Varias instituciones vinculadas a la industria semillera anunciaron en Expoagro la creación de la Cadena Argentina de la Semilla (CAS), un nuevo bloque que tendrá el objetivo central promover un nuevo marco que defienda los intereses de la cadena, pensando en tener en 2030 el demorado marco de respeto a la propiedad intelectual de los obtentores y un comercio más responsable de ese insumo.
De hecho, sin decirlo abiertamente, los sectores que conforman el CAS se pusieron como objetivo central “promover el crecimiento del sector con impacto exportador y revertir la falta de inversión y la menor productividad”. Es decir, indirectamente afirman que por la falta de una actualización del marco legal en que se desenvuelven los desarrolladores de nuevas semillas, sean multinacionales o firmas argentinas, ha provocado un achatamiento de la tasa de crecimiento de la agricultura.
La flamante CAS está integran por la Asociación de Semilleros Argentinos (ASA), la Cámara de Semilleristas de la Bolsa de Cereales (CSBC), la Cámara Argentina de Semilleros Multiplicadores (CASEM), la Asociación Argentina de Protección de las Obtenciones Vegetales (Arpov), la Asociación de Laboratorios Privados Agropecuarios (ALAP), la Cámara Empresaria de Distribuidores de Agroquímicos, Semillas y afines bonaerense (CEDASABA) y la Federación de Distribuidores de Insumos Agropecuarios (FEDIA).
En una presentación realizada en Expoagro, el director ejecutivo de ASA, Alfredo Paseyro, expresó: “Estamos motivados con esta agenda 2030 que nos propusimos. Sabemos que la previsibilidad para las inversiones vendrá dada con la estabilización de la macroeconomía. En la cadena seguiremos trabajando sobre tres ejes claros: la innovación, el trabajo calificado y la sustentabilidad para todos los cultivos”, según la publicación de Bichos de Campo.
La familia semillera se plantea que “uniendo esfuerzos para desarrollar nuevas variedades y un comercio responsable al 2030”, esperan poder colaborar para que la cosecha argentina llegue a las 200 millones de toneladas de granos dentro de cinco años, debido a la siembra de unas 40 millones de hectáreas. Hoy se siembran cerca de 34 millones de hectáreas, y la cosecha difícilmente supere las 120 millones de toneladas, por lo que salta a la vista que el objetivo requerirá incrementar la productividad de los cultivos. Y para eso se necesita nueva tecnología en semillas.
Los integrantes de CAS dijeron que “consideran necesario continuar invirtiendo en investigación y desarrollo. En esa línea, también estiman imprescindible que se estabilice la macroeconomía, se
eliminen los derechos de exportación y se confirme el acuerdo con el FMI”, indicaron sus referentes.
En conjunto, estas instituciones agrupan a más de 700 empresas y crean aproximadamente 35.000 puestos directos de trabajo. Sus actividades abarcan desde el mejoramiento vegetal empleando diferentes métodos de vanguardia mundial, producción, multiplicación y comercialización (a nivel nacional e internacional) de semillas de calidad acreditada.