El consumo de fertilizantes en 2018 cerró en 4,3 millones de toneladas, un 14% más en relación al año previo. Sin embargo, más allá de la satisfacción por este crecimiento, las empresas de este segmento saben que todavía hay mucho potencial para seguir creciendo. Así se deduce de esta nota realizada por Esteban Fuentes en CLARIN RURAL.
Según Ezequiel Resnicoff, gerente de Agroinsumos de YPF Agro, si bien creció el uso de este insumo el año pasado, aseguró que todavía falta para producir de forma sustentable. “Sólo se repone entre 35 a 40% de lo que se extrae del suelo. Para los niveles de producción que hay en Argentina, el mercado debería ser de 7 a 8 millones de toneladas”, remarcó.
Entre los principales motivos, Resnicoff indicó que gran parte del área de las tierras son alquiladas con contratos cortos. “La base nitrogenada se utiliza en el mismo ciclo del cultivo, contrario de lo que sucede con los otros nutrientes. Invertir en fertilizantes si no se sabe si el año que viene el productor sigue en el mismo lote, desalienta el uso de esta tecnología”, fundamentó.
Yendo a lo que puede suceder este año, para el directivo de YPF Agro, el uso de fertilizantes será similar o menor al del año pasado. Si bien se espera un área de trigo igual a la campaña previa, señaló que hay incertidumbre para los cultivos de gruesa por el contexto político, sobre todo para el maíz, que es el que demanda mayor cantidad de este insumo.
“Se siembra con un gobierno y capaz que hay que cosecharlo con otro”, destacó Resnicoff. Y agregó que el 65% del mercado total de fertilizantes se define en el segundo semestre.
Un párrafo aparte es el escaso uso de esta tecnología para la soja, el cultivo emblema del país. “Estamos preocupados porque se fertiliza muy poco. Nosotros y desde Fertilizar Asociación Civil, que somos socios fundadores, estamos promoviendo la reposición de nutrientes en ese cultivo. Hay muchos ensayos que demuestran la importancia del uso de los fertilizantes”, sostuvo.
En este sentido, Jorge Bassi, gerente de Marketing de Bunge, coincidió en que esta práctica en la oleaginosa está estancada. “Un cliente que hizo una tesis sobre este tema demostró que los mejores resultados los había tenido agregando 160 kilos de fertilizantes. Hoy, la dosis promedio en el campo es de 40 kilos”, relató.
“Como mínimo el mercado tendría que crecer un millón de toneladas más para la soja. Hoy, el cultivo consume 800.000 toneladas entre fósforo y azufre”, agregó Bassi.
No obstante, el directivo de Bunge preponderó la suba del mercado de fertilizantes en 2018 ya que, según comentó, el productor venía desfinanciado por la mala cosecha y además, le cambiaron las reglas de juego con las retenciones. “Valoramos muchísimo el esfuerzo del productor y la visión que logró salir de un momento de sequía difícil apostando a la tecnología”, indicó.
Puntualmente, Bassi remarcó el aumento que hubo de dosis en trigo, que luego se vio reflejado en la producción y calidad. “Se decía que si se busca volumen, cae la calidad. Pero nosotros hacíamos hincapié en que el fertilizante es la llave que cierra esa brecha de rinde/calidad. Lo que hay que hacer es aplicar más. Estos aprendizajes quedan y el productor ya los entendió”, dijo Bassi.
A su turno, Gustavo Elías, coordinador de Agronomía y Desarrollo para Yara Argentina, hizo foco en la importancia de la aplicación variable de fertilizantes en los lotes. “Esta práctica se está utilizando cada vez más ya que hay varias herramientas en el mercado. En los últimos años hubo un gran crecimiento de plataformas de lecturas de biomasa por imágenes satelitales”, informó.
Por lo que fue de fácil acceso para el productor y poder visualizar sus lotes y además, poder visualizar de forma simple la variabilidad de esos lotes y a raíz de esto, poder decidir la aplicación de insumos tanto de nitrógeno como de fósforo y azufre.
Así, comentó, se genera rentabilidad por dos variables. Primero, por reducir el costo decidiendo no aplicar de más donde no se necesita y sí por aplicar más en las zonas donde se necesita; y la otra forma es que el hecho de generar una aplicación variable genera aumento de rendimiento entre 6 a 10% solo por usar esta tecnología ya sea en función de mapas de suelo o mapas de biomasa. ”Hay ensayos que lo demuestran. Es la misma cantidad de fertilizantes pero mejor distribuidos en el lote”, dijo.
Un polo de investigación para el agro
La empresa argentina de energía YPF relanzó enExpoagro su unidad de negocio YPF Agro. Con un stand de 1.900 metros cuadrados, mostró toda su cartera para el campo: semillas y bolsas para silo, protección de cultivos, fertilizantes, combustibles y lubricantes. Pero además hubo un enfoque especial en Y-TEC, la línea de investigación de la compañía que está ubicada en Berisso. “Y-TEC es una pata estratégica para el nuevo YPF Agro”, destacó a Clarín Rural el gerente de Negocios Agro de YPF, Nicolás Winschel.
Este centro, que tiene la empresa en conjunto con el Conicet, es de los más grandes de Sudamérica. Y hay una división especial para agro donde desarrollan nuevos productos y tecnologías.
En este sentido, YPF Agro hizo el lanzamiento comercial en la expo del biofungicida Y-Terra para soja que combina el control de las principales enfermedades, promoción del crecimiento vegetal y aumento sustancial del rendimiento del cultivo.
Winschel adelantó que en los próximos años habrá nuevos lanzamientos. “El objetivo es que sean desarrollos internos, tal vez con tecnologías existentes, pero buscando soluciones para el productor”, aseguró.