en materia de aranceles de exportación, muestra señales de un sólido intercambio, con embarques record en el primer semestre tanto de soja como de maíz.

Según la información del USDA, los compromisos de exportación de maíz y soja alcanzan las 20 y 48 mill/ton respectivamente, de los cuales tienen por destino China más de 6 y 33 millones de toneladas de ambos granos.

Esta realidad de una oferta restringida y una activa demanda, se tradujo en una caída en los stocks finales, con excepción del trigo, y su relación con el consumo, de los más bajos del último quinquenio.

Fuente: Fundación Producir Conservando / Gustavo López

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