En la diversidad gana el ambiente y el productor también

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Los cultivos de cobertura dan vida al suelo y expanden el horizonte productivo.

En el marco de la Revolución Verde del siglo XX, la agricultura creció a gran velocidad al adoptar nuevas tecnologías. Si bien los rendimientos aumentaron, desde los 90’, la llegada de la soja trajo desafíos e impactos ambientales. Ante la necesidad de producir de forma sustentable, un estudio de la Facultad de Agronomía de la UBA (Fauba) en la Región Pampeana ordenó las secuencias de cultivos más frecuentes según criterios de intensificación sostenible. Las más diversas serían las más ventajosas.

“La sociedad reclama que los sistemas agropecuarios generen alimentos de calidad, fibra y combustibles accesibles para todos, y que la producción tenga bajo impacto ambiental. En este escenario surge la intensificación sostenible, que busca elevar la producción agrícola usando más eficientemente los recursos y reduciendo los impactos ambientales”, dijo a Sobre La Tierra Priscila Cano.

Para la investigadora, satisfacer esas demandas requiere una transformación de los agrosistemas. “Es importante destacar que la definición de intensificación sostenible aún está en debate. Enfatiza claramente los resultados esperados más que la definición de formas concretas de cómo alcanzar los objetivos relacionados”, reconoció Cano.

Y puntualizó: “En el mundo se propusieron muchas prácticas en este sentido, como el manejo integrado de plagas, conservar el suelo, incluir árboles en los agrosistemas o desarrollar manejos agrícolas que estimulen la biodiversidad, entre otras. De cualquier manera, todas las visiones coinciden en que es necesario considerar la multifuncionalidad de estos sistemas”.

El objetivo del trabajo de Priscila fue estudiar las limitantes y oportunidades para intensificar la agricultura en la Región Pampeana y, en este marco, ordenar los sistemas agrícolas de acuerdo con su nivel de sustentabilidad.

Para cumplirlo, Cano empleó un análisis de decisión multicriterio. “Entre 2015 y 2020, en la localidad de Pergamino evaluamos diez secuencias de cultivos según criterios que incluían, por ejemplo, desde diversificación, emisión de gases de efecto invernadero y balance de nutrientes del suelo hasta riesgo económico y uso de insumos, y los agrupamos en tres categorías: económicos, socioeconómicos y ambientales”.

“Como resalté en el trabajo que publicamos en Agricultural Systems, las rotaciones más diversificadas superaron a las menos diversas en la mayoría de los criterios evaluados. Por ejemplo, la secuencia trigo/soja-maíz-soja superó en desempeño económico y ambiental a maíz-soja y soja-soja, pero fue inferior en determinados criterios socioeconómicos”, destacó Priscila.

Cano también hizo hincapié en otro resultado clave de su trabajo: en el análisis integral, los manejos más intensificados se desempeñaron mejor que los convencionales, excepto en la tasa de retorno debido al uso de pesticidas menos costosos y menores dosis de fertilizantes, y al balance positivo de azufre y nitrógeno en el suelo. Al respecto, la investigadora aclaró que en futuros ensayos sería interesante ajustar las dosis de esos nutrientes.

“Por último, determinamos que los cultivos de cobertura brindan beneficios ambientales importantes, pero los costos asociados a su implementación desalientan a aquellos productores que se centran en maximizar los beneficios económicos”, sostuvo.

“Este trabajo es significativo porque nos permitió comparar y ordenar los diferentes sistemas agronómicos en relación con el concepto de intensificación sostenible”, afirmó Priscila. Fuente: Agro Clave

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