Los inoculantes forman parte del grupo de los biofertilizantes y su acción se vincula sobre la disponibilidad del nitrógeno, nutriente esencial para el crecimiento de las plantas. Aunque el 78% del aire esté compuesto por nitrógeno gaseoso, la planta no puede asimilarlo por sí sola.
Esta captura, dice el trabajo realizado por Micaela Zaro y Matías Gorsk, integrantes del comité técnico de FERTILIZAR, publicado por LA NACION, se logra a través de la Fijación Biológica de Nitrógeno (FBN), que se genera por la simbiosis entre bacterias específicas de los inoculantes con plantas leguminosas. Mediciones comprobadas a campo por cientos de ensayos con rigor científico llevados a cabo durante los últimos 30 años, permiten concluir lo siguiente:
Las leguminosas aportan nitrógeno del aire al sistema. Inoculando correctamente garantizamos ese aporte a nuestros cultivos. A su vez, la soja necesita 80 kg de nitrógeno para producir una tonelada de grano. La FBN aporta más del 60% de ese requerimiento.
La inoculación tiene un alto retorno por peso invertido. El costo de un inoculante representa el 0,5% del costo total de producción. También es la vía de menor impacto ambiental, para asegurar nitrógeno para los cultivos.
La aplicación de fertilizantes minerales en conjunto favorecerá el desarrollo temprano de las raíces, generando un ambiente propicio para la infección de las bacterias y logrando maximizar la FBN. Como en cualquier proceso biológico, para alcanzar una mayor expresión de la FBN son necesarias determinadas condiciones.
La forma de potenciar este proceso es mediante la inoculación con bacterias fijadoras específicas, de probada infectividad y efectividad. No menos importante es el tratamiento de la semilla con el inoculante: la compatibilidad con terápicos aplicados de manera conjunta, la calidad de la formulación, la correcta dosificación, uniformidad en la distribución sobre la semilla y el cuidado de la semilla tratada antes de la siembra son factores imprescindibles para su eficacia.
En definitiva, podríamos identificar los "Diez Sí" para una buena inoculación:
Inocular a la sombra
Sembrar en suelos con buena humedad para adecuado funcionamiento de las bacterias
En caso de usar agua, no debe ser agua corriente y debe estar libre de cualquier sustancia bactericida
Tratar la semilla con máquinas inoculadoras apropiadas y bien reguladas
Utilizar inoculantes de reconocida calidad
Almacenar el inoculante a la sombra y en lugares con temperatura menor a 25°, al igual que la semilla tratada
Respetar la fecha de vencimiento del inoculante
Una vez abierto el envase, debe usarse el inoculante en su totalidad
En caso de complementar el tratamiento de la semilla con fungicida o insecticida, utilizar productos formulados para asegurar compatibilidad con las bacterias
El uso de protector bacteriano mejora la supervivencia bacteriana bajo condiciones adversas