Entre enero y septiembre de este año, la Argentina exportó 61.877.560 toneladas de productos de origen vegetal con la certificación oficial a 40 destinos en todo el mundo.
Los tres productos más exportados en cuanto a volumen en toneladas fueron grano de maíz, harina de soja y grano de trigo, mientras que los principales mercados fueron Vietnam, China y Brasil. Estas exportaciones son acompañadas por la certificación del Senasa, que avala la sanidad de los productos, es decir, que están libres de plagas y enfermedades vegetales.
La certificación fitosanitaria es un requisito de los países compradores, en el marco de las diferentes medidas que aplican para garantizar la sanidad de la mercadería comercializada, ya que puede significar un riesgo de introducción o dispersión de plagas y afectar al patrimonio fitosanitario y productivo local.
Pero no solo el comercio representa un riesgo de ingreso de plagas. También lo es la introducción de productos vegetales sin autorización, el movimiento de buques y maquinarias o la presencia de una determinada plaga en un país vecino, por citar algunos ejemplos.
Por eso, para cada país es necesario contar con un organismo oficial y federal que se encargue de abordar la sanidad e inocuidad de la producción vegetal. En Argentina, esta función es ejercida por el Senasa, a través de su Sistema Nacional de Vigilancia Fitosanitaria (Sinavimo), que consolida y analiza toda la información disponible sobre las plagas que afectan a los vegetales en el país y la da a conocer a través de su plataforma oficial.
El Sistema cuenta con el sustento científico y técnico brindado por su red de expertos, formada por especialistas en distintos campos de la protección vegetal, tanto del ámbito público como privado, y contribuye a los principios de transparencia y cooperación internacional en la materia.